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Patrones migratorios de las ballenas azules siguen cautivando a los científicos

Las ballenas azules, los animales más grandes de la Tierra, recorren autopistas oceánicas ocultas.

Redacción / nacion.pa@epasa.com / @panamaamerica - Actualizado:

En este estudio, una ballena azul de aproximadamente 18 metros de longitud fue marcada con transmisor satelital cerca de la isla Fernandina en el archipiélago de las Galápagos. Crédito: Rodrigo Hucke-Gaete

Un estudio sobre el seguimiento de una sola ballena azul desveló fascinantes hallazgos sobre su viaje entre el Archipiélago de las Galápagos y el Sistema Frontal frente a la Península de Baja California (FTBCP por sus siglas en inglés).

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Esta investigación aporta valiosos datos sobre la interacción de estas ballenas con su dinámico entorno y pone de relieve la necesidad de continuar realizando esfuerzos de conservación.

A pesar de estar ampliamente distribuidas a lo largo del Océano Pacífico, los comportamientos migratorios de las ballenas azules en el Pacífico Tropical Oriental (PTO) aún no se conocen completamente. Dos poblaciones distintas -los grupos del Pacífico Nororiental (NEP) y del Pacífico Sudoriental (SEP)- atraviesan la región. La población del Pacífico Nororiental migra entre el FTBCP y zonas de alimentación distantes en el Golfo de Alaska, mientras que el grupo del Pacífico Sudoriental se desplaza hacia zonas de alimentación a lo largo de la costa de Chile y se aventura en aguas antárticas.

No obstante, las pruebas sugieren cierto solapamiento en regiones tropicales como el Archipiélago de las Galápagos y el Domo Térmico de Costa Rica, donde las poblaciones dependen de la alta productividad y los abundantes recursos alimenticios que ofrecen estas zonas.

Los estudios genéticos y los análisis acústicos confirman que estos dos grupos de ballenas son distintos, y que los individuos del grupo meridional rara vez buscan alimento en las zonas septentrionales.

Una ballena azul de aproximadamente 18 metros de longitud fue marcada con transmisor satelital cerca de la isla Fernandina en el archipiélago de las Galápagos, según el estudio.

Los investigadores del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, Héctor M. Guzmán y Rocío M. Estévez, emplearon herramientas como el modelo bayesiano de espacio de estados (BSAM) para rastrear sus movimientos y modelos ocultos de Markov (HMM) para clasificar sus estados de comportamiento.

Esta ballena proporcionó datos fundamentales durante su viaje, ofreciendo una visión poco frecuente de la dinámica migratoria en el PTO.

La ballena buscaba alimento en zonas con temperaturas más frías, mayor productividad primaria y elevados niveles de clorofila.

Estas condiciones son ideales para que se desarrollen fuentes principales de alimento de las ballenas azules.

Las características oceanográficas, como los remolinos ciclónicos y anticiclónicos, también desempeñan un papel importante en los movimientos de las ballenas, aumentando la disponibilidad de nutrientes e impulsando la productividad de la cadena alimentaria.

El Archipiélago de las Galápagos y el DomoTérmico de Costa Rica aparecen como regiones clave en el estudio. Estas áreas sirven como zonas cruciales de alimentación y cría y pueden actuar como corredores ecológicos para las ballenas migratorias.  Ambas zonas demuestran la interacción de los procesos físicos y biológicos que sustentan las poblaciones de ballenas azules.

Aunque esta investigación se centró en los movimientos de una sola ballena, sus hallazgos tienen implicaciones de gran alcance para la conservación de la ballena azul. Al identificar zonas clave de alimentación y posibles zonas de cría, el estudio subraya la importancia de proteger regiones como el archipiélago de las Galápagos y el Domo Térmico de Costa Rica.

 

Este estudio es un paso fundamental para descifrar el intrincado comportamiento migratorio de las ballenas azules en el Pacífico Oriental Tropical. Los resultados subrayan la urgente necesidad de esfuerzos de conservación que tengan en cuenta estos hábitats críticos, destacando la importancia ecológica de las zonas tropicales de alimentación y los factores oceanográficos como los remolinos. A medida que se profundiza en el conocimiento del comportamiento de la ballena azul, aumenta también la oportunidad de salvaguardar estas magníficas criaturas y los ecosistemas de los que dependen.

 

Los autores agradecen al Gobierno de Ecuador, al Servicio del Parque Nacional Galápagos y al Centro Científico Galápagos (Universidad San Francisco de Quito).

 

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