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Día D / Mamá y el Chapulín

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desde madrid

Mamá y el Chapulín

Actualizado 2014/12/06 23:10:09
  • Pedro Crenes Castro @pcrenes *

Se nos murió uno de esos personajes que nos divirtió mucho, de un modo inteligente y que nos enfrentó con una parte de la realidad que tantas veces es obviada: la pobreza.

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Recuerdo a mi mamá que coleccionaba figuritas. En aquellos años, les cuento a mis hijas, las figuritas se pegaban con goma. Se ríen. Goma es en Madrid, un borrador, con pegamento me corrigen y yo me rio por dentro pensando en que goma es la consecuencia de una mala juma, como si las hubiera buenas… Mamá coleccionó varios álbumes, entre ellos Esta es mi patria, los dos volúmenes, de los que ya les he contado, uno de las Olimpiadas en el que aprendí la violencia contra los atletas de la delegación israelí y que me empujó la curiosidad por saber el por qué de tanto odio. También coleccionó uno sobre la conquista del espacio, semilla de mi interés por la astronomía y otro, del que recuerdo unas pocas figuritas y un póster: el de El Chapulín Colorado.

Se nos murió uno de esos personajes que nos divirtió mucho, de un modo inteligente y que nos enfrentó con una parte de la realidad que tantas veces es obviada: la pobreza. Pero solo eran un montón de tópicos, dicen los que denuestan los personajes de Roberto Gómez Bolaños, como si nuestras memorias no estuvieran llenas de ellos. A mí, El Chavo del 8, me enseñó que no todos los niños son iguales y deberían serlo, que la vecindad, es un microcosmos que hay que cuidar y respetar, que algunos padres no pueden pagar la renta, que el desempleo acecha, que los niños, son niños en todas partes del mundo.

Mamá poblándolo todo, con sus maneras y sus ritmos, con su intrahistoria unamuniana, porque la tiene, y yo no le pregunto por ella, para qué, una madre lo es siempre aunque se equivoque y uno la regañe con cariño. Mamá en la casa y ese poster del Chapulín que recuerdo, ¡no contaban con mi astucia! y la foto se detiene allí, en ese gesto repetido, así está el Chapulín, ¡eres lo máximo!, en aquel póster viejo de mi memoria, y yo reído, el Chapulín en casa y lo trajo mi mamá.

Tipos de personajes: El derrotado triste, Ron Damón, la mujer firme y valiente, Doña Florinda, la eterna guapa y segura de sí misma Doña Cleotilde, el caprichoso, Quico, el héroe a su pesar, El Chapulín Colorado, el galán intelectual, El profesor Girafales… No hay espacio para mucho más, pero que me dicen de los tópicos típicos de personajes tan entrañables y redondos como El Dr. Chapatín, La Chilindrina, Chaparrón Bonaparte, El Chómpiras. Bolaños, conquistó la televisión de su tiempo parodiando el oeste, a Drácula, los cuntos clásicos a los superhéroes estadounidenses a los que siempre les decía algo el Chapulín. Gags y frases repetidas que nos hicieron reír y nos dieron a la lengua popular palabras como chiripiolca, ¡toorpe! (recuerden la entonación cada vez que el Chapulín se daba uno de sus miles de golpes), dígame Licenciado, fue sin querer queriendo y otras tantas que andan por allí dormidas en la memoria de nuestras vidas. Chanfle (ahí tienen otra, emblemática), ¡cuánto nos reímos! Y también mamá.

El avión correrá por la pista negra hacia la noche y el otoño de Madrid. En medio del rugido de los motores que me llevan a casa, recordaré otra vez a mamá. Y me llenaré de preguntas otra vez y desearé, como los niños, un pasadizo secreto para recorrer ambos mundos en un abrir y cerrar de puertas. Pero mamá se queda en el corazón del mundo, en mi otoño hace mucho frío para su sangre panameña llena de años. En la espesura aérea hacia casa invocaré ¡oh, y ahora ¿quién podrá defendernos?... y preferiré cerrar los ojos para no saber la respuesta del silencio.

*(Escritor)

|1417928400|importacion 3|Pura novelería|Día D|Ernesto Endara (Escritor)|http://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/feeds/img/120714-DIAD-28-5-01.jpg||Soliloquios|Estoy harto de saquear mi memoria y alimentarme del pasado Roth Si alisamos la palabra novelería podríamos encontrar que de las arrugas salen|

Estoy harto de saquear mi memoria y alimentarme del pasado Roth

Si alisamos la palabra novelería podríamos encontrar que de las arrugas salen significados diferentes. Los muchachos de mi edad entenderían novelería solamente como un rosado afán de estar al día en todo: ¿Has visto el nuevo peinado de Lady Gaga? ¿Sabes cuánto cuesta un viaje a Disney? Y así un montón de cosas que llaman la atención algunos días o unas cuantas horas. Nunca algo realmente trascendental. Muchas de las veces ese interés es hasta fingido para estar alineados con lo que aprueba o desaprueba la manada. Llamamos noveleros a los atrapados por la novelería. Difícil pasar por la vida y no haber caído alguna vez en esa red inocua y fugaz de la novelería.

Ahora que en el Festival Ñ me invitaron a hablar sobre novelas, se me antoja que novelería debería tener una acepción más digna que estar al día con la chismografía; aunque, a veces, eso sea lo más sabroso de la novela. Debería haber ligaduras que amarren la novelería con la novela. ¿Qué tal lugar donde venden novelas? Como panaderia, lugar donde se vende pan. Entonces, noveleros podríamos ser los lectores de novelas; pero no, novelero tendría que ser algo más, un verdadero fanático de las novelas. Un Pepe Muñoz, Richard Brooks, Neco Endara, José Díaz, Javier Riba o parejas como Cirilo y María Rosa.

En novelero no entra el escritor de novelas, esos ya están definidos como novelistas. Ah, novelista, ¿qué es un novelista? El hacedor de una nova lista (si es entretenida, of course), en ellos sí que se pueden unir las dos acepciones: lo novedoso y lo escrito. El novelista, que en principio fue un novelero empedernido, se convierte en un escritor de novelas, aunque hay algunos que equivocadamente, inexplicablemente, tristemente, nunca fueron lectores empedernidos. ¿Cómo lograron ser novelistas? Novelería.

Cuando apenas había escrito una obra de teatro y dos cuentos, le pregunté a Joaquín Beleño, mi novelista panameño favorito: ¿Cómo se escribe una novela? Pregunta tan fácil de contestar como la que le hicieron una vez a Rosa María y al doctor Godoy: ¿Cómo se extirpa un cáncer? Joaquín, que no se dejaba amilanar por una pregunta estúpida, me contestó: «Lee de nuevo el Quijote (estoy seguro que ya lo leíste, ¿no?). Allí encontrarás cuarenta y siete fórmulas infalibles para escribir una buena novela.

|1417928400|importacion 4|No es apropiado premiar los trabajos menos malos|Día D|Egbert Lewis (@EgbertLewis)|http://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/feeds/img/120714-DIAD-26-27-1-01.jpg~http://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/feeds/img/120714-DIAD-26-27-1-02.jpg|José Luis Rodríguez Pittí(Cortesía)~Jorge Eduardo Benavies (Perú), José Luis Rodríguez Pittí y Andrea Jeftnovic (Chile), jurados de la sección cuento 2014.()|Jurado del Concurso de Cuento del 'Ricardo Miró' explica las razones y consecuencias del fallo|El jurado dice que debe responder de manera contundente a esas voces que dicen que el premio se debe otorgar al trabajo menos malo. Tras el fallo, se han dado insultos, reclamos y acosos de algunos escritores que no han digerido que este año los cuentistas se quedaron cortos.|
Perfil
  • José Luis Rodríguez Pittí (www.rodriguezpitti.com) es un escritor y artista visual nacido en Panamá en 1971. Autor de varios libros, su obra ha recibido reconocimientos en Panamá y España. Trabajos suyos han sido elegidos para antologías y revistas publicadas en Panamá, Nueva York, Bogotá, Boston y Estocolmo. Algunos de sus cuentos han sido traducidos al inglés, portugués y sueco. Ha exhibido y presentado libros en Panamá, Guatemala, San José (Costa Rica), Santo Domingo, La Habana, Buenos Aires, México, Florencia (Italia) y Nueva York. Creador y director en Panamá de varios proyectos culturales, festivales y publicaciones cuyo objetivo era promover la literatura panameña. Fue editor de la revista literaria miniTEXTOS. En la actualidad, dirige una editorial con sede en Filadelfia, Pensilvania.

Mucho se ha dicho sobre el desierto de la sección cuento en el Concurso Nacional de Literatura Ricardo Miró. Hubo quienes cuestionaron la composición del jurado, también hay quienes dijeron que no se debió dejar escapar los $15,000 del premio, mientras que los más filosóficos abogan porque se hagan ajustes a la ley y la reglamentación del Miró.

Hoy, José Luis Rodríguez Pittí , expresidente de la Asociación de Escritores de Panamá, quien actualmente dirige una editorial con sede en Filadelfia, Pensilvania y quien fue jurado este año del Miró, cuenta a Panamá América las razones por las cuales ninguno de los 38 libros sometidos al escrutinio del jurado, que también integraron el peruano Jorge Eduardo Benavies y la chilena Andrea Jeftnovic, mereció ganar el diploma, la medalla ni la plata que tanto persiguen algunos concursantes.

Quítese la toga de jurado y dé su punto de vista sobre si conviene que no se premie una categoría.

Muchas de las reacciones han sido sorprendentes, las dos peores son el caso de un autor que se ha dedicado a acosar a los miembros del jurado a través del correo electrónico, reclamándoles por no haber elegido la menos mala de las obras, y otro que los ha acusado públicamente de ridiculeces sin fundamento. Reclamos que surgen solo después de haberse declarado desierto el concurso en el que ellos aceptaron las reglas que contemplan esta posibilidad. A estas personas habría que preguntarles por qué es hasta ahora que están en desacuerdo con las bases que pudieron objetar antes y qué buscaban al inscribirse.

Porque este concurso es claro en lo que busca y en lo que no busca. Según la Ley 27 de 1946 que lo formaliza, es un certamen para honrar la memoria de Ricardo Miró que, no solo era un gran poeta, sino que era un cuentista de primera. Siendo así, este concurso no es para elegir la menos mala entre muchas obras inscritas, para publicar un libro al año seleccionado entre un grupo reducido, para estimular a los principiantes o para entregar una ayuda económica a un escritor: es para que el jurado escoja aquella pieza de contenido y estética única, obra de arte literario, que sirva al propósito del homenaje a un escritor panameño ejemplar. Y hay que resaltarlo, el Miró no solo es el más importante de las letras panameñas, sino que es uno de los más antiguos premios nacionales de todo el mundo hispano.

Es por eso que el Miró contiene la cláusula que permite declararlo desierto. No es una cláusula absurda, ni improvisada, sino el mecanismo para que solamente se elijan trabajos del más alto nivel artístico.

Y es el jurado que nombra el Inac el que debe decidir esto, sobre las obras participantes. No es sencillo y puede ser muy doloroso, como lo fue este año, descubrir que las obras no cumplían con los estándares exigidos en las bases. Pero no debemos olvidar que se trata únicamente de la evaluación de los libros en competencia y para nada es un análisis de la situación de la literatura panameña actual.

Ahora veámoslo desde la perspectiva del género.
Hay quienes estiman que el cuento es el más fuerte de la literatura nacional, y mucho más en estos tiempos. ¿Cómo enfrentar eso con el hecho de que no pudo salir un ganador entre 38 prospectos?

Más fuerte, ¿en qué sentido? Si es con respecto al Miró, eso habría que preguntárselo a los que crearon esa hipótesis. Y si es así, según ellos, yo les preguntaría también cómo explican que el Miró en 2007 fuera declarado desierto por el uso en las obras de un lenguaje propio de siglos pasados, entre otras bellezas comentadas en el fallo correspondiente. O que el de 2013, aunque tuviera un ganador, el jurado hiciera tanto énfasis en el poco cuidado que tuvieron los autores con la calidad literaria de sus obras. Algo anda mal con esta hipótesis, al menos respecto al Miró. Y, en definitiva, algo está pasando con los cuentistas que concursaron este año que no está pasando, por ejemplo, con los poetas. Es hora de meditar sobre este asunto.

Ahora bien, esto no quiere decir que en Panamá no haya buenos cuentistas. Hay que tener claro que no todos los cuentistas participan en el Miró. Si creemos lo que muchos dicen, que inscriben dos o tres obras, entonces en la versión de este año participó menos del 20% de los casi 150 escritores activos en Panamá.

¿Las deficiencias que encontró el jurado fueron más de forma o de fondo?

Hubo de todo un poco. Este es un concurso abierto a todo el que quiera enviar la cantidad de páginas con textos que aceptan las bases. Así que hubo un par de colecciones de chistes y anecdotarios, y libros con errores de ortografía y gramática elementales. Algunos, escritos por principiantes que no dominan aún el uso del lenguaje o personas que, aunque saben redactar, desconocen lo que es la narrativa contemporánea. Pero esto ocurre en toda competencia literaria y no es preocupante.

Igual que otras veces en concursos panameños, es abrumadora la cantidad de escritores que desconocen los rudimentos del oficio, como el uso de guiones o comillas en los diálogos. No deja de sorprender cómo esto se repite año tras año, sin embargo, tampoco es algo que deba preocupar, pues son cosas que se pueden corregir en la edición sin cambiar para nada la obra literaria.

El problema más común de este año fue el alto número de obras con tramas defectuosas. Por ejemplo, cuentos que parecían haber sido alargados artificialmente, quizá solo para cumplir con el número de páginas solicitado, dañando el ritmo que debe tener toda narrativa. O historias nacidas de muy buenas ideas, pero con errores fundamentales en el desarrollo, que debieron haber sido eliminados en la fase de revisión. O libros con uno o dos cuentos excelentes, entre historias imposibles de publicar a causa de serias deficiencias.

Y esto es lo más doloroso de haber sido jurado este año: aunque con esas narraciones excelentes se pudiera hacer una muestra de la ficción breve escrita este año en Panamá, no se podía encontrar a un ganador. Pues en el Miró se premia la colección completa, es decir, aunque no se puede esperar que todos sean excelentes, el conjunto de cuentos debe tener una calidad adecuada y todos deben ser publicables. Estos autores deben dedicarle un poco más de tiempo a tener un libro completo de cuentos con textos del nivel que han demostrado que pueden lograr. O encontrarles salida a esas historias buenas que, en mi opinión, no merecen estar encerradas en espera de un premio.

¿Le pareció, en algún caso, que los libros de cuento fueron hechos para cumplir con inscribirlos y estar en carrera por los $15,000 y todo lo que implica el premio, más que un genuino trabajo literario?

No tengo cómo saber en qué pensaban todos los concursantes. Pero sí te puedo comentar que, leído el fallo del concurso, algunos autores se me han acercado y hemos conversado sobre sus libros. Algunas han sido personas jóvenes que, me he alegrado mucho, tienen toda la disposición de mejorar su trabajo. Un par de esos casos era de obras prometedoras, que estoy seguro que vamos a volver a ver, pero como ganadoras de un premio. También conversé con un escritor de más trayectoria y fue una experiencia muy positiva: hablamos de las tramas, los personajes, y aquello que va a hacer de su colección una pieza ganadora. Estas personas no me parece que anden a la carrera o solo interesadas en los 15,000 dólares. Son escritores preocupados por su trabajo literario y en plena creatividad, por lo que van a llegar muy lejos, sin embargo, no todos los casos han sido así. Como ya te dije, han sido lamentables los insultos, acosos y reclamos de algunos escritores. Pero solamente son un par de personas entre todas las que compitieron.

¿Dicen que los jurados nacionales debieran ser eliminados debido a que son susceptibles de dejarse llevar por simpatías y antipatías si reconocieran el estilo de algunos de los participantes en las obras presentadas?

La pregunta es quién ha dicho tal cosa y con qué objetivo. Si es alguien que conoce cómo funciona el Concurso Ricardo Miró o alguien que lo desconoce.

Si es lo segundo, le diría que hay varios mecanismos para evitar que esto suceda. Para empezar, le explicaría que todas las obras concursan de forma anónima. Y las bases exigen que si un jurado se entera o descubre la identidad de uno de los participantes, debe renunciar. Me parece que no podemos asumir que los jurados, solo por ser panameños, no van a ser lo suficientemente éticos como para cumplir con estas bases.

Además, las reglas del Miró van más allá: nacional solo hay un jurado, que es acompañado de dos personas extranjeras y residentes fuera del país. Ninguno se conoce entre sí hasta el día en que se reúnen para dar el fallo, que debe ser emitido en apenas unas horas. La posibilidad de llegar a acuerdos corruptos es muy pequeña, sobre todo, este año, gracias al trabajo cuidadoso y profesional de la jefa de Letras del Inac, la profesora Aleyda de Gracia.

Por otro lado, para decidir el ganador solo se necesitan dos de los jurados, pues los fallos pueden ser divididos. Así que supongamos que la frase es correcta y que el jurado panameño está corrompido: le sería imposible premiar, por las razones que sea, a una obra sin la calidad literaria, pues los otros jurados corregirían la decisión eligiendo otra obra con las cualidades adecuadas, y sin dar su fallo sobre la base de simpatías o antipatías. Para eso se requeriría que los tres jurados fueran delincuentes.

El problema, estimado Egbert, es si el que dijo esa frase conoce bien cómo funciona el Miró. Si ese es el caso, es una falta de respeto hacia los jurados y hacia todos los que han ganado este premio. Yo solo conozco el caso de una persona que ha escrito una carta en la que acusa a los jurados panameños de actuar por simpatías o antipatías, aseverando que ha pasado antes. Es patético que esta persona que ha participado varias veces en el Miró -y hasta lo ganó una vez-, que ha sido jefe de Letras del Inac, encargado de las bases y de los jurados, y que organiza concursos usando jurados panameños haga estas declaraciones sin fundamento. Y es más patético que lo haga solo después de conocer el fallo desierto de este año. Me parece que hay que ser serios a la hora de emitir estas opiniones, que hasta se podría decir que son injuriosas.

¿Qué debieran hacer los autores y qué debiera hacer el Inac para que el Miró mantenga su nivel y mejore?

Los autores deben escribir y pensar en publicar antes de pensar en inscribirse en cualquier concurso, incluyendo el Miró. Hay personas que dicen tener varias obras participando en este certamen, a veces por décadas, con la esperanza de ganar algún día. Esto es terrible, pues los escritores deben trabajar para ser leídos. La recompensa económica, necesaria para vivir y seguir trabajando, debe venir como parte de la publicación y circulación de las obras. Y los premios, como el Miró, deben servir como estímulo adicional y no como una forma de mantener al autor que, con mucha suerte, gana con una obra que ha estado cautiva en el sistema.

Por su lado, el Inac debe mantener el nivel del concurso exigiéndoles a los jurados que solamente elijan obras de alto nivel literario. Y debe responder de manera contundente a esas voces que dicen que el premio se debe otorgar al trabajo menos malo, como si en Panamá no existieran autores de alto nivel. Es obligación del Inac defender a nuestros mejores autores, algunos de los cuales han ganado el Miró, que están lejos de ser artistas mediocres. Y debe innovar, como te decía en la respuesta anterior, mejorando su trabajo editorial y metiéndose de lleno en la distribución de obras literarias, que tanta falta hace. O, de otra manera, premiando libros ya editados y, de paso, apoyando el desarrollo de una industria editorial en el país.

¿Si tuviera la oportunidad de recapacitar, volvería a fallar igual?

El fallo del Miró 2014 fue el resultado de un estudio previo, de más de tres meses de duración, de cada una de las obras, terminado en una discusión seria y meticulosa. No fue algo que se hizo al calor de un momento o de manera superficial. Así que las mismas obras obtendrían el mismo fallo, en el Miró o en cualquier concurso con un jurado serio.

Por supuesto, como te dije antes, hay algunas colecciones que, si son trabajadas por los autores, ojalá que con el apoyo de un editor, pueden convertirse en libros publicables y, algunos, en ganadores. Espero que lo hagan, pues hay cuentos que son muy buenos entre los trabajos presentados, pero así como está el material, no veo cómo podría cambiarse el fallo.

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