Panamá
Ulloa recuerda el 40 aniversario de la desaparición del Dr. Hugo Spadafora Franco
- Redacción / nacion.pa@epasa.com / @PanamaAmerica
Este sábado 13 de septiembre se cumplen 40 años de la desaparición y cruel asesinato de Hugo Spadafora.

Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta (c) junto a familiares de Hugo Spadafora. Cortesía
Noticias Relacionadas
El arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, resaltó que la memoria del Dr. Hugo Spadafora Franco, cruelmente asesinado un 13 de septiembre de 1985, en plena dictadura militar, nos conduce a reflexionar sobre cuatro palabras inseparables: verdad, justicia, reconciliación y perdón, y que su asesinato fue, en cierto modo, un punto de no retorno, ya que Panamá entendió que "no podía seguir viviendo bajo el miedo".
En su homilía por el 40 aniversario de la desaparición del Dr. Spadafora Franco, Ulloa Mendieta sostuvo que los jóvenes deben saber que la democracia que hoy disfrutan tuvo un costo. Que la libertad de expresión, el derecho a manifestarse, la posibilidad de elegir a sus gobernantes, fueron conquistas dolorosas.
A continuación, el texto íntegro de la homilía de monseñor José Domingo Ulloa en el 40 aniversario de la desaparición de Hugo Spadafora Franco:
- El deber de recordar
Queridos hermanos y hermanas:
Hace más de un siglo un filósofo advertía: “Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”. Esa sentencia sigue siendo actual en nuestra Panamá. Hoy recordamos uno de los episodios más oscuros de nuestra vida republicana: la desaparición y cruel asesinato del Dr. Hugo Spadafora Franco, ocurrido un 13 de septiembre de 1985.
Cuarenta años después, esa fecha no se ha borrado de la memoria colectiva. Todavía duele. Todavía interpela. Todavía nos llama a reflexionar sobre lo que fuimos, lo que somos y lo que queremos ser como Nación. Este crimen macabro no debe quedar como un hecho aislado del pasado, sino como un llamado permanente a cuidar la democracia, defender la libertad y fortalecer la justicia.
Nos reunimos en esta conmemoración no para abrir viejas heridas, sino para honrar la memoria de un hombre que se convirtió en símbolo de resistencia y para pedir a Dios la gracia de caminar hacia la reconciliación verdadera.
I. Hugo Spadafora: un hombre, un médico, un servidor
Hugo Spadafora no fue solo una figura política. Fue médico, servidor, hombre de ciencia y de conciencia. Ejerció su profesión en lugares apartados como el Darién, donde atendió a comunidades olvidadas. Allí conoció de cerca la pobreza, el abandono, el sufrimiento de los más débiles.
Su sensibilidad humana lo llevó a comprometerse con las causas de la libertad y de la justicia, no solo en Panamá, sino en otros países de Centroamérica. Su opción por la dignidad del ser humano fue una opción peligrosa en tiempos en que disentir podía costar la vida.
Recordarlo hoy es reconocer que la historia no la escriben únicamente los poderosos. También la construyen hombres y mujeres que, con sencillez y valentía, asumen riesgos en defensa del bien común. Su voz fue profética porque denunció abusos, señaló injusticias y defendió la vida con todas sus consecuencias.
II. El contexto de un crimen que marcó época
Para comprender el impacto de su desaparición, es necesario recordar el contexto histórico. Panamá vivía bajo un régimen militar que había limitado libertades, perseguido a opositores y debilitado las instituciones democráticas.
El 13 de septiembre de 1985, cuando se conoció la noticia de su muerte, la sociedad panameña quedó estremecida. Fue un crimen cruel que expuso, de manera descarnada, la violencia de un sistema que no toleraba voces disidentes.
La reacción no se hizo esperar: protestas ciudadanas, declaraciones de organizaciones internacionales, manifestaciones de solidaridad hacia la familia Spadafora. Muchos que hasta entonces se mantenían al margen decidieron participar en la vida pública. Se encendió una llama que ya no pudo ser apagada y que, años más tarde, desembocaría en el fin de la dictadura militar y la recuperación de la democracia.
Este crimen fue, en cierto modo, un “punto de no retorno”. Panamá entendió que no podía seguir viviendo bajo el miedo. El sacrificio de Hugo Spadafora se convirtió en un signo de resistencia y en semilla de libertad.
III. Hacer memoria para construir futuro
Recordar a Hugo Spadafora es más que un acto de justicia histórica. Es un acto pedagógico y espiritual. La memoria es necesaria porque nos enseña a valorar lo que tenemos.
Hoy vivimos en un país con mayor libertad de expresión, con instituciones democráticas más sólidas, con espacios para el debate ciudadano. Pero nada de esto fue gratuito. Se conquistó con sacrificio, con dolor, con la sangre de quienes dieron la vida.
Por eso, conmemorar este aniversario es también recordar que la democracia es frágil si no la cuidamos. La tentación del autoritarismo, de la corrupción o de la impunidad siempre está al acecho. Y si olvidamos lo que nos costó recuperar la libertad, corremos el riesgo de perderla.
La memoria, entonces, no nos ata al pasado. Nos impulsa hacia el futuro. Nos ayuda a no repetir errores y a construir un Panamá donde la dignidad de cada persona sea respetada.
IV. La Palabra de Dios ilumina nuestra historia
En medio de este dolor humano, la Palabra de Dios nos ofrece luz. El Salmo 84 proclama: “La misericordia y la verdad se encuentran, la justicia y la paz se besan”.
Este texto nos recuerda que la verdadera paz no es la simple ausencia de conflictos, sino el fruto de la justicia. Y la justicia solo es posible cuando la verdad sale a la luz.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.