Recordando lo maravilloso que eres

Por más que lo intento me resulta imposible recordar el momento en que te conocí, me imagino que esto sucede porque han transcurrido un poco más de 51 años que tengo de vida, sin embargo, me resulta aún más imposible el olvidar los momentos tan espectaculares que pasamos juntos y también aquellos en los que no estabas presente en cuerpo, pero sí en alma y espíritu, vigilante a cada suceso en nuestras vidas.

Hablar de ti es hablar de mi mayor inspiración, de mi héroe y de mi mejor ejemplo, hablar de ti es hablar de un hombre que se forjó por sí mismo buscando siempre hacer el bien cuidando de sus hermanas, de su hermano e incluso de sus cuñados, fuiste siempre el ángel de la guarda de la familia.

Hablar de tus dotes requiere de muchos artículos más, hoy recordaré algunos que se han quedado por siempre grabados en mi mente, alma y corazón; para empezar hablaré del mejor embajador del vecindario, recuerdo cómo te encantaba ser un gran anfitrión, abrías las puertas de nuestra casa para que todos disfrutaran y donde la convivencia familiar reinaba por encima de cualquier desavenencia, tu espíritu hospitalario acompañado de la mejor de las sonrisas eran parte del símbolo de distinción que todos disfrutábamos.

Tu amor por la cocina era muy especial, recetas como el pollo "a la Reyes" eran marca registrada en la familia, al mismo coronel Sanders se le helaría la sangre al probar la calidad de tu receta, fuimos muy afortunados de ser tus comensales; paella de mariscos, chiles en nogada, el tradicional pan francés y, por supuesto, no podemos olvidar los mejores huevos rancheros con tu salsa preferida, los chorizos de Lerma y las chuletas de ternera marinadas en cerveza, este manjar aún lo tengo en el paladar.

Hacías cosas fuera de la costumbre, hablar con desconocidos en elevadores para romper la monotonía a muchos divertía, en ocasiones tontamente nos apenaba que lo hicieras, tu facilidad para relacionarte con la gente era excepcional, contigo conocimos deportistas, presidentes, barrenderos, taxistas, políticos, comentaristas, en fin, la profesión y actividad de las personas era sumamente amplia y la calidad de la gente aún mejor, la última vez que visité a Don Rafa me dijo que siempre te tiene en el mejor de sus recuerdos, fuiste su cliente por casi 50 años.

Tratar bien a los meseros y gente que te atendía era parte de tu esencia, volver a los lugares que habías visitado era como volver a casa, todos te recibían con una gran sonrisa prestos a atenderte porque siempre agradeciste el esfuerzo de la gente y no solo me refiero a la gente de los lugares suntuosos y elegantes, me refiero también a aquellas fábricas donde los peones con gran arte manual te ayudaban a fabricar tabiques, a aquellos intrépidos mineros con los que bajabas en los túneles de las minas de Pachuca la bella airosa compartiendo cigarrillos y un poco de mezcla para calmar las bajas temperaturas que adentro se tenían, aún recuerdo cuando me enseñaste a barrenar una pared dentro de la mina con una pistola neumática y colocar un cartucho de dinamita, ¡qué gran aventura!, mientras lo escribo, sonrío al recordarlo.

Me encanta recordar mi primera experiencia de manejo, si bien me dejabas lavar tu auto, fuiste muy astuto al dejarme las llaves, te dabas cuenta de que buscaba el menor pretexto para sacarlo de la cochera, nuestra primera vez juntos esa sí nunca la voy a olvidar, aún no terminaba de secar tu Ford Galaxy 500 y me pediste que fuéramos a comprar algo para comer, mi primer movimiento fue sentarme en el lugar del copiloto, tu cara me dijo todo, extendiste la mano y me diste las llaves ... "maneja tú" , ese fue tu voto de confianza, a partir de ahí no me separé más del volante, ¡qué bien me hiciste sentir!

Algo que nunca olvido es que nunca faltaste a casa, por muy tarde que fuera siempre regresabas, agobiado por un día pesado o por los interminables viajes en carretera que hacías a la semana, aun cuando llegabas exhausto siempre tenías una palabra que nos daba aliento para seguir, tu energía era incansable, los años pasaban y las canas de sabiduría cubrían cada vez más tu cabeza, el bigote no se quedaba atrás, con el paso de la moda lo tuviste de distintas formas y estilos, otra característica digna de tu personalidad.

Viajar a algún lugar contigo era mucho más que un simple viaje, era conocer cada rincón, cada platillo típico o cada punto turístico, cada año disfrutar de las tradiciones religiosas y decembrinas era parte de nuestra convivencia familiar, darle vida a esas tradiciones era algo que disfrutabas siempre.

Contigo aprendí que cada uno de nosotros se pone los límites que quiere, aprendí que eras carpintero, plomero, electricista, bartender, cocinero, ingeniero, arquitecto, comisionista, chofer, traductor y, por supuesto, el mejor de los psicólogos, pero aún más, mi mejor amigo.

Sabes que estuviste en cada una de las etapas de mi vida, mi niñez, mi adolescencia, mi graduación, mi trabajo, mi matrimonio, el nacimiento de mis hijos y mi independencia profesional, qué más te puedo pedir, estuviste siempre en todos y cada uno de los momentos de mi vida, siempre apoyándome aun cuando cometía los más grandes errores, no sabes cómo te extraño.

Hoy es día del padre y aunque por tercer año no estás físicamente con nosotros te puedo decir que me queda la satisfacción que viviste tus 89 años lleno de vida dejando un legado imborrable que todos en la familia tratamos de emular, siempre admiraré tus métodos de enseñanza, no tuviste un título universitario, pero fuiste el mejor de los profesores, tu estilo siempre fue firme y con cierta dureza, el tiempo y resultado te dio la razón, forjaste una gran familia que hoy te recuerda con mucho amor, es por eso que hoy te digo: Viejo, ¡feliz Día del Padre!

TE AMO, Fidel