un ejemplo de creatividad laboral, como forma de acceder a mejores condiciones de vida
De yerbero a galeno, la visión del mejor ‘médico’ emberá
- Adiel Bonilla (abonilla@epasa.com)
No sabe leer, pero sus tratamientos de medicina tradicional aparecen en tomos científicos. Algo que hace que médicos reconocidos le llamen ‘colega’. Su trabajo se fundamenta en el orgullo por la botánica indígena, pero bajo un modelo de gestión y cobro justo por la atención a la salud brindada.

Perfil
Su diploma tiene el sello de la ancestral cultura indígena emberá. Su consultorio está en la selva tropical, al aire libre —sí— pero decorado con piedras, follaje agreste y cientos de plantas curativas. Así son los dominios de uno de los más reconocidos botánicos de la América India.
Se llama Elías Ruiz, y a sus 81 años tiene muy clara su profesión. “Todos me conocen como médico”, dice en castellano con algo de acento, pero en tono firme.
Clínica natural
Vive en un inverosímil pueblo llamado Emberá Drúa, en la cuenca del Canal, en la cabecera del río Chagres.
Está a solo dos horas de la ciudad de Panamá, pero literalmente parece otro mundo; como sacado de una película prehispánica.
Luego del viaje de 45 minutos en bote, agradecí cuando me ofreció tilapia frita con patacones sobre hojas de plátano. Pero no había ido hasta allí solo a degustar. Quería descubrir cómo un yerbero se convirtió en un exitoso empresario de la medicina tradicional.
“Muéstreme el sitio donde atiende a sus pacientes”, le pedí... Hubo silencio.
Se puso en pie, debajo del brazo colocó su puya (pequeño machete), me miró fijamente y entonces respondió: “¿Está dispuesto a seguirme monte arriba?”.
¡Claro que sí! —contesté— y pensé: no habrá problemas en ajustarme al lento paso del octogenario. ¡Error!
Nos internamos en la selva. Yo iba detrás. Él había dicho que sería una caminata en asenso de solo 10 minutos. Y así fue. Pero fueron también los 10 minutos más extenuantes que recuerdo.
Al llegar le volví a preguntar la edad. Elías sonrió y comentó que a menudo debe mostrar su cédula para convencer a los turistas.
Visión laboral
Su ‘consultorio’ es parte de una estrategia turística. Por un lado permite a los visitantes hacer senderismo en la selva tropical para al final ser testigos de una farmacia natural, en un espacio donde ha sembrado las plantas más usadas para sus tratamientos.
Cáncer, próstata, asma, mordedura de serpientes, diabetes y malaria son algunas de las enfermedades —documentadas— que ha curado este botánico.
Al pedirle autorización para hacer fotos del lugar, accedió amablemente, pero se aseguró de que no fueran de cerca.
Entonces me relató que en una ocasión les permitió a unos europeos fotografiar, y luego explicar, varias de sus plantas, que más tarde salieron sin su autorización en un libro naturista.
“La medicina emberá es para ayudar a la gente, pero los tratamientos deben tener un precio”, argumentó.
Y no es una concepción mercantilista. De regreso a la comunidad me confirmaron que sus servicios son gratuitos para su gente, y con precios módicos para los nacionales. Pero los extranjeros que viajan en busca de salud reciben adicionalmente la aventura del turismo indígena por un paquete que ronda los $3,000.
Eso sí, la distribución de las ganancias, Elías la comparte con las 24 familias de Emberá Drúa, que funciona bajo un concepto cooperativistas de “todos para uno, y uno para todos”.
El abuelo botánico (con condiciones físicas de estudiante de Medicina) ha delegado a los más jóvenes el mercadeo por internet y la confección de la agenda de atención médica, pero se asegura de transmitir el orgullo por los conocimientos de su cultura, aplicados de manera sostenible.
Cuando me despedí de Elías, llegaba una pareja de clientes europeos, a quienes les dejé un consejo: “No se dejen engañar por su apariencia ni por su edad”.
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