Panamá
Y ahora, ¿qué hacemos?
Para aquellos que se beneficiaron de nacer antes, para esos que pudieron utilizar estos beneficios, les choca la falta de energía, la desaparición del emprendimiento, el auge de los charlatanes y estafadores, la caída de la propiedad privada, el nacimiento de una nueva izquierda, más idiota e insensata que la de siempre; y las excusas. Pero es que en tiempos de crisis cualquier resguardo es bueno, a pesar de ser venenoso. El calor de la sumisión es mejor que el frío de la intemperie.
- Julio García
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- - Publicado: 07/2/2022 - 12:00 am
El estado actual de la vida moderna es inalcanzable, inestable e inflexible. Pudriendo el ensoñador barniz del sueño. El poder del ímpetu, de la voluntad humana, va menguando con cada enfrentamiento con la realidad. Y es en ese momento cuando aparece el miedo. El pavor al no saber qué hacer. Es el terror lo que inicia la secuencia autodestructiva, llevándose por delante toda pizca de serenidad. En este corrosivo ciclo, en esta serpiente comiéndose a sí misma, están encerrados los que empiezan a vivir ahora en libertad, alejados del resguardo de su casa. Saliendo a comerse al mundo, o que el mundo se los coma a ellos.
Y cómo no van a salir exaltados, buscando fortuna en tierras inhóspitas, si escuchan los cuentos y anécdotas de tiempos pasados. Las facilidades de la vida, el cumplimiento de los deseos, la victoria del pequeño. Eran tiempos más fáciles; había solo un enemigo y este, a su vez, era claro y estaba sólido en el horizonte. Con solo un puñado de tierra y una tonelada de decisión se podían construir maravillas, porque, como lo expresaba el Art Deco, los límites del hombre los ponía él mismo.
Para aquellos que se beneficiaron de nacer antes, para esos que pudieron utilizar estos beneficios, les choca la falta de energía, la desaparición del emprendimiento, el auge de los charlatanes y estafadores, la caída de la propiedad privada, el nacimiento de una nueva izquierda, más idiota e insensata que la de siempre; y las excusas. Pero es que en tiempos de crisis cualquier resguardo es bueno, a pesar de ser venenoso. El calor de la sumisión es mejor que el frío de la intemperie.
Pero aquellos que los critican, incluyéndome, deben ver un poco más allá de sus propias narices. Observar el campo completo y horrorizarse por el deterioro del mismo. Pensar que las reglas siguen siendo las mismas es un pensamiento infantil y ventajista, decir que fue muy sencillo hace 20 años es escupir el esfuerzo que toma salir adelante a día de hoy. Y claro, no caeré en el error de admitir que no hay excepciones, en ambos casos.
Aquellos que con brío y mucha suerte han armado el rompecabezas de sus vidas y han logrado domar al toro de la industria, como también no voy a negar de la existencia de un grupo creciente de gandules que se benefician de cualquier oportunidad para no hacer nada.
Los que quedan, los que tienen sus propios sueños y aspiraciones, esos que no quieren que se les regale nada y que saben el valor que tiene el trabajo propio se encuentran en medio de un huracán de problemas. La pérdida del poder adquisitivo, la burocracia feroz y estúpida en todos los temas de la vida laboral, los miles de obstáculos que colocan las megacorporaciones para evitar la competencia o el abandono de las agencias monetarias o de aquel que había jurado protegerles son solo unos cuantos ejemplos del porqué ya no son tantos los que tratan de mostrarle los dientes al futuro.
Porque el ver como tu salario se ve diezmado por impuestos es un mal trago que han de sufrir aquellos que contribuyen a la maquinaria estatal, pero ver que ese dinero va a pagar el sueldo de familiares de los que están en el poder o que se utiliza para saldar las cuentas de banquetes, drogas y prostitutas hace que el asalto legal Cartas desde el frente europeosea menos vistoso. Aún así, y en contra de todas estas dificultades, siguen habiendo jóvenes que lo intentan, tratan de ganar la partida a la vida sin venderle el alma al Diablo.
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