9 de Enero: para revivir la epopeya
- Ariel Barría Alvarado (Profesor de lengua y litera
“Epopeya”, según el diccionario, es un poema, o conjunto de poemas, para cantar las hazañas de un héroe, o los acontecimientos grandiosos protagonizados por ese héroe o por un pueblo, y que se atesoran como parte del bagaje cultural de una colectividad; pero también suele llamarse así a hechos gloriosos dignos de ser cantados épicamente, es decir: reconociéndoles su condición heroica. Por su etimología, la palabra “epopeya” nos remite a la “creación de una narración (heroica)”.
La lucha por la soberanía plena en el territorio nacional tiene una vinculación íntima con la presencia del Canal en nuestro Istmo; no fue empeño de un momento, ni de una persona, ni siquiera de una generación. Fue un compromiso nacional que se mantuvo a lo largo del siglo XX, y que se ejecutó en distintos frentes, contra distintos adversarios (a los que faltaría espacio para pasarles lista en esta columna, pero vale decir que no solamente estuvieron fuera, sino también adentro).
Hoy, cuando al decir “Canal de Panamá” casi siempre aludimos a una gestión ingenieril o económica, por lo general ornada con ribetes de merecido encomio, no debemos olvidar (y temo que eso esté ocurriendo) que las bases de tantos logros se sustentan en una epopeya compuesta por distintos cantos que abarcan diferentes momentos, tonos y teatros, pero en los que nunca faltará lo heroico como complemento.
Un primer canto sería el de la planificación, diseño y construcción de la vía acuática, tareas que se agigantan en su contexto espacial y temporal, en las que no faltó una cuota de vidas humanas; luego otro canto se referiría a la lucha de todo un pueblo (nuestro pueblo) para revertir una serie de dictados injustos, pagando por cada logro otra cuota de vidas humanas segadas por el hacha del martirio, pero –sobre todo– izando en cada etapa de la gesta un haz de banderas que jamás deberán ser arriadas, para que no cesen de clamar por justicia, por libertad, por respeto, por dignidad… El siguiente canto se escribe en estos momentos, y en él somos partícipes usted, yo, nosotros… y tiene que ver no solo con la obra y su manejo, sino con todo lo que en la vida nacional lo complementa.
En ese poema que ya recorre tres siglos, hay momentos cumbres, signados por fechas irreemplazables: el 9 de Enero de 1964 es uno de ellos (vale la mayúscula en el nombre del mes, porque más que fecha, aludo al hecho histórico). Hoy y mañana volverá a rememorarse lo acontecido alrededor de ese día en Panamá, hace 48 años, y no faltarán los que digan: “Yo no sabía”, “Nadie me lo dijo”; “¿Cómo saberlo? Yo no había nacido entonces”, y se culpará a la escuela, al sistema, a los padres, y hasta al modo en que nos alimentamos ahora.
No hay excusas: este canto trisecular se construye aun ahora, con nosotros como partícipes. La historia está escrita y es accesible a todos, pero a veces preferimos decir que nadie nos la cuenta, un mal que nos reprocha San Mateo en el Capítulo 11 de su Evangelio: “El que tiene oídos para oír, oiga. ¿A qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, diciendo: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis”.
No sea usted de esos, no cierre los ojos ante lo que le concierne, no eche al olvido aquel Enero de 1964, quizás uno de los versos más dramáticos de ese, nuestro gran canto nacional.
Que la palabra te acompañe.
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