Panamá
Descubrimiento de nuevas serpientes acentúa los retos
Con el hallazgo de las serpientes Sibon irmelindicaprioae y S. canopy, los desafíos para la protección de la biodiversidad siguen creciendo.
- Karol Elizabeth Lara
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- - Actualizado: 06/2/2023 - 08:46 am
En las selvas húmedas, desde Darién a Bocas del Toro, dos especies de serpientes caracoleras se deslizaban en silencio, sin que los panameños las conocieran.
Se trata de la Sibon irmelindicaprioae y S. canopy. Estas especies integran el conjunto de las cinco nuevas serpientes descubiertas recientemente y que se distribuyen entre Ecuador y Colombia.
Si leyendo como fue bautizada la S. irmelindicaprioae se encuentra el apellido de una famosa estrella de Hollywood no es casualidad. Leonardo DiCaprio escogió el nombre de uno de sus seres queridos, su madre Irmelin, como parte de su labor conservacionista para denunciar la destrucción de la selva tropical a manos de la minería.
La otra especie honra el sistema de reservas de la familia Canopy, donde se encuentra una de las serpientes descubiertas.
El biólogo ecuatoriano Alejandro Arteaga y el investigador panameño Abel Batista estuvieron al frente de estos descubrimientos.
Batista explicó a Panamá América que estas serpientes caracoleras son completamente inofensivas.
La biodiversidad con la que cuenta el país sigue creciendo. En el caso de las serpientes, se incrementa de 155 a 157 el número de especies conocidas para Panamá, no obstante estos reptiles siguen siendo víctima del repudio y temor de las personas.'
157
especies conocidas de serpientes hay en Panamá, tras el hallazgo de Batista y Arteaga.
27
especies de culebras se estima que son venenosas a lo largo de Panamá.
"El repudio se combate con educación. Estamos trabajando en ello con la publicación de un libro y ahora con el herpetario Ectotermia. Otros colegas también lo están haciendo. Hace falta llegarles a los niños", consideró Batista.
El experto recalcó que las serpientes, en general, usualmente se alejan frente a la presencia humana o son indiferentes. Solo atacan cuando se sienten amenazadas y esto ocurre habitualmente cuando las pisamos o molestamos.
Del total conocido, una pequeña cifra es venenosa. Batista explica que en el país la estimación de culebras tóxicas es de 27.
Las serpientes comedoras de caracoles neotropicales (géneros Sibon y Dipsas) tienen un estilo de vida único que las hace vulnerables a las alteraciones de su hábitat. Por un lado, son arborícolas, lo que significa que no pueden sobrevivir en áreas desprovistas de cobertura vegetal.
Además, se alimentan exclusivamente de babosas y caracoles, un tipo de presa de cuerpo blando que se encuentra principalmente a lo largo de arroyos y ríos y, presumiblemente, está disminuyendo debido a la contaminación de los cuerpos de agua.
Asimismo, se debe tomar en cuenta el impacto de la minería y deforestación, como amenazas.
Batista tiene la percepción de que las serpientes caracoleras cada vez son menos abundantes, desde que comenzó sus exploraciones en las montañas de Panamá.
Otra potencial amenaza son las enfermedades parasitarias emergentes que podrían contraer estos animales.
"Últimamente, han estado apareciendo enfermedades, a través de virus u hongos, que han atacado a estos animales y pueden ocasionar que sus poblaciones disminuyan. También pueda que el ataque no sea directamente a ellas, sino a sus presas", expuso el investigador.
Los investigadores creen que estos descubrimientos ayudan a entender a las serpientes y conocer su papel en los ecosistemas.
Por su parte, Alejandro Arteaga destacó que las selvas tropicales del río Nangaritza (Ecuador) han pasado de ser un paraíso virgen y sin descubrir a un botín que explotan mineros de oro ilegales.
El repudio se combate con educación. Hace falta llegarles a los niños.
"Ya no es un paraíso. Cientos de mineros de oro ilegales que usan retroexcavadoras ahora se han apoderado de los márgenes del río, que ahora están destruidos y convertidos en escombros", lamentó.
Las otras tres especies descubiertas y que habitan en Ecuador y Colombia son la Sibon marleyae, S. vieirai y la Dipsas welborni.
La primera fue nombrada por el inversionista Brian Sheth en honor a su hija, la segunda reconoce la figura del biólogo José Vieira y la otra destaca a David Welborn, exmiembro de la junta del grupo Nature and Culture International.
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