Un Personaje De Una Comunidad Darienita A todo los realeños
Publicado 2007/06/30 23:00:00
Me referiré a un personaje de una de las casi setecientas comunidades que actualmente integran la Región de Darién, constituida por una provincia y dos comarcas. El nombre del personaje es Octavio Navarro Rangel, más conocido por los sobrenombres de Pao o Paíto. La comunidad es la de El Real de Santa María.
El sábado 31 de mayo, en horas de la tarde, a los casi noventa y siete años de edad El Real perdió a Paíto, quien fuera durante todos estos últimos años el realeño más querido. En una oportunidad me confesó que a lo sumo en toda su vida había vivido fuera de El Real un año lo que equivale a decir el uno por ciento de toda su existencia. Vivió este realeño las últimas nueve décadas del siglo XX y los primeros siete años del siglo XXI. Clásico darienita, afro descendiente, de baja estatura, enjuto, lampiño, con el ojo izquierdo casi cerrado, de palabra fácil y movimientos rápidos. Mantuvo su lucidez hasta el último momento. Todos los habitantes de El Real eran, en la práctica, sus familiares por lo que todos se interesaban, de una u otra forma, por él. Hasta los últimos años de su vida recorría diariamente el poblado; de joven fue un gran caminador. Era frecuente escuchar, un día cualquiera en El Real:
- ¿Ya Paíto pasó por aquí?
- ¡Todavía no he visto pasar a Paíto, le habrá pasado algo!
Eran los comentarios de mujeres y hombres de la comunidad. Y en su diario recorrido le hacía un favor al que se lo pidiera.
- Paíto hazme un mandado.
- Pao, puedes hacerme el siguiente favor..
- ¡Como no, a las órdenes! respondía sin dejar de agregar uno de sus originales y pícaros señalamientos particularmente si se trataba de damas. Lo curioso era que todo lo terminaba en risa. Le escuché decir a Narciso Bristán que la longevidad de Paíto se debía a su buen carácter. Todo lo concluía con una de esas risas pueblerinas que no se llegan a escuchar en las ciudades en donde la gente ha dejado de reír y mucho menos dar y responder saludos. En las ciudades los vecinos poco alternan y si se reúnen es en torno a la televisión y los más jóvenes frente a las computadoras.
Llegó a jubilarse y para ocuparse en algo se iba muy temprano a la oficina de Correos y Telégrafos a realizar las tareas de mensajero y a "pelear de oficio" con Pablo Barrios, el jefe de la agencia. En una oportunidad le correspondió llevar un telegrama y no bien lo había entregado al receptor cuando le manifestó:
- Te mandan a buscar de Panamá. No había dudas de que estaba muy al corriente del contenido de los telegramas.
En una oportunidad un grupo de funcionarios de organismos internacionales llegó a El Real. Me correspondió acompañarlos. Por supuesto que les presente al realeño más querido. Y uno de ellos, siguiendo la costumbre de los funcionarios de organismos internacionales, comenzó a preguntarle sobre los antecedentes históricos del pueblo. Quedaron sorprendidos cuando Paíto haciendo gala de su buena memoria les habló de las actividades de El Real desde la época de las explotaciones de las Minas de Canas que existieron hasta la segunda década del siglo pasado. El gran apogeo que tuvo El Real cuando era el puerto fluvial más importante de todo el país debido a la exportación del banano producido en el Alto Tuira y el Chucunaque, antes que apareciera la enfermedad denominada Sigatoka. Luego las exploraciones de las compañías que buscaron petróleo así como las que realizaron las exploraciones y estudios para determinar la ruta de la Carretera Panamericana y finalmente la construcción del desvío del río Tuira que acabo con la condición de puerto de El Real. Todo se lo relato Pao mientras esperaban el transporte aéreo que los trasladaría de El Real a la ciudad de Panamá. Los funcionarios internacionales optaron por dejarle una gratificación por las enseñanzas que les impartió Paíto sobre "su Real".
Comprobé el cariño que los realeños le tenían a Paíto cuando permaneciendo en Yaviza, en mi condición de director de un proyecto con financiamiento internacional, lo invité a que visitara esta última comunidad que hacía años no lo hacía .Aceptó mi invitación. Su equipaje consistió en un cartucho grande. Se había decidido a pasar unos días en Yaviza, al menos eso pensaba yo. Se alojaría en Yaviza en la casa de su sobrina Ana Berta Navarro. De su casa al embarcadero se escucharon los siguientes comentarios realeños:
- Pao ¿usted para donde va? ¡Usted no se mueve de aquí!
- Fellín - mi sobrenombre realeño - cuidado que a Paíto le pasa algo.
Realmente comencé a arrepentirme de la invitación hecha a Octavio Navarro Rangel.
- Paíto te decides viajar siempre a Yaviza.
- No le hagas caso a esos necios, fue su respuesta. Treinta minutos más tarde llegábamos a Yaviza. Ana Berta lloró al verlo:
- ¡Así es la única forma que puedes venir por acá Pao!
Esa noche durmió en casa de su sobrina. Muy temprano nos encontramos y me manifestó:
- Me van a matar en este pueblo ya he tenido que desayunarme dos veces; primero donde mi sobrina y luego Tito Valdelamar prácticamente me obligó a tomarme un segundo desayuno. Pao acostumbraba a comer poco, sano y regularmente a la misma hora.
(*) El autor es ingeniero agrónomo
2 Extracción y procesamiento de piedras para uso en la construcción.
- ¿Ya Paíto pasó por aquí?
- ¡Todavía no he visto pasar a Paíto, le habrá pasado algo!
Eran los comentarios de mujeres y hombres de la comunidad. Y en su diario recorrido le hacía un favor al que se lo pidiera.
- Paíto hazme un mandado.
- Pao, puedes hacerme el siguiente favor..
- ¡Como no, a las órdenes! respondía sin dejar de agregar uno de sus originales y pícaros señalamientos particularmente si se trataba de damas. Lo curioso era que todo lo terminaba en risa. Le escuché decir a Narciso Bristán que la longevidad de Paíto se debía a su buen carácter. Todo lo concluía con una de esas risas pueblerinas que no se llegan a escuchar en las ciudades en donde la gente ha dejado de reír y mucho menos dar y responder saludos. En las ciudades los vecinos poco alternan y si se reúnen es en torno a la televisión y los más jóvenes frente a las computadoras.
Llegó a jubilarse y para ocuparse en algo se iba muy temprano a la oficina de Correos y Telégrafos a realizar las tareas de mensajero y a "pelear de oficio" con Pablo Barrios, el jefe de la agencia. En una oportunidad le correspondió llevar un telegrama y no bien lo había entregado al receptor cuando le manifestó:
- Te mandan a buscar de Panamá. No había dudas de que estaba muy al corriente del contenido de los telegramas.
En una oportunidad un grupo de funcionarios de organismos internacionales llegó a El Real. Me correspondió acompañarlos. Por supuesto que les presente al realeño más querido. Y uno de ellos, siguiendo la costumbre de los funcionarios de organismos internacionales, comenzó a preguntarle sobre los antecedentes históricos del pueblo. Quedaron sorprendidos cuando Paíto haciendo gala de su buena memoria les habló de las actividades de El Real desde la época de las explotaciones de las Minas de Canas que existieron hasta la segunda década del siglo pasado. El gran apogeo que tuvo El Real cuando era el puerto fluvial más importante de todo el país debido a la exportación del banano producido en el Alto Tuira y el Chucunaque, antes que apareciera la enfermedad denominada Sigatoka. Luego las exploraciones de las compañías que buscaron petróleo así como las que realizaron las exploraciones y estudios para determinar la ruta de la Carretera Panamericana y finalmente la construcción del desvío del río Tuira que acabo con la condición de puerto de El Real. Todo se lo relato Pao mientras esperaban el transporte aéreo que los trasladaría de El Real a la ciudad de Panamá. Los funcionarios internacionales optaron por dejarle una gratificación por las enseñanzas que les impartió Paíto sobre "su Real".
Comprobé el cariño que los realeños le tenían a Paíto cuando permaneciendo en Yaviza, en mi condición de director de un proyecto con financiamiento internacional, lo invité a que visitara esta última comunidad que hacía años no lo hacía .Aceptó mi invitación. Su equipaje consistió en un cartucho grande. Se había decidido a pasar unos días en Yaviza, al menos eso pensaba yo. Se alojaría en Yaviza en la casa de su sobrina Ana Berta Navarro. De su casa al embarcadero se escucharon los siguientes comentarios realeños:
- Pao ¿usted para donde va? ¡Usted no se mueve de aquí!
- Fellín - mi sobrenombre realeño - cuidado que a Paíto le pasa algo.
Realmente comencé a arrepentirme de la invitación hecha a Octavio Navarro Rangel.
- Paíto te decides viajar siempre a Yaviza.
- No le hagas caso a esos necios, fue su respuesta. Treinta minutos más tarde llegábamos a Yaviza. Ana Berta lloró al verlo:
- ¡Así es la única forma que puedes venir por acá Pao!
Esa noche durmió en casa de su sobrina. Muy temprano nos encontramos y me manifestó:
- Me van a matar en este pueblo ya he tenido que desayunarme dos veces; primero donde mi sobrina y luego Tito Valdelamar prácticamente me obligó a tomarme un segundo desayuno. Pao acostumbraba a comer poco, sano y regularmente a la misma hora.
(*) El autor es ingeniero agrónomo
2 Extracción y procesamiento de piedras para uso en la construcción.
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