Museo de la Esmeralda
Publicado 2003/12/04 00:00:00
- Daschenka Chong
Alejandro Magno usaba un anillo de esmeralda como símbolo de su poder, Henry II de Irlanda, en el siglo XI, usaba uno con el mismo significado. Es más, una de las teorías que explican la razón por la que Irlanda es conocida como Isla Esmeralda es el constante uso de la joya por parte de su monarca.
Las gemas de los personajes anteriores provenían de una antigua mina que existió al sur de Egipto, "La Mina de Cleopatra". Se llamaba de esta manera porque la afamada mujer regalaba a sus amantes y amigos esmeraldas en las que había grabado su rostro.
La piedra representa la fidelidad y el amor, y por su color verde, también la esperanza. Esto y más aprendimos en el Museo de la Esmeralda, donde uno de sus propietario, Luis Eduardo Díaz Alfaro, nos condujo a través de la historia y por las entrañas de la tierra.
La esmeralda es la piedra preciosa más escasa que existe en el mundo, sólo se da en unos pocos países, entre ellos Colombia, Brasil y Zimbawe. En Colombia se encuentra el 55% de los yacimientos del mundo, donde, de acuerdo con los conocedores, se encuentran las piedras de mejor calidad.
Un proceso hidrotermal fue el responsable del nacimiento de la esmeralda. El silicio, el aluminio y el berilio estaban en el subsuelo y se mezclaron con un líquido caliente que fluía del interior de la Tierra; al toparse esta mezcla con la calcita se solidificó, produciéndose la piedra color verde.
En la era cretácica, las rocas junto a la calcita fueron lanzadas a la superficie por los movimientos tectónicos. Actualmente, para encontrar vetas de esmeralda los especialistas se internan dentro de las montañas, si hayan calcita es muy probable que encuentren también esmeraldas.
La pureza de las piedras se reconoce en la intensidad, fortaleza y brillo del color. Entre más intenso sea el brillo y mejor color tenga más especial es la piedra. Otro factor que determina el precio es el peso, mientras más grande sea, es más costosa.
El sabio Plinio decía que la esmeralda tenía un verde tan bonito, que es el único color que puede saciar el ojo sin fatigarlo, Luis Eduardo admitió haber sido capturado por ese verde, porque vive y piensa en función de la esmeralda. Junto a sus dos hermanos, ha trabajado por 20 años con la esmeralda, y montado tres tiendas. Las piedras grandes que tenían en exhibición llamaban tanto la atención que decidieron abrir una tienda museo para que los turistas y residentes aprendieran más acerca de la gema.
Cuando Hernán Cortés llegó a lo que hoy se conoce como Veracruz en México, le dieron entre los regalos una roca grande con esmeraldas incrustadas. Al llevársela al rey Carlos V, se dan cuenta que es esmeralda auténtica y que tienen mayor calidad que todas las que existían en Europa. Algunas culturas indígenas americanas y los egipcios ponían esmeraldas en sus tumbas porque pensaban que llevaban bienestar a la otra vida.
Organizaron entonces, expediciones en busca de oro y esmeraldas. Los españoles torturaron y asesinaron a los aborígenes para que les dijeran donde estaban las minas, pero jamás las encontraron. Con Francisco Pizarro se repitió la misma historia en Perú.
Diez años más tarde, en 1537, Gonzalo Jiménez de Quezada llegó a la sabana de Bogotá y mediante engaños logró que los indígenas muzo lo guiaran hasta donde se hallaban las minas. Los muzo eran un pueblo muy bravo, mataron a muchos españoles y ofrendaron sus vidas por guardar lo que consideraban sagrado.
Una historia cuenta que un teniente de apellido Lancheros, quien comandaba un batallón en búsqueda de esmeraldas, dejaba provisiones en cada aldea. Al ser diezmado su contingente por las enfermedades, decidió regresar; en uno de los pueblos mandó que mataran varias gallinas que habían guardado para comer, y cual fue su sorpresa cuando vio que en el buche tenían unas piedritas verdes. Ya los indígenas no podían negar que sabían acerca de las minas.
No se ilusione, que en nuestro país no hay esmeraldas, bueno, es lo es lo que por ahora se dice. Lo que sí tenemos es la oportunidad de visitar la réplica de los túneles de una mina de verdad en el Museo de la Esmeralda, ubicado en el Centro Comercial Plaza Paitilla.
Allí podrá apreciar a mineros en tamaño natural, haciendo diferente oficios. A partir de enero, tendrán también la réplica de una mina de cuatro metros de largo, dos de ancho, por dos de alto. Tendrá una serie de montañas y doscientos "mineritos" con sus herramientas. Será algo más real que documentará a los visitantes acerca de las labores de minería.
No es necesario comprar para poder visitar el museo, puede hacerlo solo/a o ir en grupo, eso sí llamando antes a los teléfonos 215-1665 o 215-1742.
La esmeralda no se promociona como el diamante porque la demanda es mayor que la oferta, ella es la reina de las gemas, la piedra de las madres, la más escasa y la más valiosa quilate por quilate.
Las gemas de los personajes anteriores provenían de una antigua mina que existió al sur de Egipto, "La Mina de Cleopatra". Se llamaba de esta manera porque la afamada mujer regalaba a sus amantes y amigos esmeraldas en las que había grabado su rostro.
La piedra representa la fidelidad y el amor, y por su color verde, también la esperanza. Esto y más aprendimos en el Museo de la Esmeralda, donde uno de sus propietario, Luis Eduardo Díaz Alfaro, nos condujo a través de la historia y por las entrañas de la tierra.
La esmeralda es la piedra preciosa más escasa que existe en el mundo, sólo se da en unos pocos países, entre ellos Colombia, Brasil y Zimbawe. En Colombia se encuentra el 55% de los yacimientos del mundo, donde, de acuerdo con los conocedores, se encuentran las piedras de mejor calidad.
Un proceso hidrotermal fue el responsable del nacimiento de la esmeralda. El silicio, el aluminio y el berilio estaban en el subsuelo y se mezclaron con un líquido caliente que fluía del interior de la Tierra; al toparse esta mezcla con la calcita se solidificó, produciéndose la piedra color verde.
En la era cretácica, las rocas junto a la calcita fueron lanzadas a la superficie por los movimientos tectónicos. Actualmente, para encontrar vetas de esmeralda los especialistas se internan dentro de las montañas, si hayan calcita es muy probable que encuentren también esmeraldas.
La pureza de las piedras se reconoce en la intensidad, fortaleza y brillo del color. Entre más intenso sea el brillo y mejor color tenga más especial es la piedra. Otro factor que determina el precio es el peso, mientras más grande sea, es más costosa.
El sabio Plinio decía que la esmeralda tenía un verde tan bonito, que es el único color que puede saciar el ojo sin fatigarlo, Luis Eduardo admitió haber sido capturado por ese verde, porque vive y piensa en función de la esmeralda. Junto a sus dos hermanos, ha trabajado por 20 años con la esmeralda, y montado tres tiendas. Las piedras grandes que tenían en exhibición llamaban tanto la atención que decidieron abrir una tienda museo para que los turistas y residentes aprendieran más acerca de la gema.
Cuando Hernán Cortés llegó a lo que hoy se conoce como Veracruz en México, le dieron entre los regalos una roca grande con esmeraldas incrustadas. Al llevársela al rey Carlos V, se dan cuenta que es esmeralda auténtica y que tienen mayor calidad que todas las que existían en Europa. Algunas culturas indígenas americanas y los egipcios ponían esmeraldas en sus tumbas porque pensaban que llevaban bienestar a la otra vida.
Organizaron entonces, expediciones en busca de oro y esmeraldas. Los españoles torturaron y asesinaron a los aborígenes para que les dijeran donde estaban las minas, pero jamás las encontraron. Con Francisco Pizarro se repitió la misma historia en Perú.
Diez años más tarde, en 1537, Gonzalo Jiménez de Quezada llegó a la sabana de Bogotá y mediante engaños logró que los indígenas muzo lo guiaran hasta donde se hallaban las minas. Los muzo eran un pueblo muy bravo, mataron a muchos españoles y ofrendaron sus vidas por guardar lo que consideraban sagrado.
Una historia cuenta que un teniente de apellido Lancheros, quien comandaba un batallón en búsqueda de esmeraldas, dejaba provisiones en cada aldea. Al ser diezmado su contingente por las enfermedades, decidió regresar; en uno de los pueblos mandó que mataran varias gallinas que habían guardado para comer, y cual fue su sorpresa cuando vio que en el buche tenían unas piedritas verdes. Ya los indígenas no podían negar que sabían acerca de las minas.
No se ilusione, que en nuestro país no hay esmeraldas, bueno, es lo es lo que por ahora se dice. Lo que sí tenemos es la oportunidad de visitar la réplica de los túneles de una mina de verdad en el Museo de la Esmeralda, ubicado en el Centro Comercial Plaza Paitilla.
Allí podrá apreciar a mineros en tamaño natural, haciendo diferente oficios. A partir de enero, tendrán también la réplica de una mina de cuatro metros de largo, dos de ancho, por dos de alto. Tendrá una serie de montañas y doscientos "mineritos" con sus herramientas. Será algo más real que documentará a los visitantes acerca de las labores de minería.
No es necesario comprar para poder visitar el museo, puede hacerlo solo/a o ir en grupo, eso sí llamando antes a los teléfonos 215-1665 o 215-1742.
La esmeralda no se promociona como el diamante porque la demanda es mayor que la oferta, ella es la reina de las gemas, la piedra de las madres, la más escasa y la más valiosa quilate por quilate.

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