Entre las mágicas cascadas de Santa Fe
El río Bermejo tiene un avance rápido y vertiginoso, sobre un terreno discordante, que a su paso origina un sistema de espectaculares cascadas. En algunos parajes, el relieve es tan escarpado que la travesía fue bautizada por nuestro guía Toribio como Bermejo Xtreme.
Circundados por las montañas volcánicas de Santa Fe de Veraguas, y sintiendo el aroma del café que se filtra por el bajareque* de cañas blancas en el acogedor Hostal La Qhia, mientras el quiquiriquí de los gallos rompe el silencio profundo del amanecer del domingo 5 de julio, nos aprestábamos a iniciar nuestra aventura.
A las 6:30 a.m. nos encontrábamos ya en el restaurante de la Cooperativa La esperanza de los Campesinos con Edgar Toribio, el más experimentado conocedor de los intrincados misterios de la selva santafereña, quien en la tarde anterior nos había conducido por los senderos de Alto de Piedra.
Dos meses atrás, nos propusimos viajar a este pueblito serrano, no tanto para seguir indagando sobre el movimiento de Cerro Tute de 1959, en el que perecieron cuatro jóvenes (entre ellos un primo lejano nuestro) o hurgar en la obra pastoral y social de Héctor Gallegos, el cura revolucionario que el régimen militar desapareció en junio de 1971, sino para dedicarnos especialmente a disfrutar y recorrer los pedazos de selva casi virgen, donde se esconden decenas de cascadas, esos elementos del paisaje que obsesionan nuestro aventurero pensamiento.
En abril logramos llegar hasta El Bermejo, una impresionante caída de agua que se desplaza por bloques rocosos heterométricos, cuyas dimensiones impactan al más displicente de los espectadores. Ahora, debíamos llegar hasta allí y luego avanzar corriente arriba para identificar más “escalones de agua”. Todo ello, dentro de la espesura de la selva del Parque Nacional Santa Fe.
El río Bermejo alcanza unos 10 kilómetros de longitud, desde su nacimiento en la Cordillera Central a unos 1 400 metros sobre el nivel del mar, hasta su desembocadura en el río Bulabá, a 400 metros sobre el nivel del mar. Su avance es tan rápido y vertiginoso, sobre un terreno discordante, que a su paso origina un sistema de espectaculares cascadas. En algunos parajes, el relieve es tan escarpado que la travesía fue bautizada por nuestro guía, Toribio, como Bermejo Xtreme: era necesario escalar las rocas para apreciar mejor las caprichosas formas geológicas que engendran estos escenarios pétreos y líquidos. Y, después de contemplarlas, disfrutar un baño en sus cristalinas y puras aguas, la travesía por Bermejo requirió entre seis a siete horas.
Pero una aventura de esta naturaleza no sólo está saturada por la expectativa que genera el toparse con estas “cabelleras de agua”, sino también por apreciar en cada paso lo formidable del bosque neotropical: las coloridas orquídeas, los multiformes hongos, los enigmáticos líquenes, los imponentes y vetustos árboles…
En este recorrido, una de las manifestaciones de vida más llamativas fue la mariposa Morpho, cuyo aleteo de azules metálicos sorprendía a cada momento. Nos reseñó Toribio que cinco de estas especies merodean por el Parque Nacional Santa Fe, sobrevolando de manera especial las fuentes de agua.
Al siguiente día, el objetivo se ubicaba más allá de la Divisoria Continental, en la vertiente Caribe de Veraguas: los chorros del río La Llanita. Se trataba de un despeñadero inmenso por donde discurre una masa de agua de casi cien metros de alto. Era solo una parte de un conjunto acuífero, pues, a este escalón se añadían, torrente abajo, otros peldaños más, aunque de menor tamaño no por ello menos impresionante, en especial porque muy pocas veces el lecho rocoso de un río aflora como en este cauce.
Llegar a La Llanita no es tan difícil. Desde el camino pedregoso (y a veces lodoso) que conduce de Santa Fe a Calovébora, se puede apreciar uno de los chorros, pero para alcanzar los otros saltos se debe penetrar en la jungla y, en algunos puntos, valerse de cuerdas atadas a los árboles para remontarse por las rocas.
Los tres días por las montañas de Santa Fe se fueron volando… El próximo viaje tendrá que planificarse por una semana o más… Todavía existen numerosas bellezas por desentrañar y, en el camino, iremos aprendiendo –de la mano de nuestro insuperable guía Édgar Toribio - cuáles son las bromelias tortugas, las Morpho amatonte, las flores columnarias, las uñas de diablo, las ranas dendrobates, los pájaros manaquín…
Los panameños deberíamos robarles más tiempo a nuestras afanosas vidas para hacer ecoturismo, para recrear nuestro espíritu, para confundirnos con la naturaleza en ese plano en que los animales, las plantas, las nubes, las aguas, la tierra, el viento, la luz, los colores y los sonidos se personalizan… Solo allí podemos transportar nuestra mente a regiones de absoluta libertad…
*En Santa Fe, los lugareños denominan “bajareque” a las paredes construidas con caña blanca en posición horizontal.
** Profesora de Geografía e Historia y editora.
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