Inquietante, querida y acogedora ciudad
- Geraldine Emiliani
Cabe recordar sus comidas populares con sabor caribeño, principalmente de Jamaica y Martinica, que eran los plantain tarts o plantitá hechos de plátanos maduros, y los patties o patí; además, la morcilla cuyo nombre genérico era budeé...
Durante los años treinta, cuarenta, y aún en los cincuenta, el movimiento económico de Colón era de singular prosperidad debido, en gran parte, al sector agrícola y comercial. La economía reflejaba para ese entonces una importancia, mayormente en el aporte al fisco nacional. La apertura de la Zona Libre vino a beneficiar aún más la bonanza económica, razón por la cual se le denominó “Costa de Oro”.
Esta pequeña ciudad rodeada en parte por el mar Caribe, cuenta con 16 amplias y bien trazadas calles, realzando su singular belleza y notable limpieza. Con residencias y edificios antiguos e imponentes, tal vez por su arquitectura francesa.
Su variedad cultural y étnica constituyó, sin lugar a dudas, una de sus riquezas. Con un caudal enorme de satisfacción, cuyos recuerdos aún están presentes en mi memoria; y, a quién no, después de haber nacido y crecido en esa tan inquietante, querida y acogedora ciudad y gracias a las anécdotas escuchadas por familiares y amigos colonenses que aún mantienen viva en sus memorias aquellos momentos que vale la pena recordar.
Antes y durante el siglo XIX, Colón fue habitada, en su mayoría, por hombres y mujeres respetables de tierras muy lejanas, quienes con entusiasmo, esfuerzo y honorabilidad hicieron posible su grandeza excepcional y formidable desarrollo turístico, económico y social. Aportaron su cuota de patriotismo y lealtad: inmigrantes italianos, ingleses, franceses, griegos, hebreos, chinos, hindúes, alemanes; así como, de Colombia, Jamaica, Martinica, Estados Unidos y, cómo no mencionar al negro de Portobelo y Santa Isabel. Algunos en gran parte, debido a la construcción del canal, otros por la ocupación militar de un país extranjero.
Colón aún cuenta con hombres y mujeres prominentes que han dado muestras de capacidad intelectual: Graciela Dixon, Harry Castro, Pablo Thallasinos, Raúl Leis, monseñor Rómulo Emiliani, Juan Materno Vásquez, Max Salabarría, el pintor Víctor Lewis, Roberto Troncoso, Luis Navas Pájaro, Panamá Al Brown, Ismael Laguna, Aminta Meléndez, entre otros, destacándose en lo social, político, en el arte, en la literatura, en el deporte, y en la más alta jerarquía eclesial. Han sabido llevar con hidalguía la antorcha de la nobleza y honestidad, herencia de nuestros antecesores.
Todo quedaba cerca: la escuela, el parque, la iglesia. Había tiempo para compartir con los amigos y la familia; tiempo para orar, leer, estudiar, jugar, conversar, reír, llorar y vitorear a nuestros héroes del deporte. Colón gozaba de gran popularidad y prestigio entre propios y extraños.
Cabe recordar sus comidas populares con sabor caribeño, principalmente de Jamaica y Martinica, que eran los plantain tarts o plantitá hechos de plátanos maduros, y los patties o patí; además, la morcilla cuyo nombre genérico era budeé, el famoso saos, el one &one que era bofe encima de hojaldre; los no menos deliciosos emparedados de carne de res llamado los Western’s Sandwich del Stranger´s Club; los “pies a la mode” del YMCA e, ir a cazar cangrejos al corredor. No puedo dejar de mencionar el restaurante Cantón donde se saboreaba la mejor comida china; así como, el Restaurante Napoli, verdadera exquisitez en comida italiana; las famosas malteadas de la refresquería Flor de Primavera, muy visitada los domingos por los de la capital; las hamburguesas del Margarita´s Club House; el raspa’o de Calle 9 y Avenida Central; los “hot dogs” en la refresquería de la familia Fragomeni.
Otra buena inyección a la economía de la ciudad lo fue la gran marejada blanca, así, se les llamaba a la cantidad de marinos con sus uniformes blancos que visitaban a la ciudad en los años de la Segunda Guerra Mundial. “La Calle del Frente” con sus almacenes de hindostanes y el distinguido Bazar Francés. El colegio Abel Bravo, cuya preparación en bachiller en letras es aún excelente y destacado por sus luchas en defensa de la Patria. El idioma inglés era de notable apreciación en el alumnado de los colegios St. Mary’s Academy y De La Salle, que sobresalieron en la preparación de bachilleres en comercio y ciencias; y, otros prominentes planteles educativos como el José Guardia Vega.
La celebración del día de Colón (5 de Noviembre) era todo un espectáculo. Los estudiantes se vestían de gala para conmemorar tan importante fecha. Al finalizar el desfile y en horas de la tarde, el lugar de reunión de la muchachada era en la feria del colegio De La Salle. Otros se agrupaban en el Club Náutico Caribe para recrearse del popular Fish Fries.
Por los años cincuenta, el Club Copacabana era conocido por sus bailarinas extranjeras y sus celebraciones, especialmente en Año Nuevo; así como el cuarto frío del Club de Extranjeros, donde se bailaba a más no poder con el conjunto de Tito Mouynez.
Para conmemorar el 4 de Julio, Independencia de los Estados Unidos, ocasión social de mucho prestigio, sus invitados tenían que asistir vestidos de blanco. Un momento de diversión eran las caminatas al poblado de Margarita pasando por el cementerio de Mt. Hope. Los viernes en la tarde los “get together” del Hotel Washington, con su piscina de agua salada (única en el territorio nacional) por su ubicación en la entrada al mar.
Igualmente, eran los afamados paseos al Tarpon Club, al Lago Gatún y al Fuerte San Lorenzo. Los famosos carnavales con dos comparsas principales: Los Campesinos y Los Brasileiros, quienes se disputaban año tras año el primer lugar. Los Carnavales y desfiles patrios se apreciaban con todo su esplendor y colorido, por familiares y amigos, por los amigos de los amigos, por los grandes y famosos personajes de la época, muchos de ellos se daban cita en el famoso balcón de los Emiliani, mi residencia.
En la actualidad, la asfixiante y preocupante situación socioeconómica de nuestra provincia, no es factor determinante para zambullirnos en la desesperanza. Colón es el orgullo de grandes logros y valores. Estoy segura que esta provincia, con la ayuda de todos, volverá a sentirse como la verdadera Costa de Oro.
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