Al margen de la democracia Omar Torrijos Herrera y el Canal (Fin)
Publicado 2006/08/12 23:00:00
- Por Ricardo Arias Calderón
Ningún otro gobernante en la historia panameña, ha tenido el poder supremo durante un tiempo tan prolongado, como lo tuvo el General Torrijos. Tuvo por ello más oportunidad que ningún otro gobernante para realizar la obra de panameñización del Canal. Además, lo hizo sin ninguna de las exigencias constitucionales que orientan y limitan el poder presidencial en una democracia, como por ejemplo el respeto por los derechos humanos de todos los panameños, la subordinación a los controles financieros del Estado, y una opinión pública cada día más crítica y poderosa en un sistema de libertad de medios de comunicación.
No cabe la menor duda que puede y debe reconocerse por elemental justicia histórica el papel protagónico de Omar Torrijos Herrera en la culminación de la panameñización del Canal. Tampoco cabe la menor duda de que para Torrijos fue providencial el hecho de que tuviera que lidiar al final de toda la negociación sobre el Canal con un Presidente norteamericano que introducía la ética en la política y que orientaba su política por la vigencia de valores espirituales, en particular por los derechos humanos. Pero no se puede olvidar que Harmodio Arias y Roberto F. Chiari hicieron su aporte a Panamá en cuanto al Canal, en un período presidencial de 4 años, bajo la vigencia de una constitución democrática y un régimen de derecho. Omar Torrijos tuvo la ventaja subjetiva de gobernar durante el período del 11 de octubre de 1968, particularmente a partir del 23 de febrero de 1969, cuando desplazó al Coronel Boris Martínez, Segundo Oficial en Rango de la Guardia Nacional, exiliándolo a los Estados Unidos, hasta la muerte del mismo Torrijos el 31 de julio de 1981 (12 años, 9 meses y 20 días de poder supremo). Este ejercicio del poder supremo sólo tuvo una corta suspensión en los días durante los cuales el General estuvo en México y parte de la oficialidad intentó suplantarlo., Panamá América
Ningún otro gobernante en la historia panameña, ha tenido el poder supremo durante un tiempo tan prolongado, como lo tuvo el General Torrijos. Tuvo por ello más oportunidad que ningún otro gobernante para realizar la obra de panameñización del Canal. Además, lo hizo sin ninguna de las exigencias constitucionales que orientan y limitan el poder presidencial en una democracia, como por ejemplo el respeto por los derechos humanos de todos los panameños, la subordinación a los controles financieros del Estado, y una opinión pública cada día más crítica y poderosa en un sistema de libertad de medios de comunicación.
Después de la muerte de Omar Torrijos, a finales de 1989 se corrió el muy grave peligro de que, de continuar el General Manuel A. Noriega en el nuevo rol que había asumido como "Jefe de Gobierno", y al negarse los EE.UU. a aceptar el nombre del panameño propuesto por el General Noriega para ocupar el cargo de Administrador del Canal, a saber Tomás Gabriel Altamirano Duque, surgiera en los EE.UU. un movimiento para denunciar los Tratados, con consecuencias impredecibles.
El derrocamiento de Noriega, el 20 de diciembre de 1989, evitó esta posibilidad. Los Tratados Torrijos-Carter no sufrieron trastornos y la transferencia del Canal a las autoridades panameñas se efectuó el 31 de diciembre de 1999 como estaba previsto en dichos Tratados. Únicamente entonces se pudo decir en verdad de verdad, que Panamá había logrado la soberanía incuestionable sobre todo su territorio y su independencia plena y real con respecto a los tres poderes a los que estuvo subordinado, España, Colombia y por último los Estados Unidos de América.
La publicación muy reciente de 2 tomos por Omar Jaén Suárez, bajo el título "Las Negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter, 1970-1979", después de 4 años de haber publicado el mismo autor un tomo sobre "Las Negociaciones sobre el Canal de Panamá, 1964-1970", hace referencia a los temas controversiales que estos hechos suscitaron y aún suscitan y que no pueden eludirse en un estudio sobre el papel de Torrijos, tanto del General como del ciudadano. Ya no hay excusa alguna para omitir ciertos temas ni se puede decir cualquiera cosa que a uno le plazca de Torrijos y de los últimos tratados sobre el Canal. La historiografía ahora manda.
Para ser ecuánime, es decir justo y firme a la vez, en la evaluación de esta última etapa del proceso de negociación entre Panamá y los Estados Unidos y sobre todo de sus resultados, es menester distinguir, casi diría que separar, dos roles de Omar Torrijos Herrera. El primer rol de Torrijos fue el de militar, quien como militar acaparó por más de una década (1968 a 1981) todo el poder público y político supremo, desconociendo, por ello, tanto el orden constitucional democrático panameño, que consagra los derechos humanos y establece la diferenciación clara entre el patrimonio del Estado y el patrimonio individual de la persona, quien quiera que sea. Por otra parte, el segundo rol de Omar Torrijos Herrera fue como ciudadano, político, quien ante la comunidad internacional se constituyó durante un lapso de tiempo en representante y vocero del nacionalismo panameño en su lucha por la plena panameñización del Canal de Panamá.
Si a propósito de su primer rol se quiere sustentar que el comienzo de la democratización, que se dio junto con la aprobación de los Tratados Torrijos-Carter, no fue debido a la presión norteamericana, sino a la visión estratégica del General y que él pensaba continuar este proceso hasta llegar a una auténtica democracia, habría que responder no retórica sino verazmente a varias preguntas. ¿Por qué el comienzo de la democratización sólo se dio cuando el Presidente Carter necesitó el voto de dos tercios del Senado para la aprobación de los Tratados y sólo obtuvo a última hora el voto que le hacía falta?. ¿Por qué ninguno de los compañeros de armas del General Torrijos nunca reclamó el incumplimiento de la estrategia de plena democratización una vez que Torrijos murió y que sus sucesores traicionaron lo poco que había de dicha democratización?.
En ausencia de testimonios y documentaciones convincentes en sentido contrario, el comienzo de la democratización y por lo tanto el apoyo militar a la democratización, seguirá siendo visto como producto de presión extranjera, y el compromiso democratizador del régimen como un compromiso que a lo sumo lo llevaría a una democracia del tipo que estableció el PRI en México, durante aproximadamente 70 años. Ello implica que para Torrijos el nacionalismo y la democratización no eran inseparables y por ello se podría trabajar por uno y contra el otro.
El juicio puede ser muy diferente sobre cada uno de los dos roles de Torrijos. Nada se gana con fundirlos para que uno de los dos tipos de juicio, positivo o negativo, predomine en una evaluación histórica de su actuación, como militar y como ciudadano, desconociendo así la compleja realidad humana, tanto la suya como la nuestra.
Así como Harmodio Arias y Roberto F. Chiari, dejaron cada uno un modo de relacionarse con los Estados Unidos, sobre asuntos de interés común, así lo hizo Omar Torrijos. Su método implicó en primer lugar una internacionalización intensa de la causa panameña, que no desfiguró nuestra identidad nacional, sino que la promovió en circunstancias importantes del escenario mundial. A veces, sin embargo, la colocó en situación precaria porque la tarea internacional sobrepasaba los recursos que en ese campo tenía Panamá. Además de lo anterior, Omar Torrijos promovió un impulso a la participación del mayor porcentaje de panameños, de diferentes ideologías e intereses en la operacionalidad de las negociaciones sobre el Canal como también en la toma de conciencia nacional correspondiente. El hecho de que panameños viviendo fuera o dentro del país no hubieran podido contribuir política o tecnológicamente, aunque lo hubieran querido, a dicha obra nacional, pero por lo contrario fueron exiliados o excluidos impidiéndoles aportar su contribución en esta etapa a la panameñización plena del Canal, fue una injusticia del régimen.
Basándonos en lo que Harmodio Arias, Roberto F. Chiari y Omar Torrijos realizaron, a todos nosotros nos toca ahora, transformar el país que no respondía al lema "Pro Mundi Beneficio" ("Por el beneficio del mundo") a un país que responda con ganas y entusiasmo a un nuevo lema "Pro nostro beneficio, per mundi beneficium." ("Para nuestro beneficio a través del Beneficio al mundo"). Esta tarea sólo la podremos lograr si la emprendemos todos juntos.
Para que el Canal tenga un futuro realmente provechoso, necesitamos no sólo modernizarlo a golpe de ciencia y tecnología lo más modernas posibles, sino es necesario que lo vivamos con transparencia, equidad y en una democracia decididamente inclusiva. Al votar en el referéndum del 22 de octubre, estaremos decidiendo no sólo que Canal tendremos, sino que país tendremos.
([email protected])
Ningún otro gobernante en la historia panameña, ha tenido el poder supremo durante un tiempo tan prolongado, como lo tuvo el General Torrijos. Tuvo por ello más oportunidad que ningún otro gobernante para realizar la obra de panameñización del Canal. Además, lo hizo sin ninguna de las exigencias constitucionales que orientan y limitan el poder presidencial en una democracia, como por ejemplo el respeto por los derechos humanos de todos los panameños, la subordinación a los controles financieros del Estado, y una opinión pública cada día más crítica y poderosa en un sistema de libertad de medios de comunicación.
Después de la muerte de Omar Torrijos, a finales de 1989 se corrió el muy grave peligro de que, de continuar el General Manuel A. Noriega en el nuevo rol que había asumido como "Jefe de Gobierno", y al negarse los EE.UU. a aceptar el nombre del panameño propuesto por el General Noriega para ocupar el cargo de Administrador del Canal, a saber Tomás Gabriel Altamirano Duque, surgiera en los EE.UU. un movimiento para denunciar los Tratados, con consecuencias impredecibles.
El derrocamiento de Noriega, el 20 de diciembre de 1989, evitó esta posibilidad. Los Tratados Torrijos-Carter no sufrieron trastornos y la transferencia del Canal a las autoridades panameñas se efectuó el 31 de diciembre de 1999 como estaba previsto en dichos Tratados. Únicamente entonces se pudo decir en verdad de verdad, que Panamá había logrado la soberanía incuestionable sobre todo su territorio y su independencia plena y real con respecto a los tres poderes a los que estuvo subordinado, España, Colombia y por último los Estados Unidos de América.
La publicación muy reciente de 2 tomos por Omar Jaén Suárez, bajo el título "Las Negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter, 1970-1979", después de 4 años de haber publicado el mismo autor un tomo sobre "Las Negociaciones sobre el Canal de Panamá, 1964-1970", hace referencia a los temas controversiales que estos hechos suscitaron y aún suscitan y que no pueden eludirse en un estudio sobre el papel de Torrijos, tanto del General como del ciudadano. Ya no hay excusa alguna para omitir ciertos temas ni se puede decir cualquiera cosa que a uno le plazca de Torrijos y de los últimos tratados sobre el Canal. La historiografía ahora manda.
Para ser ecuánime, es decir justo y firme a la vez, en la evaluación de esta última etapa del proceso de negociación entre Panamá y los Estados Unidos y sobre todo de sus resultados, es menester distinguir, casi diría que separar, dos roles de Omar Torrijos Herrera. El primer rol de Torrijos fue el de militar, quien como militar acaparó por más de una década (1968 a 1981) todo el poder público y político supremo, desconociendo, por ello, tanto el orden constitucional democrático panameño, que consagra los derechos humanos y establece la diferenciación clara entre el patrimonio del Estado y el patrimonio individual de la persona, quien quiera que sea. Por otra parte, el segundo rol de Omar Torrijos Herrera fue como ciudadano, político, quien ante la comunidad internacional se constituyó durante un lapso de tiempo en representante y vocero del nacionalismo panameño en su lucha por la plena panameñización del Canal de Panamá.
Si a propósito de su primer rol se quiere sustentar que el comienzo de la democratización, que se dio junto con la aprobación de los Tratados Torrijos-Carter, no fue debido a la presión norteamericana, sino a la visión estratégica del General y que él pensaba continuar este proceso hasta llegar a una auténtica democracia, habría que responder no retórica sino verazmente a varias preguntas. ¿Por qué el comienzo de la democratización sólo se dio cuando el Presidente Carter necesitó el voto de dos tercios del Senado para la aprobación de los Tratados y sólo obtuvo a última hora el voto que le hacía falta?. ¿Por qué ninguno de los compañeros de armas del General Torrijos nunca reclamó el incumplimiento de la estrategia de plena democratización una vez que Torrijos murió y que sus sucesores traicionaron lo poco que había de dicha democratización?.
En ausencia de testimonios y documentaciones convincentes en sentido contrario, el comienzo de la democratización y por lo tanto el apoyo militar a la democratización, seguirá siendo visto como producto de presión extranjera, y el compromiso democratizador del régimen como un compromiso que a lo sumo lo llevaría a una democracia del tipo que estableció el PRI en México, durante aproximadamente 70 años. Ello implica que para Torrijos el nacionalismo y la democratización no eran inseparables y por ello se podría trabajar por uno y contra el otro.
El juicio puede ser muy diferente sobre cada uno de los dos roles de Torrijos. Nada se gana con fundirlos para que uno de los dos tipos de juicio, positivo o negativo, predomine en una evaluación histórica de su actuación, como militar y como ciudadano, desconociendo así la compleja realidad humana, tanto la suya como la nuestra.
Así como Harmodio Arias y Roberto F. Chiari, dejaron cada uno un modo de relacionarse con los Estados Unidos, sobre asuntos de interés común, así lo hizo Omar Torrijos. Su método implicó en primer lugar una internacionalización intensa de la causa panameña, que no desfiguró nuestra identidad nacional, sino que la promovió en circunstancias importantes del escenario mundial. A veces, sin embargo, la colocó en situación precaria porque la tarea internacional sobrepasaba los recursos que en ese campo tenía Panamá. Además de lo anterior, Omar Torrijos promovió un impulso a la participación del mayor porcentaje de panameños, de diferentes ideologías e intereses en la operacionalidad de las negociaciones sobre el Canal como también en la toma de conciencia nacional correspondiente. El hecho de que panameños viviendo fuera o dentro del país no hubieran podido contribuir política o tecnológicamente, aunque lo hubieran querido, a dicha obra nacional, pero por lo contrario fueron exiliados o excluidos impidiéndoles aportar su contribución en esta etapa a la panameñización plena del Canal, fue una injusticia del régimen.
Basándonos en lo que Harmodio Arias, Roberto F. Chiari y Omar Torrijos realizaron, a todos nosotros nos toca ahora, transformar el país que no respondía al lema "Pro Mundi Beneficio" ("Por el beneficio del mundo") a un país que responda con ganas y entusiasmo a un nuevo lema "Pro nostro beneficio, per mundi beneficium." ("Para nuestro beneficio a través del Beneficio al mundo"). Esta tarea sólo la podremos lograr si la emprendemos todos juntos.
Para que el Canal tenga un futuro realmente provechoso, necesitamos no sólo modernizarlo a golpe de ciencia y tecnología lo más modernas posibles, sino es necesario que lo vivamos con transparencia, equidad y en una democracia decididamente inclusiva. Al votar en el referéndum del 22 de octubre, estaremos decidiendo no sólo que Canal tendremos, sino que país tendremos.
([email protected])
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.