
El mal es un entimema, el bien es un absoluto
Silvio Guerra Morales | [email protected] |La Fe es el escudo de los hombres buenos, de las almas pródigas en misericordia, compasión y ternura.
La Fe es el escudo de los hombres buenos, de las almas pródigas en misericordia, compasión y ternura.
Un Padre que es providente, que nunca permitirá que me falte el pan de cada día, que me protegerá y defenderá contra el mal más terrible que es hundirme y perder la vida eterna. Esta gran noticia del Evangelio de Cristo es algo sublime.
En el evangelio de Mateo (escrito en el año 70 aproximadamente d.C., en el capítulo 28: versículo 6), nos encontramos con una de las tantas narraciones sobre lo sucedido al maestro de Nazareth, después de sufrir la penosa crucifixión y haber sido puesto en su tumba sellada y custodiada por soldados romanos, gracias a la generosidad de José de Arimatea, fariseo y miembro noble del Sanedrín judío de la época.
Al lado de la vida de Jesucristo estuvo, además de su Madre, la Virgen María, otra mujer en la sombra, María Magdalena, o Miriam de Magdala como aparece en los cuatro evangelios, representada en la tradición católica como símbolo del arrepentimiento.
Además era un espectáculo público que servía de escarmiento a la población para no imitar cometiendo los delitos por los que se ajusticiaba a los criminales en la cruz.