Un crack sin límites
- REDACCION
Messi nació el 24 de junio de 1987, en Rosario, Argentina. Empezó a jugar a los 5 en el Club Grandoli, un equipo barrial de "baby" que dirigía su padre. A los 7 entró a las inferiores de Newell´s Old Boys.
Cuentan que en setiembre de 2000, cuando se fue a probar al Barcelona, Lionel Messi no era un extraño: un buscatalentos de jugadores sudamericanos ya le había echado el ojo en la Argentina.
Y en la primera práctica, el chico de 13 años la dejó bien chiquita: hizo cinco goles y deslumbró con su técnica.
Una semana después de los quince días de prueba, lo llamaron para avisarle que había quedado y que el Barça se haría cargo del tratamiento. El sueño del pibe ya era realidad. "Lo fiché en medio minuto y el primer contrato se lo firmé simbólicamente en una servilleta", dijo Carlos Rexach, el ex DT que lo probó. Antes de su estreno en primera, Messi demostró con creces lo que se esperaba de él. Entre las inferiores y el Barcelona B (la filial), marcó 37 goles en 30 partidos, un promedio de más de un gol por encuentro.
El ex jugador argentino y ahora comentarista de fútbol, Roberto Perfumo, señaló en una columna que Messi va a ser el mejor jugador del mundo.
"Poco importa si ahora no lo es. Si está por detrás de Kaká. Poco importa porque estoy seguro de que ocupará el lugar del brasileño en un par de años. Dejando de lado la messimanía y todo el entusiasmo que hay por encajarle una corona que por ahí aún no se merece, Lionel es un jugador fantástico. Lleva la pelota sin mirarla, como Pelé o Maradona, como solo hacen los grandes jugadores. Le da una velocidad más al juego de ataque", dice el ex zaguero de River Plate.
Entre los sueños de Messi está jugar algún día en su país natal.
Cuando le preguntaron sobre su candidatura al trono mundial, dijo: "Es un honor que digan eso de mí, yo trato de jugar bien todos los partidos y ayudar al equipo, pero no soy el mejor del mundo".
Habilidoso, rápido e inteligente, el rosarino resume ese jugador distinto que todo técnico quisiera tener porque enloquece a sus rivales con una gambeta endiablada, rinde donde lo pongan y aparece en momentos clave.
La comparación con Maradona es tan apresurada como inevitable, pero afortunadamente este chico introvertido en la vida cotidiana y todo un fenómeno en el verde césped no se presta al juego y sigue fiel a su destino de "crack".
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