El conquistador del Everest
- Rosalina Orocú Mojica
El móvil de Michael Morales para embarcarse en esa aventura no fue la fama. Ella llegó por añadidura.
E n la cima de la montaña más alta del mundo, el Everest, cuando plantó la bandera panameña, Michael estuvo muy cerca del cielo, de Dios.
También estuvo muy cerca de la muerte, que con su frío glacial abraza a otros alpinistas que precedieron a este panameño en el intento de conquistar el Everest.
Michael rindió tributo póstumo a ellos. Tuvo palabras de admiración para el también panameño Alexander Chen, quien en el 2005 estuvo a punto de lograr su sueño, en similar empresa, en El Himalaya, la cordillera más alta de la Tierra, pero lo venció la muerte.
En la Biblioteca Nacional, en conversatorio organizado por TransPanamá, que apoyó a Michael Morales en su empresa, el joven relató las vicisitudes que pasó.
Explicó que hay dos formas de escalar el Everest, por el lado del Tíbet (Norte), o por el lado de Nepal (Sur). Ellos lo hicieron por el Sur. Aprendió a escalar con los sherpas, con quienes había convivido en viajes anteriores a Nepal, donde estudió Budismo.
Según dijo, la comunidad de sherpas, que agrupa a 35 mil sherpas es un grupo único a nivel mundial. Son personas que emigraron hace 500 años desde El Tíbet y trajeron el Budismo.
Los chinos están reacios a que la gente escale por el Norte y como en el mundo del alpinismo el Everest es un premio, cada escalador debe pagar B/. 10 mil al gobierno de Nepal por el permiso para escalar por el lado Sur.
Escalar el Everest toma casi mes y medio y se hacen tres rotaciones.
La primera rotación es dificilísima, es al campamento base. Entonces, hay que quedarse en él varios días para aclimatarse, lo cual no tiene nada que ver con la genética ni si eres o no atleta. Allí el cuerpo tiene que generar lo que requiere para sobrevivir, dijo Michael, quien se enfermó porque su cuerpo no produce glóbulos rojos al mismo ritmo que otras personas.
Ahora bien, antes hay que pasar por un área muy peligrosa y poco predecible, la de la cascada de hielo, con muchas grietas, porque de día y noche hay avalanchas y su apariencia varía constantemente, por cuanto los sherpas son los que tienen que ir “dibujando” y actualizando la ruta o mapa.
“Ellos”, dijo Michael Morales en la BINAL, “hacen la parte más difícil. Nosotros lo que hacemos es seguir sus huellas. Los sherpas suben con 6 ó 7 tanques de oxígeno (que pesan 70 libras)”.
Michael y los otros alpinistas sólo cuando van del campamento 3 al 4 es que llevan algunas cosas y al bajar. Hay que ahorrar todas las energías posibles, pues la travesía no es fácil. Hallan gente muerta congelada (120 cuerpos, algunos bien conservados hay en la ruta), hay avalanchas, se retrasan, comen algo, recuperan un poco el peso y otra vez reinician el ascenso... Hubo momentos en que un ascenso de mil metros les tomó 12 a 13 horas.
Allá arriba El cuerpo no funciona 100%. Se llena de humedad y es menos eficiente. Todo es más lento, más difícil. Toma más tiempo. Ponerse las botas, hasta media hora.
Entre quienes iniciaron la aventura había dos grupos de Discovery Channel, uno de mujeres de Croacia y otro de mujeres de Singapur.
Hubo alguien que tuvo quemaduras de frío en las manos y tuvo que ser evacuado en helicóptero. Otro perdió la vista. Estuvo también el que se fracturó. Michael logró su meta. Es el primer panameño que escaló el Everest.
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