El Paredón de Fusilamiento
Publicado 2003/04/12 23:00:00
- Tomado de Internet
El 10 de enero de 1959, 72 oficiales y soldados del Cuartel Moncada en Santiago de Cuba fueron fusilados por orden de Raúl Castro (hermano de Fidel Castro) . El tribunal que los condenó a muerte estuvo presidido por el Comandante Manuel Piñeiro quien más tarde ocuparía altos cargos en la revolución. Otros fusilamientos de militares y civiles tuvieron lugar en varias ciudades de la isla.
En La Cabaña, por ejemplo, Ernesto Guevara dispuso la ejecución de 55 personas; los juicios duraban apenas unas horas y la decisión final la tomaba casi siempre el propio Guevara. Así empezó la ola de terror con que se estrenó el Gobierno Revolucionario dirigido por Fidel Castro.
No había razón militar alguna para esos baños de sangre. Sí existían, en cambio, poderosas razones políticas que explican las ejecuciones. Castro quería distanciar la revolución desde su inicio de la Cuba de ayer. Deseaba enfatizar el carácter drástico e implacable de la Segunda República e identificar al pueblo con sus propósitos radicales.
Aunque fueron varios los comandantes rebeldes que se distinguieron por su revanchismo, quienes inspiraron la ola de fusilamientos fueron los hermanos Castro y los motivos que tuvieron para ello se relacionan con sus planes de largo plazo.
La prensa extranjera reaccionó con horror ante las fotos y películas de los fusilamientos y fue para ripostar a esas críticas que Castro convocó al pueblo a la gran concentración del 22 de enero de 1959. Ese día Castro advirtió que su oratoria ejercía "extraños poderes de coerción emocional. Centenares de miles de cubanos lanzaron ese día el siniestro grito de ¡paredón! en apoyo de los fusilamientos.
Prácticamente abolida en Cuba en la Constitución de 1940 y escasamente utilizada en la República, la pena de muerte se convirtió en rutina judicial. Entre el 1º de enero de 1959 y el 29 de noviembre de 1961, el régimen de Castro decretó la pena de muerte con respecto a 29 figuras delictivas, casi todas relacionadas con actividades contrarrevolucionarias. Por su parte, la Fundación de Derechos Humanos en Cuba estima en 18,000 el número de víctimas del régimen de Castro.
En La Cabaña, por ejemplo, Ernesto Guevara dispuso la ejecución de 55 personas; los juicios duraban apenas unas horas y la decisión final la tomaba casi siempre el propio Guevara. Así empezó la ola de terror con que se estrenó el Gobierno Revolucionario dirigido por Fidel Castro.
No había razón militar alguna para esos baños de sangre. Sí existían, en cambio, poderosas razones políticas que explican las ejecuciones. Castro quería distanciar la revolución desde su inicio de la Cuba de ayer. Deseaba enfatizar el carácter drástico e implacable de la Segunda República e identificar al pueblo con sus propósitos radicales.
Aunque fueron varios los comandantes rebeldes que se distinguieron por su revanchismo, quienes inspiraron la ola de fusilamientos fueron los hermanos Castro y los motivos que tuvieron para ello se relacionan con sus planes de largo plazo.
La prensa extranjera reaccionó con horror ante las fotos y películas de los fusilamientos y fue para ripostar a esas críticas que Castro convocó al pueblo a la gran concentración del 22 de enero de 1959. Ese día Castro advirtió que su oratoria ejercía "extraños poderes de coerción emocional. Centenares de miles de cubanos lanzaron ese día el siniestro grito de ¡paredón! en apoyo de los fusilamientos.
Prácticamente abolida en Cuba en la Constitución de 1940 y escasamente utilizada en la República, la pena de muerte se convirtió en rutina judicial. Entre el 1º de enero de 1959 y el 29 de noviembre de 1961, el régimen de Castro decretó la pena de muerte con respecto a 29 figuras delictivas, casi todas relacionadas con actividades contrarrevolucionarias. Por su parte, la Fundación de Derechos Humanos en Cuba estima en 18,000 el número de víctimas del régimen de Castro.
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