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Efectos semánticos de la mayúscula
Rodolfo A. de Gracia - Publicado:
Lo mismo que una coma, el uso de una mayúscula dentro del texto puede marcar la diferencia entre una interpretación u otra.Los usos burlescos, irónicos y subliminales del lenguaje, lo mismo que los mensajes inconscientes se podrían dar cambiando simplemente el tamaño de la letra inicial de una palabra.“Vivir permanentemente en la paz”; “Destruirán la guaira”; “Vino sin el molestoso moisés” son ejemplos que, en la escritura, cambian radicalmente de significado cuando las palabras La Paz, La Guaira y Moisés se escriben con mayúscula.Por supuesto, el contexto es determinante.Sin embargo, en titulares de periódicos, en textos jurídicos y en aquellos en los que podrían darse una o más interpretaciones vale más tener muy en cuenta esta posibilidad.Buscan ayudante para atalaya /Atalaya; Se robaron la plata del seguro/Seguro; Lleva ya varios años con la medicina/Medicina; Ella está trabajando en el canal/Canal; la cándida Eréndira/Cándida Eréndira.Mayúsculas sin emotividadAunque su reglamentación es convencional, el uso de la mayúscula no está sujeto a la emotividad de los usuarios.Por ejemplo, el tratamiento de don o doña, salvo que vaya a inicio de texto debe escribirse con minúscula: Vendrá don Carlos Fonseca, Ella es doña Dorita.Lo mismo ocurre con los cargos y las profesiones.Aun cuando se tratase del dueño de la empresa, si el cargo es acompañado por el nombre propio, va en minúscula.Lo contrario es una abierta contravención de la norma o simple “desafuero ortográfico”.Las mayúsculas y la cultura La decisión de qué hacer con las mayúsculas o cómo reglamentarlas es el resultado de las tradiciones y las costumbres y creencias que se dan en el ámbito cultural al que pertenecemos.No es ninguna casualidad (y tampoco responde a reglas científicas puras) el hecho de que la palabra ‘dios’ se escriba con mayúscula inicial sólo cuando alude al “Ser supremo que en las religiones monoteístas es considerado hacedor del universo”, tal como lo dispone la RAE, y como lo ha aceptado la mayoría de los hispanohablantes, incluidos muchos ateos o agnósticos.De tal salvedad (la mayúscula) no disfruta la palabra ‘dios’ cuando alude a Zeus, Brahma, Ra. Y tampoco es ninguna casualidad que la observación: “ORTOGR.Escr.con may.inicial” no aparezca en la palabra ‘diablo’.¡Pobre diablo!