Kate Middleton vuelve al trabajo cinco días antes del bautizo del príncipe George

Kate Middleton ha retomado su agenda oficial solo cinco días antes del bautizo de su hijo George, previsto para el próximo miércoles. La duquesa de Cambridge ha reaparecido en el Parque Olímpico, donde ha asistido a un acto de SportsAid, fundación de la que es patrona, y que se dedica a apoyar a jóvenes con problemas de movilidad que practican deporte. Kate, que se encuentra ya en plena forma tras el embarazo y el parto, jugó con los atletas durante algunos minutos.

Desde el nacimiento del príncipe Jorge en julio, la duquesa solo ha hecho dos apariciones públicas: una ayudando a su esposo dar la salida en una maratón en Anglesey y otra con él en una cena de gala de una fundación que protege a los animales salvajes. Este ha sido, por tanto, su primer acto en solitario.

William y Kate se encuentran ya instalados en Londres, donde se han trasladado una vez que el duque ha abandonado su trabajo en la unidad de helicópteros de rescate. El nieto de Isabel II, segundo en la línea de sucesión al trono, también ha retomado su trabajo tras un tiempo dedicado a su hijo. El jueves fue el encargado de condecorar al tenista Andy Murray, ganador del torneo de Wimbledon, en nombre su abuela la reina.

Los duques viven ahora en St. James, el palacio en el que residió hasta su muerte Lady Di. Será en la capilla de esta residencia real donde el miércoles su hijo recibirá las aguas bautismales. La pareja ha querido organizar este acto a su manera. Se tratará de una ceremonia con un carácter más familiar que formal aunque no por ello perderá el protocolo que corresponde a quien ocupa el tercer lugar en la línea de sucesión al trono. Así ha trascendido que los padrinos serán amigos de William y Kate, entre ellos quien fue su compañero de piso en la universidad.

La lista de invitados también se redució a la familia más íntima de los Middleton y a los miembros más importantes de la familia real británica con la reina Isabel al frente. El príncipe será bautizado por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, en la capilla real de St. James en un servicio que durará aproximadamente 45 minutos.