La Torre de Pisa ya no se cae
- Internacional
La estructura ha sido exitosamente estabilizada y está fuera de peligro por al menos 300 años más.
Los ingenieros que estuvieron trabajando por más de una década para impedir el derrumbe de la Torre Inclinada de Pisa señalaron que, por primera vez en 800 años, la famosa atracción turística italiana se encuentra totalmente estable.
"Ahora podemos decir que la torre no se moverá por lo menos en 300 años", indicó el ingeniero polaco Michele Jamiolkowski.
Las obras incluyeron la excavación de setenta toneladas de tierra bajo el lado norte de la torre para buscar enderezarla.
Cuando los trabajos finalizaron, la estructura siguió moviéndose hacia una posición más vertical. Siete años más tarde y 48 centímetros más derecha los ingenieros aseguran que no corre ningún peligro de caerse.
Pies de arena.
La torre comenzó a inclinarse en plena construcción, a finales del siglo XII. A pesar de los esfuerzos de los trabajadores para enderezarla no se pudo evitar que terminara levemente torcida.
El edificio intrigó y fascinó a varias generaciones de admiradores de la arquitectura medieval, pero en 1990 un grupo de ingenieros indicó que la torre estaba tan inclinada que podría terminar cediendo y derrumbándose.
El monumento fue cerrado al público y se hizo una convocatoria internacional para rescatarla.
Entre las propuestas más curiosas para salvarla estuvo un proyecto chino de construir una réplica en el lado opuesto que la mantuviera firme, y otra de taladrar 10,000 hoyos en la torre para que perdiera peso.
Los primeros intentos de impedir la inclinación causaron un desplazamiento de 2 milímetros en una sola noche, es decir, el doble de lo que se mueve en un año.
En 1995 se inyectó nitrógeno líquido en la tierra para que se congelara y la mantuviera quieta, pero la inclinación continuó aumentando.
La solución ganadora fue la más simple: un equipo de arquitectos e ingenieros liderados por Jamiolkowski descubrió que la torre está construida sobre un terreno arenoso que no tiene aguas subterráneas.
De esta manera, si excavaban gradualmente los alrededores de los cimientos, la inclinación se corregiría sin necesidad de desmantelar el monumento.
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