Dos orejas para Castella y una para Ponce en la penúltima corrida de Medellín
- Medellín (Colombia)
El francés Sebastián Castella cortó dos orejas y una el español Enrique Ponce, en la penúltima corrida de la feria taurina de Medellín.
FICHA DEL FESTEJO: Se lidiaron seis toros de la ganadería antioqueña de La Carolina (Murube-Santa Coloma y Domecq vía Huagrasuasi), bien presentados en su conjunto y con desigual juego. Primer y cuarto toro con genio aunque sin emplearse; el segundo que duró poco; el tercero con problemas, rompió por el izquierdo; quinto un gran toro al que se le dio la vuelta al ruedo, encastado y con profundidad en su embestida; y el sexto, gazapón, no se le vio.
Enrique Ponce: Pinchazo y estocada tendida (silencio), y pinchazo y casi entera (oreja) y dos vueltas al ruedo)
Sebastián Castella: Casi entera y dos descabellos (ovación) y estocada (dos orejas).
Cristóbal Pardo: Estocada atravesada (silencio), y cinco pinchazos y estocada (pitos tras dos avisos).
Tres cuartos de la plaza en tarde calurosa.
Saludaron tras banderillear Alex Benavides y Ricardo Santana, quien puso dos pases de gran exposición y brillantez.
Fue ovacionado el picador Luis Viloria tras picar al tercero.
Enrique Ponce fiel a su incuestionable maestría terminó entre un torrente de flores que caían desde los tendidos tras su faena al exigente cuarto.
En el primero había toreado con suavidad, sin un enganchón y fácil a la verónica. De muleta, Ponce lo pasó sin molestarlo ante la tendencia del animal de llevar la cara alta, sin emplearse en ningún momento.
Por la izquierda el toro no tuvo recorrido lo que sumado a su incertidumbre, impidió faena de mano baja y sometimiento.
Fue en su segundo, que se metía por dentro por el lado derecho, al que metió en la muleta de a pocos, enfadado ante un grito molesto de uno del tendido. Entonces, cogió la izquierda y fueron tres series con cadencia que sorprendieron, tersas, y con ello originó una lluvia de flores que perfumó aún más La Macarena de Medellín.
Sebastián Castella tuvo una gran tarde, y encantó de nuevo en Medellín. Al primero lo toreó por alto de muleta, en los medios y sin probaturas extras. Se acomodó en las primeras series por el derecho pero el toro no tuvo continuidad.
La izquierda no fue su pitón y no tuvo recorrido, lo que no le permitió al francés engarzar los muletazos, teniendo que perderle pasos que deshilvanaron el conjunto.
Al quinto, Castella le cuajó una gran faena. El toro fue agradecido dentro de su matiz de casta y profundidad, de seriedad y humillada entrega. El repertorio de Castella pareció ampliarse, transmitía el animal y fluyó entonces el toreo en toda su grandeza con muletazos de quietud, limpios, con toques suaves, lección que enardeció la grada.
El colombiano Cristóbal Pardo sin convencerse ni confiarse encaró la lidia del primero sin que trascendiera su labor.
Al último lo recibió con una larga de rodillas y le hizo un quite por navarras, se desbujó luego ante un ejemplar que gazapeaba y se venía despacio. No supo aguantarlo, ni encontrarle la distancia pasando incluso apuros luego para matarlo.
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