Ganó la rebelión de los columnistas
- Egbert Lewis (egbert.lewis@epasa.com)
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Llevo años nadando contra la corriente por culpa de la "Todopoderosa", mas no infalible, Real Academia Española (RAE).Como sujeto respetuoso de las reglas, he procurado ...
Llevo años nadando contra la corriente por culpa de la "Todopoderosa", mas no infalible, Real Academia Española (RAE).Como sujeto respetuoso de las reglas, he procurado ...
Llevo años nadando contra la corriente por culpa de la "Todopoderosa", mas no infalible, Real Academia Española (RAE).
Como sujeto respetuoso de las reglas, he procurado no tildar el adverbio solo en ningún caso, para ser consecuente con una disposición de la RAE, a pesar de que algunos miembros de la institución han aceptado que aquella regla de no poner acento ortográfico en solo cuando corresponde a solamente, ha sido derrotada por los usos, la costumbre y la lógica.
Así, todas las semanas libro una batalla a solas y en silencio con Neco, Pedro y Emiliano y otros escritores, quienes se han resistido a obedecer a los académicos y esa disposición que vino a torcer un camino que, desde hace rato, los que trabajamos con la palabra teníamos claro.
Esta semana decidí preguntarles por separado, a qué se debe que no sueltan esa tilde.
Neco, el más experimentado y laureado, se defiende: "Te diré mi regla: "sólo", con acento cuando puede ser reemplazado con "únicamente"; y solo, cuando se refiere a la soledad. No sé las reglas de la RAE, mis reglas las saco de mis lecturas". Emiliano, a quien considero un contestatario por naturaleza, convicción y cultura, explicó que "escribo sólo con tilde cuando es adverbio y se puede substituir por solamente y solo, de soledad, sin tilde, cuando es adjetivo", en tanto que Pedro, el más joven y, por ende, más rebelde de los tres, sostiene que se trata de "una pelea que tengo con la Academia. Soy de los que piensan que es mejor acentuar el sólo (de solamente) y dejar el solo a solas, sin acento".
Y la lista de rebeldes no se circunscribe a mis amigos; en ella también hay escritores, e incluso, académicos como Mario Vargas Llosa y Arturo Pérez-Reverte cuyos textos también he tenido que editar en alguna ocasión.
He traído este tema al tapete porque con la excusa de que el idioma es "vivo", la RAE mediante sus diccionarios y libros de gramática y ortografía no para de sorprendernos con innovaciones absurdas y jaladas de los cabellos.
Así, aunque suenen raro y se vean "feas", es perfectamente correcto escribir cederrón, por CD-ROM; murciégalo, para referirse al roedor alado; otubre, para el décimo mes del año; güisqui, para el aguardiente; amigovio, para los que son un poquito más que amigos, o bluyín, para referirse a los pantalones de mezclilla.
Así, he decidido dejar en paz las tildes de que escriben mis columnistas, aunque eso suponga un "despelote" y me produzca a mí un cargo de conciencia por no seguir la regla.
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