El TDAH y las discapacidades
Una escuela apta para cada alumno
- Jesús A. López Aguilar (Psicólogo)
Desde hace muchos años se plantea lo “difícil” que resulta trabajar con niños (la mayoría varones) con trastorno de déficit atencional con hiperactividad (TDAH). Para muchas personas,
Desde hace muchos años se plantea lo “difícil” que resulta trabajar con niños (la mayoría varones) con trastorno de déficit atencional con hiperactividad (TDAH). Para muchas personas, aún es un tema poco conocido. Muchas personas creen saber de qué se trata, pero pocas conocen las implicaciones de esta condición.
Generalmente, se les ve como los niños-problema, y se convierten en excelentes chivos expiatorios para compañeros y maestros, que, a menudo, descargan sentimientos negativos con la excusa de que se “portan mal”. Pero se trata de niños con una condición diferente que requiere habilidades educativas y estrategias pedagógicas acordes y educadores con capacidad para atender a la diversidad de niños que se encuentran en clases. Un sistema educativo que pretende que todos los niños sean iguales (como Panamá) es un sistema castrante intelectualmente, emocionalmente.
Existe el derecho fundamental de que el Estado tiene la obligación de darles tratamiento educativo a todas las personas, lo cual parte por el respeto al derecho de la igualdad de oportunidades para todas las personas. Por ello, hoy se habla de la inclusión, la cual establece que aun los estudiantes con dificultades físicas o psíquicas deben asistir a las escuelas de su comunidad, lo que también se debe acompañar de acondicionamientos adecuados a las necesidades de estos niños, al igual que las adaptaciones curriculares y otros apoyos que permitirán a los estudiantes interactuar dentro de las mismas aulas que el resto y participar de la vida extracurricular del centro escolar.
En el caso que nos ocupa, desafortunadamente, para encaminarnos hacia una real educación inclusiva, no es posible que sigan existiendo mecanismos de exclusión que afectan directamente al niño que tiene TDAH; uno de esos consiste en etiquetarlo y la aplicación drástica y tajante, casi siempre, de la expulsión de la escuela por lo que denominan “graves” problemas de conducta; otro artilugio más sutil, y casi imperceptible, pero con efectos muy negativos, es el que se relaciona con no entender que en estos niños hay algunos desajustes en la comprensión, adquisición, ritmo y temporalización de los procesos de enseñanza-aprendizaje, y no siempre peores que el resto, porque hay casos excepcionales que también se deben entender, como cuando el niño tiene un nivel de inteligencia superior.
Las consecuencias que todos estos factores acarrean debe movernos en dirección a plantearnos la prioridad de un cambio profundo y radical para transformar sustancialmente los objetivos educativos, las metodologías de trabajo y el valor social de la educación para erradicar de forma definitiva cualquier tipo de visión excluyente de nuestras aulas.
Es evidente que el trabajo de los docentes con niños con TDAH es mucho más difícil y complejo, ya que no es lo mismo trabajar en el aula con un grupo homogéneo de niños escogidos por su nivel académico, buena conducta, que trabajar con grupos de alumnos diferentes entre sí, con distintas capacidades, aptitudes, intereses y conductas.
En la actualidad, estar al frente de un grupo heterogéneo puede plantear muchas complejidades en el trabajo, ya que tiene que ajustarse y transformarse detalladamente la metodología didáctica siguiendo los principios de inclusión, diversificación y “equidad imparcial”. Para responder adecuadamente; es necesario que seamos capaces de crear “una escuela apta para cada alumno” sin menoscabar que muchos educadores requieren formación adaptada a las necesidades del siglo XXI. Resulta fácil decir desde la propia sociedad “lo que hay que hacer” y otra cuestión es “enseñar cómo hacerlo”.
Esta modificación conlleva una transformación fundamental para todos los procesos de enseñanza-aprendizaje de los niños con TDAH, más si tomamos en consideración a los docentes, que afirman estar “sobrecargados de trabajo” y que no saben cómo organizarse de forma eficaz, exitosa, ante la diversidad y la inclusión.
Ha llegado el momento de transformar las excusas que se originan en torno al TDAH, en soluciones prácticas para tratar de preparar y organizar las clases reflexionando sobre las actividades y acciones que los estudiantes van a realizar, en vez de hacerlo teniendo en cuenta solo las actividades que cada docente va a desplegar.
Necesitamos saber cómo se sienten y cuál es su sentimiento (de niños y docentes) con relación a los diferentes espacios de actuación y de trabajo para no seguir poniendo “etiquetas” al describir su conducta, ya que demandan una manera diferente de aprender y no un sistema escolar de “uniforme” que obliga a que todos aprendan lo mismo y a la misma vez, sin considerar sus necesidades individuales.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.