Amistad y trabajo La lucha de un inmigrante
Publicado 2007/07/14 23:00:00
Los 'e9xitos no vienen solos, siempre hay una especie de equilibrio que incorpora otros aspectos, no siempre agradables, pero donde las amistades vuelven a desempeñar papeles estelares.
Panamá cuenta con buenas razones y buenos recursos para desarrollar el turismo, y los dos últimos directores del IPAT han hecho cosas buenas. Para Evangelo Giorgio Koumañez, el turismo es una de las claves para desarrollar el país, y hay que ponerle más empeño.
Panamá tiene el privilegio de contar con cosas muy buenas, tiene, por ejemplo, una carne sabrosa, mariscos, buen ambiente, y los griegos incorporamos varios productos a la dieta del panameño como las berenjenas, aquí no se comía berenjena, y pusimos yerbas aromáticas como el perejil, sumamos el brócoli y otros condimentos cuyas semillas trajimos de Europa, dijo recientemente a Semblanzas.
Quizá poco es lo que le pueda decir al lector el nombre de Evangelo Giorgio Koumañez, solo sus familiares y algunos amigos lo conocen por esas generales, pero si precisamos que se trata de Jimmy, un panameño de origen griego que desde los años 60 echó su suerte en Panamá en la industria alimenticia, entonces sabrán de quien se trata. Es el mismo comerciante que a finales de los años 60 estableció un restaurante en la Plaza Cinco de Mayo, y luego lo instaló en la entrada de la Vía Cincuentenario, diagonal al Centro de Convenciones ATLAPA. Se le conoce como La Parillada Jimmy
Semblanzas: Hoy hay mas restaurantes en Panamá de lo habitual, pero hay quienes se quejan del trato que algunos dependientes dan a turistas y nacionales.
Jimmy: Vamos aclarar eso, porque puede que sea la excepción pero no son peores que Turquía, Italia o Grecia. Tenemos en el país restaurantes populares como el mío, donde los dependientes dan buen trato, y por años han aportado al desarrollo de Panamá, y puede estar seguro de que seguimos con ganas de trabajar por el futuro del país.
Para nuestro entrevistado el éxito de un negocio como este reside en la formación del personal, y quien se dedique al mismo tiene que saber que debe formar a aquellos que llegan a trabajar con él.
Mi personal es fijo y experto. Si sabe trabajar, se queda. En seis meses o un año me doy cuenta si sabe trabajar o no, y lo enseño. Entreno a 7 muchachos jóvenes de 18 a 20 años para que aprendan, y aquí no falta nadie, todos pueden hacer trabajo, entonces el éxito radica en que todos los empleados saben hacer correctamente las cosas, apuntó.
Panamá ha sido la encrucijada del mundo, paso obligado de muchas culturas, y muchos de los viajeros que han pasado por el Istmo terminaron por quedarse, trabajar aquí y hacer familia. Evangelo Giorgio Koumañez es uno de ellos. Pero cuánto y cómo cuesta llegar de lejos, comenzar sin nada, vencer las dificultades y establecerse. De hecho, todo depende del empeño y del trabajo, nos dijo. "Y de poder hacer buenas amistades".
El restaurante es un buen negocio, pero muy esclavizado, un amigo mío, Jovito García, dice que soy el hombre que duerme parado. Aquí hay buenos restaurantes, pueden ser mejores, pero hay que insistir en el entrenamiento del personal, esto no se inventa, y Panamá tiene mucho que dar.
Nacionalizado panameño, Evangelo Giorgio Koumañez nació en Kalamata, una ciudad griega, desde donde ahora se construye una carretera que atravesará toda Europa hasta Finlandia. Famosa por sus aceitunas, Kalamata es la capital de la provincia de Mesinia, que podría tener unos 60 mil habitantes antes de la Segunda Guerra Mundial, y que luego vio reducida sensiblemente su población.
Hijo de Giorgio Koumañez y Eustacia Ambruchos, habla con orgullo de sus familiares, sobre todo de los Ambruchos, protagonistas en el pasado de la resistencia y la defensa de su tierra. Ambruchos era un líder de la familia que nunca se inclinó ante los turcos, jamás vivieron en sus casas, vivieron siempre en los montes como guerrilleros, explicó.
Mi padre fue inmigrante en Francia, Marsella, después en Alemania, luego en Chicago, Estados Unidos, se enfermó de una hepatitis; tenía un negocio con su hermano Demetrio, lo vendieron y regresaron a Kalamata, progresaron e hicieron fortuna. Pero se quedaron panameñamente limpios después de la guerra, no les quedó nada. Antes de la guerra había tenido un negocio de quesos, tenía en los pueblos de las provincias varias fabriquitas de quesos y una de esas era con los hermanos de mi mamá, así la conoció. Ella que era una campesina, nos dijo.
Pero... ¿Cómo llega a Panamá y por qué? Sin duda el contexto histórico define el destino de los hombres, y cuando le hicimos esta pregunta, fue como estar ante la ruta que recorren los inmigrantes. No solo se trataba de la Segunda Guerra Mundial, sino de la guerra civil que sacudió a Grecia y que la partió en dos. Los militares se hicieron del país, y a Jimmy le tocó estar del otro lado, del lado de los que combatían la dictadura. En 1955 se inscribió en la Escuela Secundaria Naval y se graduó de suboficial, pero por esas cosas del destino su certificado se extravió, su padre muere temprano y entonces hay que ver cómo se enfrenta la vida. Instaló un pequeño restaurante en Atenas, a lado de la universidad, lo que no fue de mucha simpatía para los militares, y al cabo de un tiempo debió cerrarlo. El había sido, además, integrante de una organización de la resistencia en Chipre. Grecia había quedado en una situación precaria después de las guerras, y el futuro era una incertidumbre. En eso estaba cuando alguien le habló de las oportunidades que había en Panamá. Tenía entonces 28 años, era 1967.
Semblanzas: ¿Recuerda el día en que llegó a Panamá? La entrevista con Jimmy transcurrió en su restaurante, entre anécdotas y risas, pero cuando le hicimos esta pregunta desvió la mirada y pareció adentrarse en aquellos años. Entró a Panamá por la provincia de Colón. Desembarcó en Cristóbal un martes a medio día, después de una larga travesía que se inició en un puerto de Pereo, luego llegó a Napoli, donde se embarcó en el trasatlántico Rossini, de la compañía Italia Lines, del Vaticano.
En Colón me esperaba mi primo -recuerda-. El era vendedor en la compañía Tagarópulos, añade.
Un sol radical dominaba la escena colonense cuando Jimmy divisó a su primo desde el barco; asimiló lentamente la arquitectura afrancesada de Colón y su mirada fue dando paso a imágenes nuevas. La que más lo asombraría llegó unos 20 minutos después de partir del Puerto de Cristóbal hacia Ciudad de Panamá. La carretera Transístmica de pronto comenzó a perderse en una especie de túnel verde, y a ambos lados solo veía una vegetación espesa y exuberante que jamás había conocido en Kalamata o en otra parte de Grecia. La vegetación allá era más bien pequeña, gris, abierta, mientras que en aquel momento transitaba por una senda verde-gris, húmeda, que parecía dar paso a la nueva etapa en que entraba su vida. "Fue muy impresionante. Si me acuerdo bien, era final de noviembre o inicios de diciembre, era todo verde. La misma impresión la tuvo mi mamá cuando vino a Panamá.
Reparo unos barcos camaroneros. Comienzo arreglando uno que estaba en el terraplén, en el Muelle Inglés. Se le había caído la propela y aunque me accidenté, porque la propela me cayó en el pie, terminé el trabajo. Ese mismo día conocí a don Jimmy Platañotis, cuyo nombre era en realidad Demetrio Platañotis. El era dueño del Restaurante Jimmy. Hicimos una buena amistad pero las cosas apenas comenzaban. Pese a que cuando llegué me hospedé en cuartito que mi primo compartía con otros griegos, pronto hubo dificultades y yo quedé durmiendo al pie del Café Squirt. Allí con la ayuda de los trabajadores me aseaba y me vestía, hasta que puede superar esta etapa.
Muchos años después, cuando haría la transacción para su nuevo restaurante, instalado junto a otros comerciantes en uno de los pisos del otrora edificio del Bank of America Jimmy le señalaría desde arriba el lugar donde había estado el antiguo café y les recordaría que allí, en el alero, había dormido él. ¿Cómo fue posible que creciera tanto? Para nuestro entrevistado el secreto está en las amistades que desarrolló, y la tenacidad con que se entregó al trabajo.
Inicialmente conseguí un trabajito ganando 45 dólares mensuales en la dulcería Gran vía en frente del Café Coca Cola, al lado del teatro Iris. Fue allí donde conocí al abogado Luis Guillermo Arboleda. Era de Santiago de Veraguas y él me ayudó. El trabajo entonces no producía grandes ingresos, pero arreglé mi permanencia y conseguí otro trabajo por medio de un paisano que tenía una cantina en el mercado público. Su apellido era Proteiros. Mi primo Spiro, que tenía el restaurante AP, el antiguo Pepsi Cola, me dijo que Proferiros necesitaba en la noche un trabajador para la cocina y la Caja, lo que fue mi salvación. Pasé de 45 a 265 dólares al mes. Ya iba mejorando la cosa. Así en un año y algunos meses de haber llegado a Panamá ya tenía documentos, comida y cigarrillos, que para ese tiempo eran muy importantes para mí, y además, un excelente patrón.
Allí trabaja cuando se produjo el golpe de 1968, y su propia condición de griego lo encaminó a una amistad con el desaparecido presidente Demetrio Basilio Lakas. Fue su primo Juan quien se lo presentó. Recuerda y tras una especie de balance, Jimmy es de los que sostiene que las acciones de 1968 le cambiaron el rostro al país.
Trabajé en Café Squirt y en AP menos de un año. En la mañana cuando salía de AP pasaba al lado de Jimmy, hablando de comida e hicimos una amistad muy buena. Un día Jimmy le dijo a Constantino Frangias, un paisano que trabajaba con él, que quería vender el restaurante, que ya no aguantaba debido a problemas de salud.
Fue Bobby Tzanetatos quien le prestó el dinero para comprar el restaurante. En otro momento el Señor Tzanetatos le había dicho a Jimmy que si había en venta un restaurante le ayudaría a, a él y a su primo, a comprarlo. La buena amistad con Platañotis estuvo a la base del precio especial que le hiciera a Jimmy, pero además el viejo Platañotis le enseñó "los secretos de ese mundo". En deferencia, Evangelo Giorgio Koumañez, le dejó al establecimiento el nombre de Jimmy, y cuando, varios años después, inauguró el local que ahora está en la entrada de la vía Cincuentenario, diagonal al ATLAPA, la llamó Parrillada Jimmy.
¿Qué le enseñó en concreto Platañotis?
Cómo eran las compras. Yo sabía un poquito de los restaurantes de Grecia pero no diestro en negocio. Aquí las cosas eran diferentes, los vegetales eran diferentes, las carnes diferentes. Había carnes, había cortes, había que saber cortar; me enseñaba mucho sobre los filetes; ese señor fue como un padre para mí. Recuerdo que después de eso yo tenía problemas, no podía controlar el restaurante porque había una relación directa de los cocineros con los clientes, tenía mucha fuga; cambié la cocina, la metí atrás, no había calculado el gasto, no me alcanzó la plata y de nuevo el amigo Jimmy vino en mi auxilio.
Era como su ángel de la guarda
: Sí. Y estamos en paz. Tengo todo el derecho a encontrarme en la otra vida y abrazarlo. Así es la vida de inmigrantes señor, es como un puente donde uno a otro se va dando la mano.
Es por ese tiempo cuando conoce a Cristóbal Villarreal, un gran chef con el que traba amistad; le ofrece trabajo y un día le anuncia que va a diseñar un restaurante tipo parillada que había visto en Atenas. Cristóbal le dijo "estas loco, donde vas encontrar esa plata"; y le respondió que no se preocupara por nada que él buscaría la plata. Terminó hipotecando su casa por segunda vez. Le dieron 15 mil dólares que se acabaron antes de concluyera la obra y es allí donde interviene la mano de Dios. Compra un billete 11731, y sale 21731, y por un número no se gana 600 mil dólares. Una segunda vez y vuelve a ganar.
Con el préstamo inicio la parrillada, y varios paisanos y amigos no estaban de acuerdo por miedo a que yo fuera a quebrar aquí, pero no sucedió así.
: En los años 80 finalmente Jimmy se nacionalizó panameño, compartió con el país las cosas buenas y las malas, es de los que censura la invasión de 1989 rememora nombres de amigos que murieron en esa jornada, uno en especial que -apunta- murió combatiendo. A inicios de los años 70 se casa con Olga, una joven griega. Confiesa y estima natural que cuando ella venía hacia Panamá la inquietud lo acosó. ¿Cuál sería su forma de ser, podrían entenderse? Originaron una familia de tres hijas que ya les han dado nietos y afirma con especial deferencia: "la quiere mucho porque es una mujer muy buena".
Hemos hecho una buena familia. Yo la recibo en Panamá. Me casé; al año llegó la primera hija, 11 meses después la segunda y, después la otra hija. Las tres terminaron la universidad, están casadas; una estudió Economía, y se casó con un muchacho que es ingeniero electrónico; la otra estudió Derecho en la Universidad de Panamá, y luego fue a Londres, a la London School, donde se especializó en derecho marítimo, terminó y se casó con un abogado que se llama Mauricio Poll; y la tercera trabajaba conmigo, la mandé a Nueva York para estudiar algo del restaurante pero ella tenía sus propios planes, se enamoró con otro abogado quien es actualmente el jefe de la policía. En total tengo cinco nietos.
Usted ha dedicado su vida empresarial a la industria alimenticia, pero hay, en general, algunas quejas al respecto. Aquí en Panamá da la impresión de que no se atiende bien al cliente.
Vamos a aclarar eso, porque puede que sea la excepción pero no son peores que Turquía, Italia o Grecia. Tenemos en el país restaurantes populares como el mío, donde los dependientes dan buen trato, y por años han aportado al desarrollo de Panamá, y puede estar seguro de que seguimos con ganas de trabajar por el futuro del país. El restaurante tiene una buena cosa y siempre te da si tú lo cuidas, pero es un negocio muy esclavizado. Se atiende 365 días y yo estoy trabajando 700; segundo, no tiene horario; tengo un amigo que es dueño de la Casa Confort, es un comerciante muy exitoso, Jovito García, cuando viene aquí a la parrillada grita: el hombre que duerme parado en la semana.
Cuando decidió nacionalizarse llegó hasta la Gobernación y luego de ser juramentado corrieron dos cosas: sacó para el brindis una botella de coñac, y luego lloró. Había pasado mucho tiempo desde aquel martes de sol en la atlántica provincia de Colón, cuando la incertidumbre y la disposición de hacer cosas, era lo único que traía consigo.
Doble patria. Cuando fui a juramentarme como panameño en la Gobernación, se me salieron unas lágrimas, y saqué una botella de coñac. Me hice panameño y creo que he aportado mucho a Panamá, hice ciertas cosas por Panamá, y agradezco muchas cosas de Panamá: me han hecho hijo meritorio de la ciudad, me dieron las llaves de la ciudad, he sido dos veces presidente de la sociedad griega, de los restaurantes no lo sido todavía pero lo voy hacer antes de muerto; hice tremendas amistades, muchas personalidades, muchos amigos. ¡Cómo voy yo a olvidar a nietos!
Para nuestro entrevistado de esta semana los éxitos no vienen solos, siempre hay una especie de equilibrio que incorpora otros aspectos, no siempre agradables, pero donde las amistades vuelven a desempeñar papeles estelares. Hace ya varios años una afección pulmonar puso en juego su vida. Diagnóstico: cáncer de pulmón, lógico para un hombre que había hecho de los cigarrillos "amigos inseparables". Antaño había conocido al Dr. Adán Ríos, especialista en Houston, quien le dijo que se trasladara a esa ciudad norteamericana para realizarle una intervención quirúrgica. Se realizó con éxito, le extirparon el pulmón afectado y Jimmy sobrevivió a la afección y volvió, con mayor serenidad, a dedicarse a lo que ha hecho toda su vida.
Panamá tiene el privilegio de contar con cosas muy buenas, tiene, por ejemplo, una carne sabrosa, mariscos, buen ambiente, y los griegos incorporamos varios productos a la dieta del panameño como las berenjenas, aquí no se comía berenjena, y pusimos yerbas aromáticas como el perejil, sumamos el brócoli y otros condimentos cuyas semillas trajimos de Europa, dijo recientemente a Semblanzas.
Quizá poco es lo que le pueda decir al lector el nombre de Evangelo Giorgio Koumañez, solo sus familiares y algunos amigos lo conocen por esas generales, pero si precisamos que se trata de Jimmy, un panameño de origen griego que desde los años 60 echó su suerte en Panamá en la industria alimenticia, entonces sabrán de quien se trata. Es el mismo comerciante que a finales de los años 60 estableció un restaurante en la Plaza Cinco de Mayo, y luego lo instaló en la entrada de la Vía Cincuentenario, diagonal al Centro de Convenciones ATLAPA. Se le conoce como La Parillada Jimmy
Semblanzas: Hoy hay mas restaurantes en Panamá de lo habitual, pero hay quienes se quejan del trato que algunos dependientes dan a turistas y nacionales.
Jimmy: Vamos aclarar eso, porque puede que sea la excepción pero no son peores que Turquía, Italia o Grecia. Tenemos en el país restaurantes populares como el mío, donde los dependientes dan buen trato, y por años han aportado al desarrollo de Panamá, y puede estar seguro de que seguimos con ganas de trabajar por el futuro del país.
Para nuestro entrevistado el éxito de un negocio como este reside en la formación del personal, y quien se dedique al mismo tiene que saber que debe formar a aquellos que llegan a trabajar con él.
Mi personal es fijo y experto. Si sabe trabajar, se queda. En seis meses o un año me doy cuenta si sabe trabajar o no, y lo enseño. Entreno a 7 muchachos jóvenes de 18 a 20 años para que aprendan, y aquí no falta nadie, todos pueden hacer trabajo, entonces el éxito radica en que todos los empleados saben hacer correctamente las cosas, apuntó.
Panamá ha sido la encrucijada del mundo, paso obligado de muchas culturas, y muchos de los viajeros que han pasado por el Istmo terminaron por quedarse, trabajar aquí y hacer familia. Evangelo Giorgio Koumañez es uno de ellos. Pero cuánto y cómo cuesta llegar de lejos, comenzar sin nada, vencer las dificultades y establecerse. De hecho, todo depende del empeño y del trabajo, nos dijo. "Y de poder hacer buenas amistades".
El restaurante es un buen negocio, pero muy esclavizado, un amigo mío, Jovito García, dice que soy el hombre que duerme parado. Aquí hay buenos restaurantes, pueden ser mejores, pero hay que insistir en el entrenamiento del personal, esto no se inventa, y Panamá tiene mucho que dar.
Nacionalizado panameño, Evangelo Giorgio Koumañez nació en Kalamata, una ciudad griega, desde donde ahora se construye una carretera que atravesará toda Europa hasta Finlandia. Famosa por sus aceitunas, Kalamata es la capital de la provincia de Mesinia, que podría tener unos 60 mil habitantes antes de la Segunda Guerra Mundial, y que luego vio reducida sensiblemente su población.
Hijo de Giorgio Koumañez y Eustacia Ambruchos, habla con orgullo de sus familiares, sobre todo de los Ambruchos, protagonistas en el pasado de la resistencia y la defensa de su tierra. Ambruchos era un líder de la familia que nunca se inclinó ante los turcos, jamás vivieron en sus casas, vivieron siempre en los montes como guerrilleros, explicó.
Mi padre fue inmigrante en Francia, Marsella, después en Alemania, luego en Chicago, Estados Unidos, se enfermó de una hepatitis; tenía un negocio con su hermano Demetrio, lo vendieron y regresaron a Kalamata, progresaron e hicieron fortuna. Pero se quedaron panameñamente limpios después de la guerra, no les quedó nada. Antes de la guerra había tenido un negocio de quesos, tenía en los pueblos de las provincias varias fabriquitas de quesos y una de esas era con los hermanos de mi mamá, así la conoció. Ella que era una campesina, nos dijo.
Pero... ¿Cómo llega a Panamá y por qué? Sin duda el contexto histórico define el destino de los hombres, y cuando le hicimos esta pregunta, fue como estar ante la ruta que recorren los inmigrantes. No solo se trataba de la Segunda Guerra Mundial, sino de la guerra civil que sacudió a Grecia y que la partió en dos. Los militares se hicieron del país, y a Jimmy le tocó estar del otro lado, del lado de los que combatían la dictadura. En 1955 se inscribió en la Escuela Secundaria Naval y se graduó de suboficial, pero por esas cosas del destino su certificado se extravió, su padre muere temprano y entonces hay que ver cómo se enfrenta la vida. Instaló un pequeño restaurante en Atenas, a lado de la universidad, lo que no fue de mucha simpatía para los militares, y al cabo de un tiempo debió cerrarlo. El había sido, además, integrante de una organización de la resistencia en Chipre. Grecia había quedado en una situación precaria después de las guerras, y el futuro era una incertidumbre. En eso estaba cuando alguien le habló de las oportunidades que había en Panamá. Tenía entonces 28 años, era 1967.
Semblanzas: ¿Recuerda el día en que llegó a Panamá? La entrevista con Jimmy transcurrió en su restaurante, entre anécdotas y risas, pero cuando le hicimos esta pregunta desvió la mirada y pareció adentrarse en aquellos años. Entró a Panamá por la provincia de Colón. Desembarcó en Cristóbal un martes a medio día, después de una larga travesía que se inició en un puerto de Pereo, luego llegó a Napoli, donde se embarcó en el trasatlántico Rossini, de la compañía Italia Lines, del Vaticano.
En Colón me esperaba mi primo -recuerda-. El era vendedor en la compañía Tagarópulos, añade.
Un sol radical dominaba la escena colonense cuando Jimmy divisó a su primo desde el barco; asimiló lentamente la arquitectura afrancesada de Colón y su mirada fue dando paso a imágenes nuevas. La que más lo asombraría llegó unos 20 minutos después de partir del Puerto de Cristóbal hacia Ciudad de Panamá. La carretera Transístmica de pronto comenzó a perderse en una especie de túnel verde, y a ambos lados solo veía una vegetación espesa y exuberante que jamás había conocido en Kalamata o en otra parte de Grecia. La vegetación allá era más bien pequeña, gris, abierta, mientras que en aquel momento transitaba por una senda verde-gris, húmeda, que parecía dar paso a la nueva etapa en que entraba su vida. "Fue muy impresionante. Si me acuerdo bien, era final de noviembre o inicios de diciembre, era todo verde. La misma impresión la tuvo mi mamá cuando vino a Panamá.
Reparo unos barcos camaroneros. Comienzo arreglando uno que estaba en el terraplén, en el Muelle Inglés. Se le había caído la propela y aunque me accidenté, porque la propela me cayó en el pie, terminé el trabajo. Ese mismo día conocí a don Jimmy Platañotis, cuyo nombre era en realidad Demetrio Platañotis. El era dueño del Restaurante Jimmy. Hicimos una buena amistad pero las cosas apenas comenzaban. Pese a que cuando llegué me hospedé en cuartito que mi primo compartía con otros griegos, pronto hubo dificultades y yo quedé durmiendo al pie del Café Squirt. Allí con la ayuda de los trabajadores me aseaba y me vestía, hasta que puede superar esta etapa.
Muchos años después, cuando haría la transacción para su nuevo restaurante, instalado junto a otros comerciantes en uno de los pisos del otrora edificio del Bank of America Jimmy le señalaría desde arriba el lugar donde había estado el antiguo café y les recordaría que allí, en el alero, había dormido él. ¿Cómo fue posible que creciera tanto? Para nuestro entrevistado el secreto está en las amistades que desarrolló, y la tenacidad con que se entregó al trabajo.
Inicialmente conseguí un trabajito ganando 45 dólares mensuales en la dulcería Gran vía en frente del Café Coca Cola, al lado del teatro Iris. Fue allí donde conocí al abogado Luis Guillermo Arboleda. Era de Santiago de Veraguas y él me ayudó. El trabajo entonces no producía grandes ingresos, pero arreglé mi permanencia y conseguí otro trabajo por medio de un paisano que tenía una cantina en el mercado público. Su apellido era Proteiros. Mi primo Spiro, que tenía el restaurante AP, el antiguo Pepsi Cola, me dijo que Proferiros necesitaba en la noche un trabajador para la cocina y la Caja, lo que fue mi salvación. Pasé de 45 a 265 dólares al mes. Ya iba mejorando la cosa. Así en un año y algunos meses de haber llegado a Panamá ya tenía documentos, comida y cigarrillos, que para ese tiempo eran muy importantes para mí, y además, un excelente patrón.
Allí trabaja cuando se produjo el golpe de 1968, y su propia condición de griego lo encaminó a una amistad con el desaparecido presidente Demetrio Basilio Lakas. Fue su primo Juan quien se lo presentó. Recuerda y tras una especie de balance, Jimmy es de los que sostiene que las acciones de 1968 le cambiaron el rostro al país.
Trabajé en Café Squirt y en AP menos de un año. En la mañana cuando salía de AP pasaba al lado de Jimmy, hablando de comida e hicimos una amistad muy buena. Un día Jimmy le dijo a Constantino Frangias, un paisano que trabajaba con él, que quería vender el restaurante, que ya no aguantaba debido a problemas de salud.
Fue Bobby Tzanetatos quien le prestó el dinero para comprar el restaurante. En otro momento el Señor Tzanetatos le había dicho a Jimmy que si había en venta un restaurante le ayudaría a, a él y a su primo, a comprarlo. La buena amistad con Platañotis estuvo a la base del precio especial que le hiciera a Jimmy, pero además el viejo Platañotis le enseñó "los secretos de ese mundo". En deferencia, Evangelo Giorgio Koumañez, le dejó al establecimiento el nombre de Jimmy, y cuando, varios años después, inauguró el local que ahora está en la entrada de la vía Cincuentenario, diagonal al ATLAPA, la llamó Parrillada Jimmy.
¿Qué le enseñó en concreto Platañotis?
Cómo eran las compras. Yo sabía un poquito de los restaurantes de Grecia pero no diestro en negocio. Aquí las cosas eran diferentes, los vegetales eran diferentes, las carnes diferentes. Había carnes, había cortes, había que saber cortar; me enseñaba mucho sobre los filetes; ese señor fue como un padre para mí. Recuerdo que después de eso yo tenía problemas, no podía controlar el restaurante porque había una relación directa de los cocineros con los clientes, tenía mucha fuga; cambié la cocina, la metí atrás, no había calculado el gasto, no me alcanzó la plata y de nuevo el amigo Jimmy vino en mi auxilio.
Era como su ángel de la guarda
: Sí. Y estamos en paz. Tengo todo el derecho a encontrarme en la otra vida y abrazarlo. Así es la vida de inmigrantes señor, es como un puente donde uno a otro se va dando la mano.
Es por ese tiempo cuando conoce a Cristóbal Villarreal, un gran chef con el que traba amistad; le ofrece trabajo y un día le anuncia que va a diseñar un restaurante tipo parillada que había visto en Atenas. Cristóbal le dijo "estas loco, donde vas encontrar esa plata"; y le respondió que no se preocupara por nada que él buscaría la plata. Terminó hipotecando su casa por segunda vez. Le dieron 15 mil dólares que se acabaron antes de concluyera la obra y es allí donde interviene la mano de Dios. Compra un billete 11731, y sale 21731, y por un número no se gana 600 mil dólares. Una segunda vez y vuelve a ganar.
Con el préstamo inicio la parrillada, y varios paisanos y amigos no estaban de acuerdo por miedo a que yo fuera a quebrar aquí, pero no sucedió así.
: En los años 80 finalmente Jimmy se nacionalizó panameño, compartió con el país las cosas buenas y las malas, es de los que censura la invasión de 1989 rememora nombres de amigos que murieron en esa jornada, uno en especial que -apunta- murió combatiendo. A inicios de los años 70 se casa con Olga, una joven griega. Confiesa y estima natural que cuando ella venía hacia Panamá la inquietud lo acosó. ¿Cuál sería su forma de ser, podrían entenderse? Originaron una familia de tres hijas que ya les han dado nietos y afirma con especial deferencia: "la quiere mucho porque es una mujer muy buena".
Hemos hecho una buena familia. Yo la recibo en Panamá. Me casé; al año llegó la primera hija, 11 meses después la segunda y, después la otra hija. Las tres terminaron la universidad, están casadas; una estudió Economía, y se casó con un muchacho que es ingeniero electrónico; la otra estudió Derecho en la Universidad de Panamá, y luego fue a Londres, a la London School, donde se especializó en derecho marítimo, terminó y se casó con un abogado que se llama Mauricio Poll; y la tercera trabajaba conmigo, la mandé a Nueva York para estudiar algo del restaurante pero ella tenía sus propios planes, se enamoró con otro abogado quien es actualmente el jefe de la policía. En total tengo cinco nietos.
Usted ha dedicado su vida empresarial a la industria alimenticia, pero hay, en general, algunas quejas al respecto. Aquí en Panamá da la impresión de que no se atiende bien al cliente.
Vamos a aclarar eso, porque puede que sea la excepción pero no son peores que Turquía, Italia o Grecia. Tenemos en el país restaurantes populares como el mío, donde los dependientes dan buen trato, y por años han aportado al desarrollo de Panamá, y puede estar seguro de que seguimos con ganas de trabajar por el futuro del país. El restaurante tiene una buena cosa y siempre te da si tú lo cuidas, pero es un negocio muy esclavizado. Se atiende 365 días y yo estoy trabajando 700; segundo, no tiene horario; tengo un amigo que es dueño de la Casa Confort, es un comerciante muy exitoso, Jovito García, cuando viene aquí a la parrillada grita: el hombre que duerme parado en la semana.
Cuando decidió nacionalizarse llegó hasta la Gobernación y luego de ser juramentado corrieron dos cosas: sacó para el brindis una botella de coñac, y luego lloró. Había pasado mucho tiempo desde aquel martes de sol en la atlántica provincia de Colón, cuando la incertidumbre y la disposición de hacer cosas, era lo único que traía consigo.
Doble patria. Cuando fui a juramentarme como panameño en la Gobernación, se me salieron unas lágrimas, y saqué una botella de coñac. Me hice panameño y creo que he aportado mucho a Panamá, hice ciertas cosas por Panamá, y agradezco muchas cosas de Panamá: me han hecho hijo meritorio de la ciudad, me dieron las llaves de la ciudad, he sido dos veces presidente de la sociedad griega, de los restaurantes no lo sido todavía pero lo voy hacer antes de muerto; hice tremendas amistades, muchas personalidades, muchos amigos. ¡Cómo voy yo a olvidar a nietos!
Para nuestro entrevistado de esta semana los éxitos no vienen solos, siempre hay una especie de equilibrio que incorpora otros aspectos, no siempre agradables, pero donde las amistades vuelven a desempeñar papeles estelares. Hace ya varios años una afección pulmonar puso en juego su vida. Diagnóstico: cáncer de pulmón, lógico para un hombre que había hecho de los cigarrillos "amigos inseparables". Antaño había conocido al Dr. Adán Ríos, especialista en Houston, quien le dijo que se trasladara a esa ciudad norteamericana para realizarle una intervención quirúrgica. Se realizó con éxito, le extirparon el pulmón afectado y Jimmy sobrevivió a la afección y volvió, con mayor serenidad, a dedicarse a lo que ha hecho toda su vida.
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