Loas y música para el Dr. Jaime Ingram
- Rosalina Orocu
El Instituto Nacional de Cultura (INAC) y la Universidad de Panamá le dedicaron el Concierto de Culminación del Año Académico.
Sólo faltaron la alfombra roja y la champaña.
Junto a su compañera Nelly, también pianista, el doctor Jaime Ingram saboreó otro triunfo en su larga y destacada carrera musical.
No podía haberse elegido un mejor lugar para este homenaje, que el Teatro Nacional. Estudiantes, músicos, amigos y familiares del creador y primer director del Instituto Nacional de Cultura (INAC) lo acompañaban en tan especial noche.
Bessie Vásquez aplaudió la iniciativa, ya que "hay que reconocer a las figuras relevantes del país, que dejan en alto el nombre del país. Para que la juventud las conozca".
El doctor Roderick Esquivel, ex vicepresidente de la República, opinó que "ya era hora de que le hicieran un homenaje a Jaime, quien ha sido un gran hombre que ha contribuido enormemente al desarrollo de Panamá. Si no hubiera sido por él, no existiría el INAC".
El Rector Magnífico de la Universidad de Panamá, doctor Gustavo García de Paredes dijo que "se trata de un homenaje merecido. El doctor Ingram ha representado a Panamá en grandes escenarios del mundo y lo ha hecho siempre con mucha altura y gran profesionalismo".
El programa musical empezó con la participación de los pianistas Luis y Margarita Troetsch.
Las notas del pentagrama se hicieron escuchar poniendo de relieve la habilidad de estos dos reconocidos pianistas, que jubilosos ofrendaban la música a su homólogo.
Correspondió luego a la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Panamá, dirigida por el maestro Efraín Cruz De Gracia, interpretar Pavana para una Infanta Difunta, de Maurice Ravel.
Posteriormente se escucharon Suite No. 1 de la ópera "Carmen" (George Bizet) y Un bel di vedremo (un hermoso día veremos, de la ópera Madame Butterfly de Giacomo Puccini, por la soprano Brena Aguilar) y Masicku na nebi hlubokem (Canción a la luna), de la ópera Kusalka de Antonin Dvorak, por la también soprano Elisa Troetsch.
El Maestro Ingram se mostró emocionado.
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