La tercera palabra
- Rosalina Orocú ([email protected])
Así se titula la obra de Alejandro Casona, que está en cartelera en Sala Gantes del Teatro La Quadra. Marga creyó que iba a enseñar a Pablo, un ‘chico’ criado alejado de la ciudad, quien creció en el estado más puro que puede hacerlo un hombre, en contacto directo con la naturaleza.

Así se titula la obra de Alejandro Casona, que está en cartelera en Sala Gantes del Teatro La Quadra. Marga creyó que iba a enseñar a Pablo, un ‘chico’ criado alejado de la ciudad, quien creció en el estado más puro que puede hacerlo un hombre, en contacto directo con la naturaleza.
Marga creyó que iba a enseñar a Pablo, un ‘chico’ criado alejado de la ciudad, quien creció en el estado más puro que puede hacerlo un hombre, en contacto directo con la naturaleza.
Se equivocó. Él fue quien le enseñó a la tutora que habían contratado sus tías para ‘civilizarlo’ acerca de temas respecto de los cuales, en el corre corre citadino -en la selva de cemento- pocas veces ella se había puesto a reflexionar. La hizo descubrir maravillas nunca vistas, que pasan de largo al ojo humano tan contaminado.
Creyó, ella -como muchos de nosotros, quizás yo, quizás usted y solo Dios sabe cuántos más-, que vivía, que vivía a plenitud, porque respiraba, comía, hablaba, dormía, se divertía...
Se equivocó, estaba- como muchos estamos, unas veces más, otras menos- en compartimientos estancos. Él, el iletrado, el ‘salvaje’ (era hosco, desconfiado y le encantaba la cacería, también mirar y contar estrellas como solía hacerlo con su padre) la ayudó a descubrir mundos y a descubrirse.
Ambos se intercambiaron información- vivieron con intensidad y descubrieron la tercera palabra que impacta a la humanidad, en un año en que donde a veces la tutora era alumna.
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