Ventajas de viajar en otoño septentrional

Claramente el atractivo del viajar hacia el hemisferio norte ya sea hacia múltiples destinos europeos, norteamericanos o asiáticos resulta para muchos más atractivo durante su verano, entre los meses de junio y agosto.

Si es usted un viajero consciente, estimamos más práctico esperar hasta el otoño por diversos factores.

Ante todo, estamos aprendiendo que a raíz del calentamiento global resulta infernal tomar el riesgo de achicharrarse en los destinos de mayor afluencia como, por ejemplo, el sur de Europa y el Mediterráneo.

Amén que las hordas de turistas atiborran la vivencia por tratarse de un turismo de masas donde las interminables filas en atractivos, restaurantes e inodoros hacen evidente la presencia de una próstata que ya no funciona como antes y obliga a sus frecuentes visitas.

Adicionalmente, si velamos por economía de escalas, los precios de pasajes aéreos y hoteles súbitamente sufren un significativo bajón a partir de septiembre.

Tomando en cuenta que también resultado del cambio climático el periodo de otoño, tradicionalmente muy fresco para algunos, actualmente cuenta con temperaturas plácidas, y en muchos destinos, similar al calorcito veraniego europeo que acostumbrábamos a gozar en épocas pasadas. No hay que ser necios, llévese su abriguito y goce para variar del frescor otoñal en lugar de hervir bajo el sol del mediodía istmeño.

Si resulta usted tan usurero como el personaje Shylock, de la obra El Mercader de Venecia de Shakespeare, típicamente los meses más módicos del año para viajar hacia estos destinos resultan septiembre, octubre y enero. Y ya no se trata solamente de avaricia sino también de sentido común.

Enero es considerado un mes de frio de bufandas en París pero permite la oportunidad de escudriñar bagatelas en hospedajes permitiendo saborear el lujo de sus mejores estancias a precios bastantes símiles a los de Panamá, permitiendo una indeleble escapadita romántica de un fin de semanas extendido para la celebración de un aniversario de bodas gozando los menús de afamados refectorios como Le Relais de l'Entrecote con el mejor vacuno del mundo u Au Pied de Cochon y su reconocida sopa de cebollas, sin las interminables filas de otras temporadas.

No tan frío pero fresco resulta Roma donde las opciones en su barrio gastronómico de Trastevere obligan a extendidas caminatas, posterior a sus banquetes, para que abroche aun cómodamente el pantalón durante el vuelo de retorno.

Optamos este año, por todos los factores anteriormente mencionados, por zarpar en un crucero de 21 noches a bordo del crucero Norwegian Encore, el mastodonte de aquella línea, bautizado en noviembre de 2019, con capacidad para 4,000 pasajeros en sus 2,043 camarotes.

Con múltiples opciones de entretenimiento, el navío cuenta con una veintena de restaurantes y once bares para el permanente deleite de aquellos que disfrutan de happy hours.

Saliendo de Seattle, burbujeante metrópolis besando la frontera oeste con Canadá, con rumbo sur en el océano Pacífico hacia San Francisco y Los Ángeles en California, cruzando hacia los trópicos con toques en los puertos aztecas de Cabo San Lucas, Mazatlán, Puerto Vallarta, Manzanillo y Acapulco, anterior al desplazamiento centroamericano con escalas en Puerto Quetzal, Guatemala y Fuerte Amador. Posterior al tránsito del canal de Panamá a través de sus nuevas esclusas, anclaremos en los puertos caribeños de Cartagena, Colombia y Georgetown, Islas Caimán anterior al desembarque en Miami.

La vida es una y es corta. Quedarse en un lugar oxida el alma. Viaje lo más que pueda, a los destinos más recónditos, mientras el calendario así se lo permita.

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