¿Qué es el gluten?
En esta ocasión le cedo mi pluma a Alicia Rego, una clienta que se ha convertido no solo en amiga, sino en inspiración. Pudo ...
Amira Saied
En esta ocasión le cedo mi pluma a Alicia Rego, una clienta que se ha convertido no solo en amiga, sino en inspiración. Pudo escapar de su cuerpo enfermo con perseverancia, inteligencia y dedicación, y hoy nos cuenta su historia que espero sirva para que muchos puedan identificar la raíz de sus problemas y puedan tomar un primer paso en el camino de la recuperación.
"Más allá de las entrañas"
Nada mejor que mayo –mes de la celiaquía y la intolerancia al gluten- para tomar conciencia sobre lo que algunos consideran una tendencia más. Sí, está de moda. Está de moda no ingerir gluten. Tampoco carne, azúcar, carbohidratos, alimentos que no sean crudos, grasas… Para gustos los sabores en tema de dieta y estilo de vida. Como siempre digo, no hay una fórmula mágica que aplique a todos para garantizar la salud. Así que enhorabuena al que encuentre un balance definiendo bien lo que su organismo –que es único- necesite. Pero privarse o no del gluten –la famosa proteína contenida en el trigo, la avena, el centeno y la cebada- no es una opción para algunos: los celíacos (como yo), los sensibles y los intolerantes. Y no es una opción sencillamente porque para nosotros este elemento, aunque sea en pequeñas cantidades, nos pone muy mal.
Y si no que me lo pregunten a mí. Por dos años estuve que no levantaba cabeza, me dolía todo y la lista de males que plagaban como peste mi organismo era eterna: mala absorción de nutrientes, aftas orales, migraña, ansiedad, cefalea, taquicardia, insomnio, trastornos musculares, problemas circulatorios, pesadez en brazos y piernas, molestias en la zona abdominal… porque estos síntomas y muchos otros son los que pueden acompañar a la enfermedad celíaca. Pese a que la mayoría de las personas la asocian con enfermedades gastrointestinales, involucra a muchos más órganos que el intestino.
Además de la barriga, si tuviese que resaltar el síntoma que más afectó mi vida no fue ninguno que tuviese que ver con los típicos dolores de vientre que fastidian tanto a los celíacos. Molestos, claro que sí, (no voy a subestimarlos porque pueden llegar hasta incapacitar a la persona). A mí la mayor afectación se dio en el plano emocional. La apatía, la falta de atención, el poco anhelo de comunicarme y la angustia me calaron. Un peregrinaje por doctores, psicólogos y psiquiatras fue la consecuencia. Lo preocupante era que no acertaban con el diagnóstico, algo que le sucede a un gran número de personas que pasan páramos hasta que le detectan la enfermedad. Yo estaba predispuesta genéticamente, pero no fue sino hasta el 2011 que se me manifestó. Y lo hizo así, con toda su fuerza y devastando mi psique.
Pero como todos los celíacos, una vez que se cuidan, vi la luz después del túnel, luz que dio vida a mi primer libro, "Las cuentas del collar roto", obra que me sirvió como catarsis con la que muchos lectores se han identificado.
Como también siempre digo, la fe en uno mismo nunca habrá de perderse y el rencuentro con la salud viene de la mano. Eso sí, sin probar una pizca de gluten.