Panamá
Tres cascadas, un regalo grandioso de la naturaleza
A unos 10 kilómetros de la localidad de Volcán, Tierras Altas, está ubicado este paraíso natural que conquista a visitantes locales y extranjeros.
- Aurelio Martínez
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- - Actualizado: 16/1/2023 - 09:25 am
La verdad que el turismo interno de aventuras en Panamá, es muy interesante y en esta oportunidad, en Tierras Altas, permite visitar lugares que no se conocían como el área de las tres cascadas, incluso, dicen que son cuatro.
El recorrido se inicia desde el centro de Volcán en la vía que entra en el barrio de El Valle y luego se toma la carretera hacia el sector de Cañas Blancas, a un kilómetro se toma una desviación hacia la izquierda, rumbo a Brazos de Gariché.
Luego de viajar por una calle sin pavimentar por espacio de una hora, se llega a la finca de Néstor López, quién es uno de los siete hermanos que son los propietarios de la finca donde están las cascadas.
Hasta allí llegó el vehículo, en una pequeña comunidad de 10 casas, una iglesia y una pequeña escuela multigrados. Un sitio encantador y el olor a café recién hecho recibe a los visitantes bajo un árbol de marañones.
La familia ya estaba en la faena, viendo las huertas de porotos y otras variedades de frijoles que se producen en esta zona de Chiriquí; mientras pasaban los ganaderos a caballo arriando las vacas junto a un par de perros.
Se emprende un nuevo viaje por una carretera, mientras se puede apreciar el paisaje a los lados. Grandes praderas dedicadas a la ganadería. No es para menos, en este punto, hay 7 fincas que producen leche Grado A y tres de Grado B.
El sol ya había salido hace rato, pero las nubes le impedían pegar directo en el cuerpo. Estaba fresco e ideal para emprender la caminata de tres kilómetros de distancia.
El guía tomó la punta de la expedición y los otros cinco restantes le siguen a paso moderado y lento. Poco a poco se fueron adentrando.
Entre las miradas de las vacas en los potreros avanzan. El verdor invitaba a seguir ese contacto con la naturaleza.
Después de los dos kilómetros está el descenso más fuerte por un potrero y después se entra en el pequeño bosque donde ya se escuchaba abajo el ruido característico de las caídas de agua, lo que llenó de entusiasmo y ansias por ver estas maravillas de la naturaleza.
Para llegar al fondo del riachuelo hay que agarrarse de raíces y árboles, con mucho cuidado. No había forma de continuar el camino sin meterse al agua. A unos 200 metros río arriba, Salvador, que iba un poco adelantado, hizo señal, que tras una curva estaba el primer objetivo.
Impresionante ver la cascada y el agua en su caída levantaba una especie de neblina: es un paraíso que te hace olvidar las dificultades que pasas para llegar allí.
De inmediato nos dimos un chapuzón sin importar que el agua estaba fría; fotos para la taquilla en redes sociales.
Demoramos una media hora y luego regresamos al primer punto de contacto con el riachuelo para ir a las otras dos cascadas. Tuvimos que subir un cerro pequeño, pero complicado y bajarlo es más difícil, pero apenas lo haces te deslumbran las otras dos caídas de agua.
Están a unos 50 metros, una de la otra, crean una sinfonía que te llega hasta lo más profundo de los oídos. Un lugar de mucha paz y tranquilidad acompañado de trinos de pájaros, flores y árboles grandes llenos de lianas. De las tres cascadas, dos tienen espacio para meterse detrás del chorro de agua, sin dudas un paraíso que hay que conservar y visitar con el compromiso de no alterar mucho el ecosistema y mucho menos contaminarlo.
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