Lobo reprimido, caperucita feroz
La película tiene título muy gracioso e injusto en español: “Niña mala” .
L os estudiosos de autores como Francisco Carrara, uno de los baluartes universales de la escuela del derecho penal, definirían lo sucedido como la respuesta sublime, pero extrema, al intento de "conocimiento carnal de una mujer libre y honesta, precedida de seducción verdadera o presunta".
Para el resto de los cinéfilos que, como este servidor, optó por analizar cuadro a cuadro la motivación del guionista para presentar un duro relato sin tomar el lado fácil de la subjetividad argumental, se trata de una propuesta atrevida y honesta que plantea a manera de thriller sicológico una realidad conocida sobre todo en sociedades en las que mujeres menores de edad ponen su dosis de justicia ante la implacable agresión sexual masculina.
El título del filme en inglés es "Hard Candy" (no se confunda con el último disco de Madonna), término utilizado en la web para definir a una menor de edad, y se trata de un drama sicológico con tintes agridulces de tensión y suspenso, el cual enfrenta a un treintañero seductor de adolescentes (Patrick Wilson) ante su némesis virginal, una preciosa frutilla que llegará hasta lo último para hacer pagar caro su hábito delincuencial.
Si el inicio muestra rápidamente lo que ocurre tras unas líneas de conversación en el chat entre dos "nicks" cuyas terminaciones dejan en evidencia la edad de los personajes, el posterior encuentro nos lleva a cuestionar la táctica sinvergüenza que derretirá los tímpanos de la púber, y presentarnos a ella, con angelical ingenuidad, la niña que tomará apuntes de la iniciativa para dar el siguiente paso: atacar en la casa del lobo.
La "caperucita" Hayley Stark (con una extraordinaria actuación de Ellen Page, a quien postularon al Oscar este año por "Juno"), accede a la invitación, no sin antes demostrarle que a pesar de sus 14 veranos vividos, tiene suficiente capacidad para discernir y tomar decisiones como semi-adulta, y logra transmitir el efecto en los siguientes segundos cuando rechaza tomar una bebida que le suministra Jeff, logra enseguida servirse ella su propio trago y le invita a beber, con la predecible consecuencia inmediata.
Jeff cae víctima de su propia telaraña y es hora de que la singular dulzura saque sus garras y haga alarde de sus dotes quirúrgicas, previo cruce de líneas divertidas sobre el manejo efectivo del juego del gato y el ratón comandado por esta pupila de Hannibal Lecter.
La película tiene título muy gracioso e injusto en español: "Niña mala" (por cierto, arrasó en los premios de Stiges del 2005 y fue filmada en 18 días); sin embargo, es una de las más claras e incómodas experiencias del cine que busca empujar al espectador hacia turbulencias vividas en este género.
Como ejercicio cinematográfico ofrece interesantes reflexiones. El hecho de presentar un trabajo pequeño de sólido argumento, una dirección aceptable y unas actuaciones de nocaut, merece la pena verlo en la gran pantalla o alquilarlo en video para su posterior discusión en foros familiares o académicos.
Como material de análisis de situación, aunque a ratos hiperbólica y con algunas lagunas en su estructura narrativa, "Niña Mala", levantará una ola enorme de comentarios.
La ópera prima de David Slade seguramente pasará sin pena ni gloria por las salas locales. De hecho, las pocas copias que rondan oficiales en video que permitirán darle mayor difusión. Una cosa si que es cierta, de veras, la película arroja posturas al triturador y lo hace visceral y contundente.
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