José De Jesús Martínez
Publicado 2004/12/01 00:00:00
- Aristides Martínez Ortega.
José de Jesús Martínez, 1929, mantiene una concentrada preocupación en toda su obra poética. En efecto, es Martínez un poeta hondamente preocupado por el ser, el estar, el morir, por el misterio de aparecer y desaparecer; cavila, escudriña, el sentido profundo de la vida.
Vivió en una gran cantidad de países de América y Europa. En Estados Unidos hizo estudios navales y también estudió ciencias, y sus estudios de filosofía los hizo en Alemania.. Hizo estudios superiores de matemáticas en París. Fue, pues, un hombre culto, que vivió intensamente. Como autor firmó libros de poesías, obras de teatro, ensayos filosóficos y sobre matemática moderna.
La estrella de la tarde, México, 1950, es su primer libro de poemas. Hay una fuerte influencia de Vallejo y de Quevedo, en los sonetos de este libro: "Ardiendo el día feroz me hace pedazos / con viento, el sol y su zapato duro; / y me mata, y derrumba como un muro, / a fuego lento, a duros manotazos;".("Lamentaciones").
Angustia existencial es la nota predominante, como en todos sus libros: "Veinte y cuatro colmillos tiene el día / que con su hora y feroz manera / me muerde como perro, como fiera / de carne hambriento y de la vida mía. / Cada minuto es leña seca y fría / que me apresura al corazón-hoguera / para que salte en su veloz carrera / hacia la sorda campanada umbría".
Al año siguiente publica Tres lecciones en verso, México, 1951, libro en que se siente una nueva influencia, la de las Residencias de Neruda.
Este libro consta de tres lecciones que al poeta le da la mano, el árbol y la primavera: "Tú, que te nutres, árbol, de la tierra / llena de margas sombras y de muertos / tienes el pelo verde, de esperanza, / y alzas los brazos saludando al cielo. / Yo, sin embargo, que me nutren nubes / y esperanza y pájaros y sueño, / y que huyo de la tierra y sus gusanos, / siempre miro hacia abajo, y tengo el pelo / más negro que la noche y más amargo, / por más que es luz y cielo mi alimento".
Poemas a ella, 1963, más que a ella son poemas sobre él. Siempre el problema del ser y de la existencia. El poeta busca en la emoción del amor claves para explicarse las cosas del existir. Ni el amor lo hace salir de sí: "Hace ya tanto yo que no te veo / que si me viera ahora no podría / quizá reconocerme. Dónde he estado? / Que he hecho yo durante tantas cosas, / durante tanto yo, perdido y solo, / lejos de mí, viviéndome en secreto, / resentido quizás, seguramente odiándome, / sin decirme nada?" ("Hace ya tanto yo…").
La amada es simple cebo, cebo amado, con que quiere el poeta atraparse para saber de él: "Ponte aquí, frente a mí. / Eres el cebo. / Ahora sonríe. / Cuando yo venga, cuando pase / por mí, bésalo, cógelo, / que no se escape, quiero verlo. / Es una trampa que me pongo. / Calla. Calla. Ya le oigo / Sonríe, Disimula. / Esta vez si lo vamos a coger". ("Ponte aquí…").
Pareciera que a Martínez le angustia saber cuál de los cuatro Martínez es el verdadero; el Martínez que es, el Martínez que él cree que es, el Martínez que los demás creen que es y el Martínez que él quiere ser; éste último, el más importante para Unamuno y, quizá, también para el propio Martínez, que busca ayuda en la amada para ver si da con el secreto de su propio ser.
Martínez no supera su obsesión, su angustia existencial, por lo que se excusa ante la amada, decepcionado de no dar con la verdad: "Hecho de pura piel, parado afuera, / no me desprecies por buscar mi alma, / no me abandones por buscarme adentro, / no existe nada adentro, era mentira, / adentro existe solamente un hueco / por donde pueden verse las estrellas / aún en pleno día, por donde entra / un silencio que suena como grillo, / un ensordecedor, un gran silencio. / Tócame. Este soy yo. No lo sabías? / Está bien. Te lo perdono. / He estado sólo durante tanto tiempo! / Este soy yo, mirándote, aquí, afuera. / No existe nadie de mis ojos. / Yo soy mis ojos".
Tocan en mí, golpean.Alguien del otro lado quiereabrirme en dos como una puerta, entrar, nacer, pasar, buscar a una mujer, recoger algo, huir de Dios, asilarse en el mundo. Alguien, del otro lado, me sacudecon terror, con prisa y humildad y urgencia. Quizás un niño muerto, perseguidoo un ángel comunista o un pobre diablo, o un dios indio que nunca pudo aprender latín, o un dios griego humillado, afeado, perdonado, o yo mismo quizás, quizás yo mismo, el yo que siempresospeché me habían robado y escondido. Alguien, en todo caso, caído en la desgracia, con pánico en lo abierto, me golpea, toca en mi corazón, se agarra de mis huesos, me sacude, me llora, me suplica que le abra…
Todo cesa de pronto. De pronto ya no hay nada. De pronto, estoy tranquilo. Lo han hallado, supongo. Y en el silencio y en la paz que quedosólo se siente un suave viento indiferente, una pequeña nada fría, sonreída y tontay un raro escalofrío que también se va.
Lo que antes estaba claro, ahora ya no lo está. Me he perdido en el mundo. Y antes, me parece recordar (que vivía conmigo. o cerca de mí al menos,, con mi consentimiento. Recuerdo que reía.)
Pero un día me vi mi mano, y más allá, un jarrón, y ambas cosas me fueron perfectamente extrañas. Me era lo mismo decir, soy un jarrón. Yo quería decir que no era yo, que me había perdido, o quizás que comenzaba a buscarme, y ya no estaba.
A veces, como ahora, de noche, oigo ladrar un perro lejano, y me digo, ¡si seré yo!. ¡si no seré ese perro!
Nada peor puede pasarme, nada en el mundo puededarme un dolor más grandeque el saber, al final de cuentas, que yo era yo, que no era nada.
Dios mío por lo menos que a la hora de morirme esté ladrando un perro.
Aquí están las cosas. Aquí estamos todos. La hora llegó puntual;
desde hace siglos venía para acá. Llegó el viento, atrasado. Aquí estamos todos. Esperando. A mí quizás. Esperándome. No llego. Me impaciento.
Me di una cita aquí conmigo, en esta hora junto a esta mesay esos cigarrillos y ese libro que también esperan. Me di una cita aquí conmigo y yo no vine.
Dejo esta nota aquí sobre la mesapor si vengo de haberme ido, por si vengo después de haberme muerto y ya no está.
Yo estuve aquí, necesité de mí, me sentía mal, estaba solo.
¡Qué lejana que estás, aquí, conmigo! Te veo desde mis ojos como un preso. No. Los ojos me dicen que te ven, me conversan de Ti como si fueses un ciego.
Lejos de ti, a solas y a tu lado, les visto a mis palabras, les encargoque le digan a tu oídoque te diga que dicen que yo digoque vivo amándote, esperandoverte asomada, tú también presa, a tus ojos.
Mando mi cuerpo al tuyo a que lo gocey el pensamiento entoncesen un rincón oscuroy más solo que nunca, se masturba.
Mi cuerpo y yo te amamos. El cerca, yo de lejos. Y desde allá, en la lejanía,
y casi, amor, como por teléfonome habla de ti, oigo tus besos, de lejos siempre, como dulces piedrecitasque cayeran al agua de mi alma.
De sueño, amor, de sueño y no de carne te conozco. estás conmigo como si estuvieras en el cuarto del vecino. Vienes, te das a mícomo si te entregaras a un amigo mío.
Odíalo tu, que me traiciona. Vete de mí, que quiero estar contigosin compartir con nadie tu presenciay más solo que nunca, en un rincón oscuro. Salen barcos y trenes de mi alma. Detrás de ti suena como un mar rompiéndose entre las piedras de tu alma.
Y recorriéndote la piel, la vida, en las arenasme encuentro cosas tuyas: aquí una huella de la que no veré jamás, allí una prenda de vestircon tu olor, aún con tu calor. Me pitan trenes en el sueño, y en la mañana encuentro, alborozado, barcos que de ti han llegado, cargadosde besos como moluscos y especies olorosas.
Oh, tú, allende el mar. ¿Lo oyes? ¡lo oyes cómo brama? Me empuja, me rechaza, me moja las orillas del almay te presto mi cuerpo, porque el cuerpoes el solo alimento del sueño y del recuerdoy la sola lucha de la vida.
Lo mismo que nos une nos separacon altos muros que arañamos. Amanezco arañado, amaneces recorrida, amanecemos náufragos, cansados, y más solos que nunca. ¿Lo oyes? ¿Lo oyes cómo brama? Y más extraños.
¡Qué lejos estás, aquí, en mi cama! ¡Cuán imposible entre mis brazos, una leyenda casi…! Terminaré alejándome, oyéndome a ti de ti. Terminarás odiándome…
Vivió en una gran cantidad de países de América y Europa. En Estados Unidos hizo estudios navales y también estudió ciencias, y sus estudios de filosofía los hizo en Alemania.. Hizo estudios superiores de matemáticas en París. Fue, pues, un hombre culto, que vivió intensamente. Como autor firmó libros de poesías, obras de teatro, ensayos filosóficos y sobre matemática moderna.
La estrella de la tarde, México, 1950, es su primer libro de poemas. Hay una fuerte influencia de Vallejo y de Quevedo, en los sonetos de este libro: "Ardiendo el día feroz me hace pedazos / con viento, el sol y su zapato duro; / y me mata, y derrumba como un muro, / a fuego lento, a duros manotazos;".("Lamentaciones").
Angustia existencial es la nota predominante, como en todos sus libros: "Veinte y cuatro colmillos tiene el día / que con su hora y feroz manera / me muerde como perro, como fiera / de carne hambriento y de la vida mía. / Cada minuto es leña seca y fría / que me apresura al corazón-hoguera / para que salte en su veloz carrera / hacia la sorda campanada umbría".
Al año siguiente publica Tres lecciones en verso, México, 1951, libro en que se siente una nueva influencia, la de las Residencias de Neruda.
Este libro consta de tres lecciones que al poeta le da la mano, el árbol y la primavera: "Tú, que te nutres, árbol, de la tierra / llena de margas sombras y de muertos / tienes el pelo verde, de esperanza, / y alzas los brazos saludando al cielo. / Yo, sin embargo, que me nutren nubes / y esperanza y pájaros y sueño, / y que huyo de la tierra y sus gusanos, / siempre miro hacia abajo, y tengo el pelo / más negro que la noche y más amargo, / por más que es luz y cielo mi alimento".
Poemas a ella, 1963, más que a ella son poemas sobre él. Siempre el problema del ser y de la existencia. El poeta busca en la emoción del amor claves para explicarse las cosas del existir. Ni el amor lo hace salir de sí: "Hace ya tanto yo que no te veo / que si me viera ahora no podría / quizá reconocerme. Dónde he estado? / Que he hecho yo durante tantas cosas, / durante tanto yo, perdido y solo, / lejos de mí, viviéndome en secreto, / resentido quizás, seguramente odiándome, / sin decirme nada?" ("Hace ya tanto yo…").
La amada es simple cebo, cebo amado, con que quiere el poeta atraparse para saber de él: "Ponte aquí, frente a mí. / Eres el cebo. / Ahora sonríe. / Cuando yo venga, cuando pase / por mí, bésalo, cógelo, / que no se escape, quiero verlo. / Es una trampa que me pongo. / Calla. Calla. Ya le oigo / Sonríe, Disimula. / Esta vez si lo vamos a coger". ("Ponte aquí…").
Pareciera que a Martínez le angustia saber cuál de los cuatro Martínez es el verdadero; el Martínez que es, el Martínez que él cree que es, el Martínez que los demás creen que es y el Martínez que él quiere ser; éste último, el más importante para Unamuno y, quizá, también para el propio Martínez, que busca ayuda en la amada para ver si da con el secreto de su propio ser.
Martínez no supera su obsesión, su angustia existencial, por lo que se excusa ante la amada, decepcionado de no dar con la verdad: "Hecho de pura piel, parado afuera, / no me desprecies por buscar mi alma, / no me abandones por buscarme adentro, / no existe nada adentro, era mentira, / adentro existe solamente un hueco / por donde pueden verse las estrellas / aún en pleno día, por donde entra / un silencio que suena como grillo, / un ensordecedor, un gran silencio. / Tócame. Este soy yo. No lo sabías? / Está bien. Te lo perdono. / He estado sólo durante tanto tiempo! / Este soy yo, mirándote, aquí, afuera. / No existe nadie de mis ojos. / Yo soy mis ojos".
Tocan en mí, golpean.Alguien del otro lado quiereabrirme en dos como una puerta, entrar, nacer, pasar, buscar a una mujer, recoger algo, huir de Dios, asilarse en el mundo. Alguien, del otro lado, me sacudecon terror, con prisa y humildad y urgencia. Quizás un niño muerto, perseguidoo un ángel comunista o un pobre diablo, o un dios indio que nunca pudo aprender latín, o un dios griego humillado, afeado, perdonado, o yo mismo quizás, quizás yo mismo, el yo que siempresospeché me habían robado y escondido. Alguien, en todo caso, caído en la desgracia, con pánico en lo abierto, me golpea, toca en mi corazón, se agarra de mis huesos, me sacude, me llora, me suplica que le abra…
Todo cesa de pronto. De pronto ya no hay nada. De pronto, estoy tranquilo. Lo han hallado, supongo. Y en el silencio y en la paz que quedosólo se siente un suave viento indiferente, una pequeña nada fría, sonreída y tontay un raro escalofrío que también se va.
Lo que antes estaba claro, ahora ya no lo está. Me he perdido en el mundo. Y antes, me parece recordar (que vivía conmigo. o cerca de mí al menos,, con mi consentimiento. Recuerdo que reía.)
Pero un día me vi mi mano, y más allá, un jarrón, y ambas cosas me fueron perfectamente extrañas. Me era lo mismo decir, soy un jarrón. Yo quería decir que no era yo, que me había perdido, o quizás que comenzaba a buscarme, y ya no estaba.
A veces, como ahora, de noche, oigo ladrar un perro lejano, y me digo, ¡si seré yo!. ¡si no seré ese perro!
Nada peor puede pasarme, nada en el mundo puededarme un dolor más grandeque el saber, al final de cuentas, que yo era yo, que no era nada.
Dios mío por lo menos que a la hora de morirme esté ladrando un perro.
Aquí están las cosas. Aquí estamos todos. La hora llegó puntual;
desde hace siglos venía para acá. Llegó el viento, atrasado. Aquí estamos todos. Esperando. A mí quizás. Esperándome. No llego. Me impaciento.
Me di una cita aquí conmigo, en esta hora junto a esta mesay esos cigarrillos y ese libro que también esperan. Me di una cita aquí conmigo y yo no vine.
Dejo esta nota aquí sobre la mesapor si vengo de haberme ido, por si vengo después de haberme muerto y ya no está.
Yo estuve aquí, necesité de mí, me sentía mal, estaba solo.
¡Qué lejana que estás, aquí, conmigo! Te veo desde mis ojos como un preso. No. Los ojos me dicen que te ven, me conversan de Ti como si fueses un ciego.
Lejos de ti, a solas y a tu lado, les visto a mis palabras, les encargoque le digan a tu oídoque te diga que dicen que yo digoque vivo amándote, esperandoverte asomada, tú también presa, a tus ojos.
Mando mi cuerpo al tuyo a que lo gocey el pensamiento entoncesen un rincón oscuroy más solo que nunca, se masturba.
Mi cuerpo y yo te amamos. El cerca, yo de lejos. Y desde allá, en la lejanía,
y casi, amor, como por teléfonome habla de ti, oigo tus besos, de lejos siempre, como dulces piedrecitasque cayeran al agua de mi alma.
De sueño, amor, de sueño y no de carne te conozco. estás conmigo como si estuvieras en el cuarto del vecino. Vienes, te das a mícomo si te entregaras a un amigo mío.
Odíalo tu, que me traiciona. Vete de mí, que quiero estar contigosin compartir con nadie tu presenciay más solo que nunca, en un rincón oscuro. Salen barcos y trenes de mi alma. Detrás de ti suena como un mar rompiéndose entre las piedras de tu alma.
Y recorriéndote la piel, la vida, en las arenasme encuentro cosas tuyas: aquí una huella de la que no veré jamás, allí una prenda de vestircon tu olor, aún con tu calor. Me pitan trenes en el sueño, y en la mañana encuentro, alborozado, barcos que de ti han llegado, cargadosde besos como moluscos y especies olorosas.
Oh, tú, allende el mar. ¿Lo oyes? ¡lo oyes cómo brama? Me empuja, me rechaza, me moja las orillas del almay te presto mi cuerpo, porque el cuerpoes el solo alimento del sueño y del recuerdoy la sola lucha de la vida.
Lo mismo que nos une nos separacon altos muros que arañamos. Amanezco arañado, amaneces recorrida, amanecemos náufragos, cansados, y más solos que nunca. ¿Lo oyes? ¿Lo oyes cómo brama? Y más extraños.
¡Qué lejos estás, aquí, en mi cama! ¡Cuán imposible entre mis brazos, una leyenda casi…! Terminaré alejándome, oyéndome a ti de ti. Terminarás odiándome…
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