Balas de engaño y corrupción
M uy temprano en la mañana del lunes 19 de noviembre del 2007, Fatmir Mediu, entonces Ministro de Defensa de Albania, apresurado llama por teléfono a la embajada de los Estados Unidos.
Habla con su principal contacto en la delegación diplomática, el Mayor Larry Harrison, Jefe de la Oficina de Cooperación en Defensa, a quien solicita una audiencia urgente con el embajador John L. Withers, II.
Atiza la inquietud del ministro el inminente arribo de un reportero del diario The New York Times que llegará al siguiente día a investigar unos alegatos de corrupción en su contra y que solicitó permiso para inspeccionar las instalaciones del aeropuerto de Rinas, en Tirana, la capital albana, donde supuestamente una compañía estadounidense ??" AEY Inc.-- reempaca munición y borra todo vestigio de su fabricación en China antes de enviarla a Afganistán.
Según declaró el mayor Harrison ante un comité investigador del Congreso estadounidense y consta en un detallado reporte que el pasado 23 de junio recibió Condolezza Rice, Secretaria de Estado, él contactó al subjefe de la misión diplomática, Stephen Cristina, quien arregló una reunión en su residencia privada para esa misma tarde.
A la cita acuden el Ministro Mediu, el embajador Withers, el anfitrión Cristina, Patrick Leonard, Oficial regional de Seguridad y el mayor Harrison. El diálogo tardó varias horas y acabó a la medianoche.
"El ministro albano pidió ayuda al embajador ??" cuenta el oficial militar ??"ante la acción del periodista, la posible divulgación de cargos de corrupción en su contra y lo que tal cosa haría a su reputación personal y a Albania. Hizo varios comentarios sobre lo buen amigo que era de los Estados Unidos y las diferentes ocasiones en que él había ayudado a ese país. Por lo que sentía que le debían algo".
Harrison recomienda ??" según lo afirmó luego ante los congresistas que investigan el caso -- que no se permita al periodista visitar las instalaciones aeroportuarias en razón de que son militares, pero seguidamente advierte que su consejo no fue aceptado.
Al final, el ministro Mediu llama al comandante general de las fuerzas militares albanas y le ordena que retire inmediatamente del lugar todas las cajas de munición de manera tal que "no quede nada que el periodista pueda ver". Las armas y municiones ??"millones de cartuchos o balas??" no amanecen en el aeropuerto.
"El embajador estuvo de acuerdo ??" agrega Harrison-- en que reduciría la sospecha de irregularidades, si el señor Wood (Nicholas, periodista del The New York Times), no viera cajas de munición china, mientras estuviera en Rinas".
El mayor del ejército estadounidense no omite decir a los congresistas que él estaba "muy incómodo" con estas acciones porque en ese momento se efectuaba una investigación criminal sobre las actividades de AEY Inc. en Albania.
En todo caso, el congresista Henry A. Waxman, según consta en actas ("hearings"), al final de la audiencia sostuvo el siguiente diálogo con el militar.
Waxman: De manera que al momento de la reunión entre usted, el Embajador y otros oficiales del Departamento de Estado, era claro que estaban discutiendo sobre munición china; ¿es correcto?
Harrison: Eso es correcto. Es correcto.
W: Y era claro que AEY era la compañía que estaba comprándola bajo un contrato con los Estados Unidos?
H: Es correcto.
W: Y usted dijo, en ese momento, que había sido informado de que bajo las leyes de los Estados Unidos era ilegal que un contratista comprara munición china. ¿Es correcto?
H: Es correcto, si señor
El día después de la reunión, el Jefe Regional de Seguridad, asentado en la embajada en Albania, Patrick Leonard, dirige a su asistente Matthew Becht el siguiente correo electrónico: "NY Times acaba de llegar hoy y podría estar preparando una historia sobre esto que podría tornarse horroroso… Embajador está muy preocupado por el caso".
Cuando el periódico publica el reportaje, el 27 de marzo del 2008, su contenido es rápidamente reenviado por toda la embajada.
A las 6:06 a.m. de ese día, el señor Leonard envía un "mail" a varios oficiales de la delegación estadounidense: "Caso AEY acaba de salir con titulares en portada del The New York Times ??" 7 páginas de extensión. No menciona involucramiento de la Embajada.- ¡Gracias a Dios!"
De esto hace apenas 9 meses.
Terrorismo le da vida.
AEY Inc. es una de tantas compañías que, en el ámbito de la "defensa", proveen equipo, armas y munición de guerra para el ejército estadounidense y varias otras "agencias" estatales.
Hasta ahora era prácticamente desconocida, pero nace en noviembre de 1999 cuando Michael Diveroli debidamente registra la compañía con 8 empleados. Tiene sus oficinas en Miami Beach, Florida, en la 975 Arthur Godfrey Road, suite 211, del edificio Giller, cuyo frente de cuatro niveles, tropicalmente colorido, mezcla su imagen con cuatro palmeras de media vida que le dan ese inconfundible toque floridano.
El negocio para AEY tomó fuerza poco después de que el Pentágono, a finales del 2003, comenzó a gastar miles de millones de dólares para entrenar y equipar fuerzas tribales en las escarpadas y desérticas montañas de Afganistán e Irak.
Así, la empresa empieza ese año a procurar y ganar contratos con agencias gubernamentales, tanto en la venta de armas, municiones y vestimenta, como en "investigación y desarrollo", términos estos que hasta la fecha no han sido definidos o aclarados públicamente.
En el 2004, AEY registra a Efraim E. Diveroli, hijo de Michael, como un "oficial" con el 1 por ciento de propiedad de las acciones. Al año siguiente se convierte en presidente de la compañía.
Ya para entonces AEY está suministrando municiones al ejército estadounidense en Irak y tiene un contrato por $5.7 millones para entregar rifles a las fuerzas iraquíes.
Pero no es sino a partir del 2006 que florece su negocio, cuando la insurgencia comandada por Al Qaeda se intensifica y el gobierno de Afganistán se hace dependiente de los recursos financieros y militares de Estados Unidos.
En ese año ??"2006??" AEY oferta para un contrato de suministro de materiales de guerra a Afganistán. De modo que pasó de cero dólares en el año fiscal 2003, a $201, 707, 453,00 en el 2006.
Y Diveroli estaba en medio de todo. "Fuertemente involucrado en las operaciones día a día de su compañía y personalmente activo en el proceso de contratación", según reporte de Brian Persico, abogado de la Procuraduría anti Fraude del U.S. Army.
Finalmente, en enero del 2007, AEY es contratada por $298 millones para entregar en Afganistán 55 tipos diferentes de munición. [Ver lista adjunta: Munición "no estándar"]
Al lograr tan jugosa contratación, AEY atrajo también la atenta mirada de sus competidores, quienes empezaron a enviar mensajes -- primero a las autoridades militares y luego a periodistas -- en torno a la procedencia de los suministros aportados por esta novel compañía.
En una ocasión hasta detallaron la asistencia de Diveroli y su gente a una gran feria -- exhibición y venta -- de armas y municiones en Las Vegas, Nevada, donde el presidente de AEY buscó, afanosamente, munición a bajos precios.
Así arrancan varias investigaciones de sus actividades comerciales en el mundo entero. Producto de ello, registros confidenciales de inteligencia revelan que AEY compró municiones en "depósitos del viejo bloque oriental, incluyendo Albania, Bulgaria, la República Checa, Hungría, Kazakhstan, Montenegro, Rumania y Eslovaquia", según lo afirma "servicios legales" del Departamento de Defensa.
En el caso de las municiones para las fuerzas armadas de Afganistán, en uno de los días de marzo del 2007, casi simultáneamente con la publicación del diario neoyorquino, surge una compañía "de cartón", cuyos propietarios son hasta ahora desconocidos públicamente.
Esa firma sirve a AEY como testaferro en la compra de más de 100 millones de cartuchos (balas), muchos de ellos fabricados en China.
Las balas pertenecían al gobierno de Albania, según consta en una lista de empaque en poder de investigadores del ejército estadounidense, fechada en 1962.
Se trata, no obstante, de viejas municiones y armas que habían quedado "a la deriva en países tras la cortina de hierro", las cuales estaban a punto de ser destruidas a fin de evitar alguna mala experiencia con ellas. Su destrucción fue acordada por los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y hasta con aportes financieros de Estados Unidos
Explosión en EE.
UU. La conflagración general llegó al explotar "el caso de las municiones" en los propios cuarteles generales estadounidenses.
El 20 de marzo de este año, siete días antes de que el The New York Times divulgue su investigación, los servicios legales del ejército recomiendan suspender la firma AEY Inc. Los estamentos oficiales de la armada, seguridad e inteligencia, se apuraban por reducir y controlar los efectos devastadores de lo descubierto por el diario.
La resolución destaca que el contrato suscrito por AEY establece que cualquier suministro o servicio incluido en la lista de municiones no debe ser adquirido, directa o indirectamente, de una compañía militar de China comunista".
Dos días antes que el periódico publica su reportaje, el Departamento de Defensa suspende a AEY Inc. "de futuros contratos con cualquier agencia del brazo ejecutivo del gobierno.
La suspensión es sustentada, primero, en el hecho de que "AEY compró munición en Albania que fue fabricada en la República Popular de China entre 1962 y 1974". También en la evidencia de que la empresa de Diveroli emitió falsas declaraciones sobre el verdadero origen de los suministros.
Y es que el 25 de noviembre del 2007 Efraim Diveroli hizo constar que "el fabricante de la munición bajo el contrato fue Hungarian Anmunition Manufacturing Inc. (MFS 2000)", una compañía de Hungría que vende al mercado civil.
Diveroli explicó esa vez que la munición era entregada al Ejército Nacional de Afganistán (ANA), específicamente en el Depósito de municiones y armas conocido como el "22 Complex Bunkers".
Una inspección posterior efectuada en ese depósito, tras la queja del ejército y la policía afganos, reveló que "buena parte de la munición había sido fabricada en la República Popular de China".
Pero para rematar, también en marzo del 2007 ??" el mes explosivo de todo este asunto??"el gobierno de la República Checa contactó a la embajada estadounidense con una preocupación: AEY está comprando 9 millones de cartuchos para Irak por medio de un ciudadano checo, quien está acusado de tráfico ilegal de armas. Lo extraño es que Estados Unidos no hace nada por bloquear la transacción.
Tras dos meses de estar suspendida AEY, el ejército le cancela el contrato de municiones para Afganistán por "default" o el "incumplimiento de la empresa de Diveroli en las entregas pactadas y la subsecuente admisión de que sustanciales cantidades de munición fueron fabricadas en China".
En junio, Efraim Diveroli es grabado secretamente cuando conversa telefónicamente y cuyo diálogo "sugiere corrupción en el negocio de las municiones propiedad del gobierno de Albania".
Ministro al descubierto La munición fue vendida a AEY por Fatmir Mediu, Ministro de Defensa de Albania, el mismo que se mostró muy preocupado ante la inminente visita de un periodista del The New York Times y pidió ayuda al "attaché" militar y embajador estadounidenses en su país.
La venta la hizo por medio de Military Export Import Company de Albania (MEICO). El The New York Times afirma que "existe evidencia de que el Ministro de Defensa Mediu recibió sobornos como parte del contrato con AEY". Esta afirmación es reiterada por el congresista Henry A. Waxman, en un informe que envía a la Secretaria de Estados Condoleezza Rice.
Mediu renunció a su puesto el 17 de marzo del 2008, una semana antes de la suspensión de AEY y de que la investigación del periódico neoyorquino viera la luz pública, pero dos días después de producirse una gran explosión en una bodega de municiones cerca de Tirana, la capital afgana.
El Procurador General de Albania lo acusó de "abuso de poder" y de adquirir "una ganancia injusta" favoreciendo de manera inapropiada un negocio en sociedad ("joint venture") para desmantelar la munición. A la fecha, el Parlamento albano ha votado a favor de levantarle la inmunidad para que afronte la acusación.
Pocos días después, el 19 de junio, Diveroli y tres individuos más vinculados con AEY son arrestados y acusados ante una corte federal bajo los cargos de fraude, conspiración y falso testimonio".
Como al momento de ser acusados, la empresa AEY había entregado y cobrado 71 remesas, entonces los fiscales presentaron cargos repetidos para cada una de esos 71 actos.
Los acusados en Florida, Estados Unidos, son Efraim Diveroli, David Packouz, Alexander Podrizki y Ralph Merril.
Sarta de mentiras.
A primera vista pueda que los hechos no parezcan tan notables. A fin de cuentas se trata de que la nación más poderosa del mundo reciba --de propios y extraños-- una sarta de mentiras sobre el origen y calidad de la munición (balas) que compra para el ejército que pelea en Afganistán.
Puede verse así pese a que sus más prominentes e inmediatas víctimas sean la CIA y toda su inteligencia, el estratégico poder del Pentágono, el U.S. Army y sus múltiples fuerzas, el omnipresente Departamento de Estado estadounidense y el gobierno y soldados de Afganistán.
La suma de dinero en juego -- $298 millones del último contrato y cerca de $500 millones en tres años-- si bien es muy elevada, no es inaudita.
Tampoco constituyen hechos desusados la organización multinacional y el planeamiento meticuloso del negociado, que se prolongó durante un año y comprometió a muchas personas, militares y civiles, funcionarios o no, incluidos un ministro de Defensa de Albania y un embajador estadounidense en ese país.
Quizás asombre algo el conocer las calidades del principal protagonista. ¿Por qué podrían asombrar las calidades de alguien en este caso?
Porque se trata de un joven de 21 años -- ¡sí, apenas con 21 años!-- capaz de movilizar ministros, embajadores, traficantes de armas, lograr contratos multimillonarios con el Pentágono y muchas cosas más a fin de aprovechar, aún poniéndola en riesgo, la más peligrosa e importante guerra que mantiene su país contra el más temido de sus enemigos: Al Qaeda, Osama bim Ladem y su ejército de talibanes.
[Desde que empezó la guerra, el 7 de octubre del 2001, han fallecido 510 estadounidenses en la Operación Defensa de la Libertad, como se denomina la campaña global contra el terrorismo.]
Este joven, a sus 18 años, fue quien su padre designó como socio y ejecutivo único de AEY, luego de fundarla. Más aún, a los 19 años fue nombrado presidente de la compañía.
Estamos hablando de un jovenzuelo cuya existencia responde al ferviente deseo de convertirse en millonario al menor plazo posible.
Con su cara de cualquier cosa menos de conspirador internacional o comerciante de armas de guerra, el muchacho ha sido el organizador, el cerebro, de un gran esquema financiero y trasiego internacional que hoy suma 71 delitos según las autoridades engañadas con que negoció y que ahora son sus denunciantes.
Todo consta en la acusación criminal presentada el 19 de junio pasado ante la Corte Federal del Distrito Sur de Florida, en Miami [expediente 08-20574]. También en muy recientes documentos oficiales del Congreso de los Estados Unidos (Casa de los Representantes), Departamento de Defensa, Cuartel general del Comando de EE.UU. en Europa, el Departamento de Estado y hasta de la policía de Miami Beach.
La pobreza no es el origen de sus acciones.
Su familia es propietaria de otras dos compañías suplidoras de equipo militar y policial, las cuales se benefician con contratos gubernamentales. Worldwide Tactical, que vende equipo antidisturbios, chalecos antibalas y vestimentas para pilotos, opera en la misma dirección de AEY y su dueño es Michael Diveroli, el padre de Efraim.
También está Botach Tactical, asentada en la parte sur-central de Los Angeles, California y que ha recibido más de $13 millones en contratos. Este es propiedad del tío de Efraim, Bar-Kochba Botach. Incidentalmente, los Diveroli comenzaron con AEY luego de que padre e hijo aprendieran el negocio de Bar-Kochba Botach.
El abuelo de Efraim, Yoav Botach, es una persona muy adinerada de Los Angeles. Según el diario Daily News es dueño de 144 propiedades comerciales en la ciudad y de parte de las acciones de Botch Tactical.
"Genio" sin control Bien podría decirse que Efraim. E Diveroli estaba marcado por el destino a alcanzar gran notoriedad.
Desde niño inquieta a parientes y asombra a extraños.
Su abuelo paterno piensa que es "un genio en materia de armas".
Recuerda don Angelo que cuando lo llevaba a exhibiciones el pequeño lograba identificar cada modelo de arma. Y la gente, sorprendida, preguntaba ¿cómo lo hace el chico? "Tiene un don", respondía el señor Diveroli.
Su padre Michael también lo ve como un genio pero "difícil de controlar". "Preferiría verlo ??"dice??" como un agradable doctor o abogado, en lugar de un vendedor de armas".
El mismo joven Efraim ha admitido su arribo precoz o anticipado a un mundo de guerreros y feroces halcones que lo ubicó ??" y mantuvo hasta hace cuatro meses -- en la antesala del club de los millonarios.
En unas casi íntimas confesiones que escribió hace tres años en la página de Internet My Space, dice que "probablemente crecí demasiado rápido. Definitivamente tengo el deseo de ser muy exitoso en mi negocio y eso toma mucho de mi tiempo".
Pero quien le define de manera más completa, precisa y terminante es quien hasta hace poco fue su "socio", vicepresidente de su compañía AEY Inc. y compañero de aventuras empresariales y festivas. David Packouz dice de Efraim que "su vida está motivada por el dinero; padece de una seria enfermedad sicológica llamada avaricia extrema".
A muchos les costará creer tales cosas de Efraim, porque casi a diario le veían, con el rostro sin rasurar, en pantaloncillos, camisa deportiva y sandalias, caminando por las amplias aceras de Miami Beach o disfrutando en sus calientes playas de blanca arena, como uno de tantos universitarios que en la breve vacación de primavera escapan a la Florida en busca de atractivas muchachas.
Nada de extraño tendría que alguna vez hasta usted haya compartido una juerga con él en esa elegante zona de lujosas mansiones y condominios, tiendas y boutiques, discotecas y bares.
Efraim no esconde su propensión a emociones fuertes. "Soy un joven de esos que necesita ser entretenido y tener mucha alegría todo el tiempo".
Quizás por ello tampoco es desconocido para la Policía del Condado de Dade en Miami, donde su historial recoge al menos dos casos de "violencia doméstica" con diferentes jóvenes muchachas y una agresión al conserje del condominio donde vive.
Gracias a tales hechos, quienes no le habíamos visto antes conocemos hoy su rostro en dos fotografías policíacas. Una con cabello corto y otra en la que la melena no deja ver sus orejas. En ambas, sin embargo, muestra el cansancio de una mala noche.
Y es que conforme crecieron los negocios del muchacho, igualmente emergieron las presiones en su vida. En noviembre del 2005, una joven mujer buscó la protección de la policía en la división de violencia doméstica de la Corte del Condado de Dade.
Eventualmente la chica no acudió a los tribunales por lo que el caso feneció. Pero en su denuncia, la joven afirma que luego de acabar su relación con Efraim, él la acechaba y le dejaba mensajes amenazantes.
Una vez ??" se lee en el expediente??"su conducta incluyó "lanzarla al suelo y no permitir que se levantara y se fuera mientras le gritaba y amenazaba". En otras ocasiones ??"denuncia la muchacha??"Diveroli llegó a su casa intoxicado con alcohol y se puso a golpear las puertas y ventanas."
En tal trance, Diveroli procuró un retardo judicial apoyándose en consideraciones de "seguridad nacional". "Soy el presidente y único oficial empleado de mi negocio", escribió al juez el 8 de diciembre del 2005. "Mi negocio es actualmente de gran importancia para el país en mi calidad de Contratista de la Defensa para el Gobierno de los Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo en Irak y estoy esforzándome en proveer a nuestras tropas con todas sus necesidades de equipo conforme con contratos críticos pendientes".
Agresor reincidente.
Pero un año más tarde, cuando AEY procuraba ganarse su más cuantioso contrato, las dificultades personales de Diveroli continuaron. El 26 de noviembre del 2006, la policía de Miami Beach fue llamada desde su condominio debido a una disputa con otra muchacha. De acuerdo con el reporte policial, él "lanzó a la calle las ropas de la joven y le dijo que se fuera".
Un testigo declaró a la policía que Efraim la había arrastrado de regreso a su apartamento. Los policías encontraron a la mujer llorando, pero ella insistió en que él no había hecho tal cosa como arrastrarla. Diveroli, entonces, no fue acusado.
Poco menos de un mes después, fue de nuevo llamada la policía a su condominio. Diveroli y el Vicepresidente de AEY, David M. Packouz, acababan de pelear con quien atendía el "valet parking".
La pelea empezó ??"según la policía??"luego de que el portero se negó a darle a Efraim las llaves de su auto y entonces éste entró al garaje a tomarlas. Un vecino dijo que el par de socios -- quienes además son grandes amigos y parranderos-- golpearon al servidor. Fotografías policiales muestran contusiones y rasguños en su cara y espalda.
Cuando la policía cateó a Diveroli le encontraron una licencia para conducir falsa que le agregaba cuatro años de edad y le hacía pasar con edad suficiente para comprar licor, cuando en realidad era menor de edad. Su cumpleaños había sido el día anterior. "Ya no la necesito más", dijo a las autoridades. "Tengo 21 años".
Fue acusado de propinar golpes y mala conducta, y por la delictiva posesión de un documento robado o falsificado.
El segundo cargo coloca a su negocio en peligro. Diveroli cuenta con licencia federal para venta de armas, la cual es requerida para su trabajo. Pero si resultara convicto por cometer tal delito, la licencia sería anulada.
A fin de evitar una condena en su expediente, Diveroli aceptó participar en un programa de seis meses para delincuentes primerizos, en mayo del 2007, y el pago de $1000 de fianza, lo cual lo alejó de un proceso judicial. La fianza la pagó un familiar. Su socio Packouz fue acusado de golpear al servidor pero luego fueron retirados los cargos.
Todo esto ocurría en los mismos días en que la oferta de AEY pasaba por una revisión final antes de otorgarle el contrato de compra de munición para la guerra en Afganistán. Diveroli y su empresa ganaron el contrato en enero del 2007.
Lo curioso es que mientras su fianza de mil dólares debió pagarla un familiar, el Departamento de Servicios de Inversión del Bank of América, en Miami, extendió a Diveroli una constancia de que su compañía (AEY Inc.) disponía suficiente dinero para iniciar la compra de la munición en gran escala.
El banco certificó que AEY tenía $5, 469,668.95 en su cuenta.
Por ahora Diveroli no seguirá la ruta de los millones. Sus malos pasos provocaron su acusación y aprisionamiento. Aunque se le excarceló a los pocos días, hoy espera ser llamado a juicio.
Las balas del engaño, ¡a sus veintidós años! le hicieron protagonista de la más vergonzosa historia que este año sorprendió al Pentágono, al Departamento de Estado y a la propia Casa Blanca.
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