Rebujitos, calimochos y otros mejunjes
De unos años a esta parte, en esas fiestas la gente bebe un mejunje conocido como rebujito, que consiste en un tercio de manzanilla, o de fino jerezano, y dos tercios de gaseosa, tipo Sprite o 7 Up.
La vida de un periodista gastronómico está, como la de cualquier otro profesional, llena de anécdotas divertidas; vamos a dejar en esa categoría la invitación recibida hace algunas semanas para acudir, en una ciudad del norte de España, a un concurso de elaboración de un brebaje llamado calimocho o, por respetar la grafía de los convocantes, kalimotxo.
Pásese usted la vida buscando y catando los mejores vinos del planeta, adquiera un nivel respetable de conocimientos y exigencia... para que le convoquen a una competición en busca del mejor calimocho. Un calimocho no es más que la mezcla de vino tinto, normalmente peleón, con un refresco de cola, y parece ser muy popular entre los jóvenes. No sólo en España: también en Latinoamérica se bebe este mejunje, que recibe muy distintos nombres.
Mezclar vino con bebidas no alcohólicas es bastante viejo. El propio sacerdote oficiante de la Misa acaba mezclando vino con agua, actividad a la que, según los autores del Siglo de Oro -Quevedo, Lope, Cervantes... - eran muy aficionados los taberneros de la época. "Si bebo vino aguado / berros me nacerán en el costado", dejó escrito el Fénix de los Ingenios.
En los llamados felices años 20, época que muchos suelen confundir con la Belle Époque, que en realidad terminó con el estallido, en 1914, de la Primera Guerra Mundial, estuvo de moda un fox-trot cantado, especialmente, por la Chelito, famosa vedette de la época, llamado Vino tinto con sifón; en él, la cantante describía al público y costumbres que se observaba en los cabarés de la época, y proclamaba: "yo no sé pedir coñac / ni chartreuse, ni cointreau, ni champán: / ¡Vino tinto con sifón!".
Cualquiera que haya disfrutado de las investigaciones del comisario Maigret, el inolvidable personaje de Georges Simenon, recordará que era frecuente que, por la mañana, entrase en una taberna y pidiese "un blanco con Vichy", la famosa agua gaseosa francesa. Con agua gaseosa, pero edulcorada, se ha mezclado el vino en España muchísimo tiempo; cuando yo era pequeño, a los niños, en casa, se les dejaba beber un vasito de gaseosa manchada por un poco de vino. Ya no: ahora se llama "tinto de verano" y se consume bastante; hubo un tiempo en el que se le llamó "un Vargas", es decir, "un Vardepeñas con gaseosa".
Pero... Pocos vinos tendrán la categoría de los de Jerez, únicos en el mundo. Son obras de arte, lo que no impide que para apreciarlos haya que gustar de unos vinos un tanto especiales. Pero el Jerez tiene un prestigio universal... que en las ferias andaluzas parecen empeñados en arrojar por la borda. La bebida habitual en esas ferias, como en la universalmente conocida de Sevilla, era tradicionalmente la manzanilla, un vino fino de la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda. Bueno: pues de unos años a esta parte, en esas fiestas la gente bebe un mejunje conocido como rebujito, que consiste en un tercio de manzanilla, o de fino jerezano, y dos tercios de gaseosa, tipo Sprite o 7 Up. Sin comentarios.
Porque hay bebidas mixtas que han acreditado su bondad. La sangría, por ejemplo, básicamente vino tinto, diversas frutas, con cítricos en primer plano, y gaseosa... aunque hay fórmulas mucho más elaboradas y mucho más sofisticadas. O la madrileñísima clara, resultado de mezclar cerveza originalmente con limonada -la clara con limón-, hoy casi siempre con gaseosa, una combinación que palia el amargor de la cerveza y resulta refrescante.
En fin, yo, desde luego, si quiero que mi vino tenga carbónico apelaré al champán. Nunca he probado ni un calimocho ni un rebujito... y me parece que, a estas alturas, voy a seguir sin hacerlo. Pero, claro: como dicen que dijo El Guerra, torero de finales del XIX, cuando le presentaron a Ortega y Gasset y le explicaron que era filósofo... hay gente "pa tó".-
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