Guus Hiddink, el nuevo rey Midas
Publicado 2002/06/25 23:00:00
- RedaccÃón
La repica de la cara del entrenador Hiddink se despacha mucho más, incluso, que el del nuevo ídolo de las chicas coreanas, el goleador Ahn Jung-hwan.
Guus Hiddink, cuyo apellido es sinónimo de calidad y éxito en Corea del Sur, se ha convertido en apenas 20 días en un nuevo rey Midas que convierte en oro cuanto toca y es capaz, por sí solo, de impulsar hacia arriba la economía coreana.
Al entrenador holandés, espejo de virtudes en la sociedad coreana, sólo se le conoce una debilidad pública: se pirra por un vaso de buen vino tinto. Si le fuera dado pedir un deseo al dios Baco, como hizo el mitológico rey Midas, probablemente habría elegido algo mejor que transformar en oro cuanto tocase.
Su rotundo éxito al frente de la selección coreana en el Mundial, después de año y medio de trabajo, le ha situado, sin pretenderlo, en una situación parecida al del aurífero dios. El dinero le persigue y afluye por donde pasa.
La Federación Coreana de Fútbol, que le paga un millón de dólares al año más complementos por objetivos, le ha dicho que ponga cifra al cheque en blanco que le ha extendido con la esperanza de que no atienda las ofertas procedentes de Europa y permanezca en Corea.
Las marcas holandesas de cerveza empiezan a sentir el efecto de arrastre de su famoso compatriota y, mientras las ventas del resto de firmas extranjeras en Corea han caído un 10 por ciento, la demanda de Heineken ha crecido un 20 por ciento. En sólo 20 días de Mundial ha colocado 576.000 botellas de un tercio en el mercado coreano.
La popularidad de Hiddink está, obviamente, en el origen del éxito de las empresas holandesas. Algunos coreanos, fascinados por el técnico holandés, sólo admiten cerveza de esa procedencia, rendidos de admiración hacia el país de los tulipanes.
La compañía importadora de cerveza holandesa se frota las manos por el inesperado volumen de negocio y prepara ya una campaña publicitaria para después del Mundial con el lema: “*Qué país produce la Heineken?”. 48 millones de coreanos conocen la respuesta.
Empresas holandesas de otros sectores que operan en Corea se devanan también los sesos para asociar su nombre a Guus Hiddink, el rey Midas del siglo XXI.
Holanda se está convirtiendo en un destino apetecido por los turistas coreanos. La agencia de viajes Freedom Travel Service ofrece una ruta europea denominada “Gracias, Hiddink” que incluye, por primera vez en sus viajes a Europa, un paseo en barca por los canales holandeses y una visita a un molino de viento.
Otras se plantean, incluso, la posibilidad de incluir en sus periplos europeos una visita a la ciudad natal de Guus Hiddink.
Al técnico de moda se le acumulan prebendas, privilegios y regalías. La compañía Korean Air le permite viajar gratis en primera clase durante cuatro años en cualquiera de sus vuelos internacionales como reconocimiento a su buen trabajo.
Las dadivosas empresas persiguen, probablemente, obtener un rendimiento publicitario muy superior a la derrama económica que les supone el gesto.
El gobierno local de la isla de Jeju, el enclave turístico más famoso del país, ha regalado una casa al seleccionador para que pueda pasar allí sus vacaciones y sirva, además, de reclamo para atraer a turistas extranjeros.
Hiddink va dejando un reguero de dólares por donde pasa. Los tenderos están haciendo su agosto en junio vendiendo figuritas de los miembros de la selección coreana. La que más se vende?. Ocioso es decirlo: la de Hiddink, que por cierto guarda remoto parecido con el holandés y se asemeja, más bien, a José Antonio Camacho.
Al entrenador holandés, espejo de virtudes en la sociedad coreana, sólo se le conoce una debilidad pública: se pirra por un vaso de buen vino tinto. Si le fuera dado pedir un deseo al dios Baco, como hizo el mitológico rey Midas, probablemente habría elegido algo mejor que transformar en oro cuanto tocase.
Su rotundo éxito al frente de la selección coreana en el Mundial, después de año y medio de trabajo, le ha situado, sin pretenderlo, en una situación parecida al del aurífero dios. El dinero le persigue y afluye por donde pasa.
La Federación Coreana de Fútbol, que le paga un millón de dólares al año más complementos por objetivos, le ha dicho que ponga cifra al cheque en blanco que le ha extendido con la esperanza de que no atienda las ofertas procedentes de Europa y permanezca en Corea.
Las marcas holandesas de cerveza empiezan a sentir el efecto de arrastre de su famoso compatriota y, mientras las ventas del resto de firmas extranjeras en Corea han caído un 10 por ciento, la demanda de Heineken ha crecido un 20 por ciento. En sólo 20 días de Mundial ha colocado 576.000 botellas de un tercio en el mercado coreano.
La popularidad de Hiddink está, obviamente, en el origen del éxito de las empresas holandesas. Algunos coreanos, fascinados por el técnico holandés, sólo admiten cerveza de esa procedencia, rendidos de admiración hacia el país de los tulipanes.
La compañía importadora de cerveza holandesa se frota las manos por el inesperado volumen de negocio y prepara ya una campaña publicitaria para después del Mundial con el lema: “*Qué país produce la Heineken?”. 48 millones de coreanos conocen la respuesta.
Empresas holandesas de otros sectores que operan en Corea se devanan también los sesos para asociar su nombre a Guus Hiddink, el rey Midas del siglo XXI.
Holanda se está convirtiendo en un destino apetecido por los turistas coreanos. La agencia de viajes Freedom Travel Service ofrece una ruta europea denominada “Gracias, Hiddink” que incluye, por primera vez en sus viajes a Europa, un paseo en barca por los canales holandeses y una visita a un molino de viento.
Otras se plantean, incluso, la posibilidad de incluir en sus periplos europeos una visita a la ciudad natal de Guus Hiddink.
Al técnico de moda se le acumulan prebendas, privilegios y regalías. La compañía Korean Air le permite viajar gratis en primera clase durante cuatro años en cualquiera de sus vuelos internacionales como reconocimiento a su buen trabajo.
Las dadivosas empresas persiguen, probablemente, obtener un rendimiento publicitario muy superior a la derrama económica que les supone el gesto.
El gobierno local de la isla de Jeju, el enclave turístico más famoso del país, ha regalado una casa al seleccionador para que pueda pasar allí sus vacaciones y sirva, además, de reclamo para atraer a turistas extranjeros.
Hiddink va dejando un reguero de dólares por donde pasa. Los tenderos están haciendo su agosto en junio vendiendo figuritas de los miembros de la selección coreana. La que más se vende?. Ocioso es decirlo: la de Hiddink, que por cierto guarda remoto parecido con el holandés y se asemeja, más bien, a José Antonio Camacho.
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