El Cairo y su fastuoso Museo Arqueológico
Publicado 2000/07/22 23:00:00
- REDACCION
El Cairo, su capital ruidosa y ecléctica, es visita obligatoria entre otras cosas por el Museo Arqueológico.
Mundialmente famosa por los tesoros de Tutankhamón sus centenares de piedras preciosas incrustadas en 2500 objetos de oro, marfil, alabastro y madera, constituyen un tesoro de valor incalculable.
Ni siquiera los gritos, los bocinazos o el impiadoso sol logran empañar el impacto qu eprovoca la visita a las grandes pirámides, arquitectura pensada para la eternidad y, de hecho, la única de las siete marabillas del mundo que aún se conserva en la Tierra. Estas enormes estructuras funerarias estaban destinadas a los faraones -dioses para los egipcios-, quienes al finalizar sus días en este mundo partían rumbo al país de los muertos pasra reunirse con otros dioses. Mientras tanto, su cuerpo pagaría el precio de ser momia a cambio de la compañía permanente de fabulosas riquezas. De todas las pirámides que hay en Egipto, las más famosas son las de Giza; Keops, Kefrén y Micerino. Para llegar hasta la cámara funeraria hay que atravesar un estrecho y empinado corredor. Sin embargo, alfinal del recorrido uno siente que no fue en vano el esfuerzo. Allí está el sarcófago de granito, mostrando la obsesión con que los egipicios cuidaban de sus tumbas aunque lamentablemente todas fueron saqueadas.
Dos nombres estremecedores adquirió La Esfinge. Llamada por los griegos El Gran Diablo, y por los árabes El Padre del Terror, preserva todavía su misterio a pesar de los altísimos edificios que le quitan perspectiva. Otro imperdible es la Ciudadela Medieval de Saladino, en la colina de Mukattam. Entre sus múltiples construcciones, la más espectacular es la Mezquita de Alabastro. A los pies de La Ciudadela se extiende la Ciudad de los Muertos. Cerca de un millón de personas habitan este lugar en el que mezquitas, mausoleos, tumbas de fatimidas y mamelucos conforman un gigantesco cementerio.
La pirámide más antigua se encuentra en Sakkara. Se recomienda ir al atardecer, momento mágico que coincide con la vuelta de los campesinos a sus casas, arreando burros y ovejas.
A Luxor, antigua Tebas, se puede llegar por barco navegando por el Nilo, que la divide en La Ciudad de los Vinos, orilla oriental - por donde sale el sol-, y La Ciudad de los Muertos, orilla occidental - donde Febo se despide hasta el día siguiente-. Es una ciudad pequeña y con un gran atractivo, que sobrevive gracias al turismo. En el centro está el Templo de Luxor, que impacta con las dos enormes estatuas de Ramsés II y un obelisco idéntico al que está en la Place de la Concorde, en París.
Karnak es inmenso. Sus templos ocupan 42 hectáreas y se necesitaron dos siglos para concluir la tarea titánica de construirlos. Las esfinges que están a la entrada lo unían con el templo de Luxor, a 4 kilómetros de distancia. Al fondo está el obelisco más grande del mundo, de 29 metros de altura, construidopor la reina Hatseptsut. Un interesante espectáculo de luz y sonido logra conmover mostrando la imagen nocturna de un Karnak que recupera su esplendor gracias a la increíble iluminación.
Cruzando el Nilo, se pueden visitar Los Colosos de Memnon y el Templo de Hatsepsut, extraordinaria mujer que gobernó Egipto como regente de su hijastro, y que se hacía representar como hombre en estatuas y dibujos, ya que el hombre debía ser el faraón. Fiel a su condición femenina, sus bajorrelieves nunca describen guerras.
Los Valles de Los Reyes, los Nobles, las Reinas y los Artesanos reúnen numerosas tumbas. La de Nefertari, la esposa preferida de Ramsés II, es sin duda la más bella y actualmente está en restauración. Continuando por el río más largo del mundo - tiene una extensión de 6.700 kilómetros- se llega a Esna, cuyo templo quedó hundido en el corazón de la ciudad.
Mundialmente famosa por los tesoros de Tutankhamón sus centenares de piedras preciosas incrustadas en 2500 objetos de oro, marfil, alabastro y madera, constituyen un tesoro de valor incalculable.
Ni siquiera los gritos, los bocinazos o el impiadoso sol logran empañar el impacto qu eprovoca la visita a las grandes pirámides, arquitectura pensada para la eternidad y, de hecho, la única de las siete marabillas del mundo que aún se conserva en la Tierra. Estas enormes estructuras funerarias estaban destinadas a los faraones -dioses para los egipcios-, quienes al finalizar sus días en este mundo partían rumbo al país de los muertos pasra reunirse con otros dioses. Mientras tanto, su cuerpo pagaría el precio de ser momia a cambio de la compañía permanente de fabulosas riquezas. De todas las pirámides que hay en Egipto, las más famosas son las de Giza; Keops, Kefrén y Micerino. Para llegar hasta la cámara funeraria hay que atravesar un estrecho y empinado corredor. Sin embargo, alfinal del recorrido uno siente que no fue en vano el esfuerzo. Allí está el sarcófago de granito, mostrando la obsesión con que los egipicios cuidaban de sus tumbas aunque lamentablemente todas fueron saqueadas.
Dos nombres estremecedores adquirió La Esfinge. Llamada por los griegos El Gran Diablo, y por los árabes El Padre del Terror, preserva todavía su misterio a pesar de los altísimos edificios que le quitan perspectiva. Otro imperdible es la Ciudadela Medieval de Saladino, en la colina de Mukattam. Entre sus múltiples construcciones, la más espectacular es la Mezquita de Alabastro. A los pies de La Ciudadela se extiende la Ciudad de los Muertos. Cerca de un millón de personas habitan este lugar en el que mezquitas, mausoleos, tumbas de fatimidas y mamelucos conforman un gigantesco cementerio.
La pirámide más antigua se encuentra en Sakkara. Se recomienda ir al atardecer, momento mágico que coincide con la vuelta de los campesinos a sus casas, arreando burros y ovejas.
A Luxor, antigua Tebas, se puede llegar por barco navegando por el Nilo, que la divide en La Ciudad de los Vinos, orilla oriental - por donde sale el sol-, y La Ciudad de los Muertos, orilla occidental - donde Febo se despide hasta el día siguiente-. Es una ciudad pequeña y con un gran atractivo, que sobrevive gracias al turismo. En el centro está el Templo de Luxor, que impacta con las dos enormes estatuas de Ramsés II y un obelisco idéntico al que está en la Place de la Concorde, en París.
Karnak es inmenso. Sus templos ocupan 42 hectáreas y se necesitaron dos siglos para concluir la tarea titánica de construirlos. Las esfinges que están a la entrada lo unían con el templo de Luxor, a 4 kilómetros de distancia. Al fondo está el obelisco más grande del mundo, de 29 metros de altura, construidopor la reina Hatseptsut. Un interesante espectáculo de luz y sonido logra conmover mostrando la imagen nocturna de un Karnak que recupera su esplendor gracias a la increíble iluminación.
Cruzando el Nilo, se pueden visitar Los Colosos de Memnon y el Templo de Hatsepsut, extraordinaria mujer que gobernó Egipto como regente de su hijastro, y que se hacía representar como hombre en estatuas y dibujos, ya que el hombre debía ser el faraón. Fiel a su condición femenina, sus bajorrelieves nunca describen guerras.
Los Valles de Los Reyes, los Nobles, las Reinas y los Artesanos reúnen numerosas tumbas. La de Nefertari, la esposa preferida de Ramsés II, es sin duda la más bella y actualmente está en restauración. Continuando por el río más largo del mundo - tiene una extensión de 6.700 kilómetros- se llega a Esna, cuyo templo quedó hundido en el corazón de la ciudad.
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