Soliloquios
¿Por qué escribí sobre Henry Morgan?
- Ernesto Endara (Escritor)
“¿Qué hago encerrado en este barco sin mar ni velas?” agonía de Henry Porque fue un pirata y la piratería no pasa de moda. De
“¿Qué hago encerrado en este barco sin mar ni velas?” agonía de Henry
Porque fue un pirata y la piratería no pasa de moda.
De niño traté de ver con malos ojos a Morgan porque lo acusaban de haber destruido la primera versión de mi ciudad amada. Nunca lo logré. A esa edad es difícil odiar a quien huele a pura aventura. Hoy, ya maduro, el odio me parece una pasión irracional.
La piratería actual, como su antecesora, es abominable y sanguinaria, advertimos que sus causas son más oscuras y siniestras. Ayer, los piratas robaban –con excusa de lejanas guerras– para beber ron, gozar con las mujeres y, raramente, para acumular riquezas. Nada edificante, es verdad, pero sin vericuetos. Hoy, la piratería acoge bajo su enseña negra al insensato terrorismo, al despiadado narcotráfico y a la injusta tiranía. Más que nunca es bandera de infames.
Fui al siglo XVII. Conocí a ilustres personajes como John Locke y Baruch Spinoza; reviví la plenitud de Shakespeare y Cervantes. Pero, de ese siglo, presento los más borrascoso del Caribe. Cuando ese mar se convirtió en una «fértil llanura líquida –así la llama Sir Henry–, donde sólo cosecharían los intrépidos».
Morgan abandonó los aperos de labranza en su natal Llarnhymney, Gales, para embarcarse rumbo a las Antillas. Algunos de sus biógrafos aseguran que tuvo que pagar su pasaje cumpliendo años de esclavitud en América. Lo dudo, porque los ingleses no tenían colonias. Lo cierto es que bajo el mando del almirante Penn, participa en la toma de Jamaica, isla que desde entonces considerará su patria pequeña.
Henry Morgan se hizo pirata buscando un atajo para llegar a la riqueza. Y lo encontró. Revisando sus biografías (Phillip Lindsay, W. A. Roberts, E.A. Cruikshank y el más interesante, Peter Earle), quedé maravillado de la teatralidad de sus actos. En la obra no lo condeno ni mitifico, sólo hago teatro con su vida.
Seguramente algunas frases fueron dictadas por el mismo Morgan: «No se puede llamar robo al impuesto que cobra el coraje… Total, hacemos a los españoles lo que ellos hacen a los indios y los indios se hacen entre sí.» Otras, siento que lo obligué a decirlas: «Mis doblones los gané con sangre, sí, pero arriesgándome en la lid. Hay quienes los embolsan más fácil: los políticos y los comerciantes, y sus métodos no son más santos que los míos.»
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