Vinomanía. Verdaderas obras de arte son las exquisiteces que sirven en Lima, Perú.
Lima 27, degustación y buen vino
Perú regaló al mundo la papa, base de su alimentación, y hoy regala obras culinarias.
Claves
Mientras mis conciudadanos celebraban en Panamá (cada cual a su manera) las fiestas patrias, yo tuve que viajar a Lima para participar del congreso y posterior reunión de evaluación de los progresos alcanzados en la lucha contra el cáncer.
Durante los días 3 al 7 de noviembre nos reunimos los representantes de las instituciones de naciones americanas y de los organismos y asociaciones internacionales que colaboran en esta ardua tarea. La agenda era apretada y agotadora y realizándose en el mismo hotel en el que estábamos alojados, poco pudimos ver de Lima.
Pero una vez terminada la jornada, teníamos las noches para conocer y disfrutar la gastronomía peruana que tanta fama ha alcanzado de mano de esta nueva generación de restauradores que han sabido combinar la tradición con lo novedoso, lo autóctono con lo importado, y lo simple con lo complejo, resultando una gama de platos, cada cual más asombroso que el anterior.
Vista y sabores combinados en verdaderas obras de arte que crean un espectáculo inolvidable para el disfrute de los sentidos.
Perú es un país de grandes contrastes. En su extenso territorio se pueden encontrar una variedad de ecosistemas que contrastan desde desiertos cálidos, hasta selva lluviosa, desde llanuras costeras hasta altas cumbres nevadas. Con mares donde se encuentran una corriente fría y otra cálida con una abundante flora y fauna.
Perú regaló al mundo la papa, base de su alimentación, y hoy día nos regala sus obras culinarias que junto con los vinos de la tierra forman el conjunto perfecto de la degustación.
Dentro de la larga lista de restaurantes recomendados, tuve la oportunidad de visitar el Lima 27.
Como prefiero comer muchas cosas pequeñas y variadas, me sentí a mis anchas en este antiguo caserón pintado de negro y ubicado en el barrio de San Isidro.
El menú de degustación Primavera / Verano preparado por el chef Carlos Testino llenó mis expectativas. El saco con bollos de pan acompañado de mantequilla con aceitunas y con pimiento amarillo, ya presagiaba que nos esperaba algo bueno.
La entrada presentaba una variedad de platos elaborados con gran ingenio y mejor presentación. Como antiguo hechicero combinaba en su caldero carnes, pescados y mariscos, con frutos locales como el sanky y el airampo, la papa y el maíz morado que mezclaba con tomate, queso parmesano, aceite de oliva y limón para lograr sus artísticas creaciones.
Y si la comida era deliciosa, variada y bien decorada, tampoco hubo nada que pedir del servicio y de las atenciones del sommelierque supo ofrecernos una acertada selección de vinos donde concurrieron los blancos The Stump Jump, Sauvignon Blanc 2012, del valle de MacLaren en Adelaida con los mendocinos Torrontes 2011 de la bodega Cicchitti y Terrazas de los Andes, Reserva 2011, un Chardonnay cremoso y fresco, terminando con el Montes Cherube, un rosé de Shyrah del chileno valle de Colchagua.
Con el suave dulzor de una cassata espolvoreada con crujientes fresas secas congeladas y alas de merengue sumergidas en nitrógeno líquido, nos despedimos con la promesa de regresar y repetir la aventura.
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