UNICEF beneficia más a su burocracia que a los niños
Publicado 1998/01/01 00:00:00
Presidente de Ethics and Public Policy Center AIPE
El reciente anuncio de Ted Turner de donar $1.000 millones a las Naciones Unidas produjo muchos aplausos, pero la atención de la prensa ha estado concentrada en el regalo y no en cómo se gastará. Mi propia experiencia con las Naciones Unidas es que este tipo de filantropía sin atención a su utilización conlleva un precio demasiado alto.
Cómo es eso, si Turner especificó que la donación sea utilizada para ayudar a los niños? El enfoque en los niños sugiere que el dinero irá a UNICEF, el cual tiene mejor reputación que la mayoría de los organismos de la ONU.
No es poco caritativo especular sobre lo poco que debemos esperar de ese regalo de $100 millones anuales durante 10 años? Desde luego que no, particularmente cuando tenemos amplia evidencia de lo que está pasando actualmente con los $100 millones que aportan a UNICEF los contribuyentes estadounidenses cada año.
Esos $100 millones es la cuota de Estados Unidos en el presupuesto anual de UNICEF de $1.000 millones, sin contar varios millones más en donaciones privadas.
Ted Turner dijo, con razón, que no quiere que su regalo vaya a "gastos generales". El 25% del aporte de Estados Unidos a UNICEF no llega a salir de la ciudad de Nueva York, al gastarse en mantener costosas oficinas. Un reciente intento de mudar parte del personal fuera de Manhattan fue vetado. De hecho, lo que la firma de auditores BoozAllen denominó "el síndrome del hotel de lujo" sigue teniendo vigencia en UNICEF. Cuando se decidió abrir una oficina de UNICEF para dar servicio a las nuevas naciones independientes que habían sido parte de la Unión Soviética, UNICEF no escogió Varsovia ni Kiev ni Moscú, sino Ginebra, una de las ciudades más caras del mundo.
Según sus propias cifras, UNICEF gasta $346 millones al año, casi 40% de su presupuesto total de $994 millones, en sus oficinas. Pero eso es sólo una parte de sus gastos generales. Hay que añadir entre 25% y 40% que las comisiones nacionales retienen de cada dólar que consiguen en donaciones, más las 201 oficinas de campo de UNICEF, los pagos a "asesores técnicos" que jamás ponen un pie en las instalaciones y sus contribuciones a múltiples ONG (organizaciones no gubernamentales), donde a menudo hay corrupción y derroche de fondos. En tales gastos se va entre 50% y 60% del presupuesto total.
No se puede ser más preciso porque el organismo insiste en mantener dudosas cuentas para crear confusión. Hasta los mismos auditores internos de UNICEF declararon que el presupuesto es "engañoso" y que los controles no son "adecuados", una bofetada a la negativa de la directora ejecutiva, Carol Bellamy, de consolidar el presupuesto para que otros puedan examinar la manera cómo UNICEF gasta el dinero.
¿A qué le tienen miedo? Será a una explosión de indignación por los $25 millones que la agencia gasta en su aparato de relaciones públicas? Se trata de una cantidad de dinero con la que se podrían vacunar a más de tres millones de niños. Luego está el renglón "asistencia temporal". No, no se trata de dinero para contratar oficinistas sino para pagar costosos "asesores" que frecuentemente son ex funcionarios de UNICEF, quienes están cobrando al mismo tiempo una generosa pensión de la ONU. Y qué queda para atender a los niños? Muy poco, después de engordar a la burocracia.
No debe sorprender entonces que UNICEF haya perdido su tradicional interés en altas tasas de inmunización. En 1980, UNICEF se había fijado la meta de alcanzar para 1990 100% de vacunación de los niños del mundo contra enfermedades mortales. La afamada publicación British Medical Journal informa lo sucedido:
"A medida que se acercaba el año 1990 y en continentes como Africa seguían rezagados aún bajo la meta revisada de 80%, UNICEF concentró sus recursos para una campaña de vacunación masiva. Las estadísticas en Ghana muestran el resultado: un incremento masivo entre 1980 y 1990 que le permitió a UNICEF Anunciar victoria, pero casi de inmediato se retornó a niveles de 40% a 50%, al retirarse los recursos adicionales. Según UNICEF, lo mismo sucedió en Nigeria, alcanzándose 70% en 1990 y cayendo a 20% en 1994".
El mismo patrón se consigue en toda Africa. En la República de Africa Central, la cobertura de sarampión se desplomó a 39% de los niños y en Etiopía a 10%.
Si UNICEF ha descuidado su misión tradicional de salud infantil, a qué se dedica entonces? Aquí aparece la frecuente agenda ideológica de la ONU, como, por ejemplo, la campaña de amamantar a los niños. En circunstancias normales, la alimentación materna puede ser la mejor para la salud infantil, pero no necesariamente en el Tercer Mundo, donde hay 93% de los casos de SIDA, especialmente en Africa. No todos los hijos de madres infectadas de SIDA nacen con la enfermedad, pero si toman la leche materna se duplica la posibilidad de contraerla. Y en lugar de desplegar una campaña informativa, UNICEF continúa diciéndole a las madres de alto riesgo que amamantar a sus hijos es lo mejor. La adicción ideológica de UNICEF está costando vidas.
Una vez que observamos cómo UNICEF gasta el dinero en el campo, preferimos que siga derrochándolo en sueldos y lujosas oficinas. Pero la solución es instrumentar una profunda reforma.
El reciente anuncio de Ted Turner de donar $1.000 millones a las Naciones Unidas produjo muchos aplausos, pero la atención de la prensa ha estado concentrada en el regalo y no en cómo se gastará. Mi propia experiencia con las Naciones Unidas es que este tipo de filantropía sin atención a su utilización conlleva un precio demasiado alto.
Cómo es eso, si Turner especificó que la donación sea utilizada para ayudar a los niños? El enfoque en los niños sugiere que el dinero irá a UNICEF, el cual tiene mejor reputación que la mayoría de los organismos de la ONU.
No es poco caritativo especular sobre lo poco que debemos esperar de ese regalo de $100 millones anuales durante 10 años? Desde luego que no, particularmente cuando tenemos amplia evidencia de lo que está pasando actualmente con los $100 millones que aportan a UNICEF los contribuyentes estadounidenses cada año.
Esos $100 millones es la cuota de Estados Unidos en el presupuesto anual de UNICEF de $1.000 millones, sin contar varios millones más en donaciones privadas.
Ted Turner dijo, con razón, que no quiere que su regalo vaya a "gastos generales". El 25% del aporte de Estados Unidos a UNICEF no llega a salir de la ciudad de Nueva York, al gastarse en mantener costosas oficinas. Un reciente intento de mudar parte del personal fuera de Manhattan fue vetado. De hecho, lo que la firma de auditores BoozAllen denominó "el síndrome del hotel de lujo" sigue teniendo vigencia en UNICEF. Cuando se decidió abrir una oficina de UNICEF para dar servicio a las nuevas naciones independientes que habían sido parte de la Unión Soviética, UNICEF no escogió Varsovia ni Kiev ni Moscú, sino Ginebra, una de las ciudades más caras del mundo.
Según sus propias cifras, UNICEF gasta $346 millones al año, casi 40% de su presupuesto total de $994 millones, en sus oficinas. Pero eso es sólo una parte de sus gastos generales. Hay que añadir entre 25% y 40% que las comisiones nacionales retienen de cada dólar que consiguen en donaciones, más las 201 oficinas de campo de UNICEF, los pagos a "asesores técnicos" que jamás ponen un pie en las instalaciones y sus contribuciones a múltiples ONG (organizaciones no gubernamentales), donde a menudo hay corrupción y derroche de fondos. En tales gastos se va entre 50% y 60% del presupuesto total.
No se puede ser más preciso porque el organismo insiste en mantener dudosas cuentas para crear confusión. Hasta los mismos auditores internos de UNICEF declararon que el presupuesto es "engañoso" y que los controles no son "adecuados", una bofetada a la negativa de la directora ejecutiva, Carol Bellamy, de consolidar el presupuesto para que otros puedan examinar la manera cómo UNICEF gasta el dinero.
¿A qué le tienen miedo? Será a una explosión de indignación por los $25 millones que la agencia gasta en su aparato de relaciones públicas? Se trata de una cantidad de dinero con la que se podrían vacunar a más de tres millones de niños. Luego está el renglón "asistencia temporal". No, no se trata de dinero para contratar oficinistas sino para pagar costosos "asesores" que frecuentemente son ex funcionarios de UNICEF, quienes están cobrando al mismo tiempo una generosa pensión de la ONU. Y qué queda para atender a los niños? Muy poco, después de engordar a la burocracia.
No debe sorprender entonces que UNICEF haya perdido su tradicional interés en altas tasas de inmunización. En 1980, UNICEF se había fijado la meta de alcanzar para 1990 100% de vacunación de los niños del mundo contra enfermedades mortales. La afamada publicación British Medical Journal informa lo sucedido:
"A medida que se acercaba el año 1990 y en continentes como Africa seguían rezagados aún bajo la meta revisada de 80%, UNICEF concentró sus recursos para una campaña de vacunación masiva. Las estadísticas en Ghana muestran el resultado: un incremento masivo entre 1980 y 1990 que le permitió a UNICEF Anunciar victoria, pero casi de inmediato se retornó a niveles de 40% a 50%, al retirarse los recursos adicionales. Según UNICEF, lo mismo sucedió en Nigeria, alcanzándose 70% en 1990 y cayendo a 20% en 1994".
El mismo patrón se consigue en toda Africa. En la República de Africa Central, la cobertura de sarampión se desplomó a 39% de los niños y en Etiopía a 10%.
Si UNICEF ha descuidado su misión tradicional de salud infantil, a qué se dedica entonces? Aquí aparece la frecuente agenda ideológica de la ONU, como, por ejemplo, la campaña de amamantar a los niños. En circunstancias normales, la alimentación materna puede ser la mejor para la salud infantil, pero no necesariamente en el Tercer Mundo, donde hay 93% de los casos de SIDA, especialmente en Africa. No todos los hijos de madres infectadas de SIDA nacen con la enfermedad, pero si toman la leche materna se duplica la posibilidad de contraerla. Y en lugar de desplegar una campaña informativa, UNICEF continúa diciéndole a las madres de alto riesgo que amamantar a sus hijos es lo mejor. La adicción ideológica de UNICEF está costando vidas.
Una vez que observamos cómo UNICEF gasta el dinero en el campo, preferimos que siga derrochándolo en sueldos y lujosas oficinas. Pero la solución es instrumentar una profunda reforma.
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