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¡Qué vaina, no?
Ernesto Endara - Publicado:
Vengan, malas palabras, alíniense aquí.Les pasaré lista como lentejas de presidio.Ustedes son una pila de sinvergüenzas.Es incalculable el mal que le causan a la sociedad.Andar por ahí espantando oídos pudorosos, ensuciando páginas níveas, castas.Habráse visto, habráse visto.¡Vagabundas! ¡Eso es lo que son! Vagabundas.Que me condenen, esa palabra sí que me gusta como suena… y todavía más lo que significa: persona errante, que va de un lugar a otro, sin ocupación y sin destino fijo, y yo agregaría: gente con moral abierta a los cuatro vientos y elástica como un chorrito de leche condensada.Ah, me gustaría ser un vagabundo (en el fondo lo soy o, al menos, así me ven).Quiero ser pirámide con patas, velero con alas, ciego en patines, deslizándome por el Kilimanjaro, o surfeando en Punta Cana (ya tú sabes con quién); pero, qué va, loco, el amor me tiene anclado a Panamá y a las tetas de mi mujer.Oh, perdón.Debí decir al pecho, a los senos.¡Atención, párense firmes, voy con ustedes! No he olvidado las acusaciones que penden sobre ustedes, palabras malas, requete malas, altisonantes, malsonantes, agrisonantes, pestisonantes.Ah, veo que están culitranqueando.Entiendo su culillo.Yo he pasado lo mío también.Que el fiscal mayor comience su alegato.¿Dónde está? ¿Cómo dice, que no vive en Panamá? ¡Qué bueno, no me verá al lado de estas pécoras.Que traigan a la auxiliar y sus auxiliares.Estas caínas, no se saldrán con la suya.Veamos.Sois palabras canallas.Se os acusa de haber propinado palizas paralizantes a otras palabras mansas y frágiles; también pesa sobre ustedes el rubor que pintáis en tantos rostros frescos y núbiles.Paja, coño, culo, pene, vagina, culipronta, ahuevado, chulo, fornicar (suena más terrible, sucia y pecaminosa que coito o “yacer” como dice La Biblia por todos lados).¿Seréis peores que hambre, narcotraficantes, armas, terrorismo, corrupción, castidad? Si tuviérais un poquito de pudor, os quedarías encerradas en el Diccionario de la Real Academia y no asomarías vuestras caras descaradas.¡Mentira!, las quiero aunque no sé cómo defenderlas.Por suerte, desde su sepulcro en Argentina una voz alegre clama por ellas.Fontanarrosa nos dice: «Pido amnistía para las malas palabras».Y vuelve a aconsejar: «integrémoslas al lenguaje porque las vamos a necesitar».Los pana boays siguen por ahí, liberándolas a diestra y siniestra.Y yo, que no escarmiento, también.¿Qué vaina, no?