Mentiroso, mentiroso
Publicado 2004/08/23 23:00:00
- Ernesto Cedeño Alvarado
Aunque la mentira suele acompañarnos desde la infancia, al imaginar y exagerar situaciones, y hasta al imitar a los mayores, se supone q ue a medida que crecemos, el hábito de mentir debe ir quedando atrás. Sin embargo, algunas veces ésto se convierte en toda una costumbre.
Si bien es cierto que todos mentimos en algún momento, ya sea por necesidad, respeto, interés, conveniencia, vergüenza, piedad, desesperación, defensa o porque sí; también es cierto que las mentiras evolucionan junto a nuestra personalidad.
Y es precisamente por ello que el complejo de inferioridad tiene el poder de hacer a una persona víctima de la mentira, siempre con el fin de impresionar a los demás.
Aunque algunos expertos aseguralos que las mentiras contribuyen con el desarrollo humano y la convivencia, y hasta que ciertas mentiras juegan un papel positivo en el desarrollo emocional infantil; para otros, estas no sólo pueden trastornar la vida del mentiroso, sino también la de aquellos a quienes miente, sobre todo cuando se trata del pasado.
Comúnmente, se conoce al mentiroso como un individuo con desajuste de personalidad, así como desorden a raíz de inseguridad, induciéndolo a refugiarse detrás de las apariencias; no obstante, lo peor es que el mentiroso crónico no sólo pretende que los demás crean sus historias, sino que tiende a caer en las redes de su propia mentira, llevándolo a una tras otra, con el fin de ocultar la primera.
Se dice que un pequeño con problemas de autoestima mentirá tanto en la escuela, como en la casa, así como con los amigos, al igual que quien tiene miedo al castigo, lo hará en determinadas situaciones y ante aquellos a los que teme.
Los pequeños pueden decir, desde que se encontraron con una gran estrella del espectáculo o que sus padres son adinerados, sólo para elevar su autoestima y sobresalir socialmente, sin que sea preocupante porque forma parte de los juegos infantiles.
No obstante, según los entendidos, las mentiras reiteradas que aluden a la posición social, son síntoma de desórdenes psicológicos que reflejan una mala percepción de sí mismo, comúnmente producto de la humillación, el menosprecio, las burlas y el ser ignorado.
Tanto es así, que un estudio ha revelado que la mentira más agresiva de los adultos es la "pseudología fantástica", en la que una persona inventa cuentos ficticios sobre su pasado, algunos con un pequeño fondo de verdad, para "autoengrandecerse", y a la vez, "autoengañarse".
Aún cuando se es un mentiroso "especializado", existen algunos pequeños datos que nos ayudan a reconocer cuando una persona miente.
Según la psicoterapeuta Lyzeika Villamil, el mentiroso tiende a mostrar nerviosismo al dar la información, que normalmente le cuesta sustentar con datos sólidos.
De la misma forma, le es difícil encontrar en el momento las palabras, las cuales no le fluyen libremente, a menos que se trate de un mentiroso patológico.
Otro dato es que es notable su ansiedad, expresada ya sea a través de las manos, los gestos y los ojos, que en algunos casos, se da como buscando en el aire la información.
De acuerdo con la especialista, es preferible no confrontar al mentiroso patológico, sino escucharlo o ignorar sus historias, ya que de por sí, lo que busca en el fondo es atención y aceptación, y de alguna manera, no hay que negar que es toda una hazaña su capacidad de imaginación.
Según un estudio británico, un tercio de los chicos que fueron calificados como mentirosos, ya sea por sus padres o maestros, quince años después cometieron delitos penales.
Algo parecido revela un informe estadounidense, que sugiere que para los catalogados como mentirosos en la escuela primaria, la probabilidad de cumplir una pena por robo cuando tenga veinte años, es significativamente mayor que la del resto de sus compañeros.
Si bien es cierto que todos mentimos en algún momento, ya sea por necesidad, respeto, interés, conveniencia, vergüenza, piedad, desesperación, defensa o porque sí; también es cierto que las mentiras evolucionan junto a nuestra personalidad.
Y es precisamente por ello que el complejo de inferioridad tiene el poder de hacer a una persona víctima de la mentira, siempre con el fin de impresionar a los demás.
Aunque algunos expertos aseguralos que las mentiras contribuyen con el desarrollo humano y la convivencia, y hasta que ciertas mentiras juegan un papel positivo en el desarrollo emocional infantil; para otros, estas no sólo pueden trastornar la vida del mentiroso, sino también la de aquellos a quienes miente, sobre todo cuando se trata del pasado.
Comúnmente, se conoce al mentiroso como un individuo con desajuste de personalidad, así como desorden a raíz de inseguridad, induciéndolo a refugiarse detrás de las apariencias; no obstante, lo peor es que el mentiroso crónico no sólo pretende que los demás crean sus historias, sino que tiende a caer en las redes de su propia mentira, llevándolo a una tras otra, con el fin de ocultar la primera.
Se dice que un pequeño con problemas de autoestima mentirá tanto en la escuela, como en la casa, así como con los amigos, al igual que quien tiene miedo al castigo, lo hará en determinadas situaciones y ante aquellos a los que teme.
Los pequeños pueden decir, desde que se encontraron con una gran estrella del espectáculo o que sus padres son adinerados, sólo para elevar su autoestima y sobresalir socialmente, sin que sea preocupante porque forma parte de los juegos infantiles.
No obstante, según los entendidos, las mentiras reiteradas que aluden a la posición social, son síntoma de desórdenes psicológicos que reflejan una mala percepción de sí mismo, comúnmente producto de la humillación, el menosprecio, las burlas y el ser ignorado.
Tanto es así, que un estudio ha revelado que la mentira más agresiva de los adultos es la "pseudología fantástica", en la que una persona inventa cuentos ficticios sobre su pasado, algunos con un pequeño fondo de verdad, para "autoengrandecerse", y a la vez, "autoengañarse".
Aún cuando se es un mentiroso "especializado", existen algunos pequeños datos que nos ayudan a reconocer cuando una persona miente.
Según la psicoterapeuta Lyzeika Villamil, el mentiroso tiende a mostrar nerviosismo al dar la información, que normalmente le cuesta sustentar con datos sólidos.
De la misma forma, le es difícil encontrar en el momento las palabras, las cuales no le fluyen libremente, a menos que se trate de un mentiroso patológico.
Otro dato es que es notable su ansiedad, expresada ya sea a través de las manos, los gestos y los ojos, que en algunos casos, se da como buscando en el aire la información.
De acuerdo con la especialista, es preferible no confrontar al mentiroso patológico, sino escucharlo o ignorar sus historias, ya que de por sí, lo que busca en el fondo es atención y aceptación, y de alguna manera, no hay que negar que es toda una hazaña su capacidad de imaginación.
Según un estudio británico, un tercio de los chicos que fueron calificados como mentirosos, ya sea por sus padres o maestros, quince años después cometieron delitos penales.
Algo parecido revela un informe estadounidense, que sugiere que para los catalogados como mentirosos en la escuela primaria, la probabilidad de cumplir una pena por robo cuando tenga veinte años, es significativamente mayor que la del resto de sus compañeros.
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