Muere el genio de la literatura Gabriel García Márquez
- Redacción (EFE)

El colombiano Gabriel García Márquez, fallecido ayer en México a los 87 años, era uno de los escritores más relevantes del siglo XX, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982 y autor de obras tan emblemáticas como “Cien años de soledad”.
Nacido el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, un municipio del norte de Colombia, García Márquez, conocido como Gabo, fue escritor, periodista y guionista de cine, además de agitador cultural por convencimiento y padre del “realismo mágico” en literatura.
De entre toda su obra destaca “Cien años de soledad (1967), una de las cimas de la literatura universal, traducida a 35 idiomas y de la que se han vendido más de 30 millones de ejemplares.
Escritor de cuentos, novelas, guiones y hasta boleros frustrados, Gabriel García Márquez viajó siempre acompañado por su instinto de periodista de raza, con el lapicero a mano y la capacidad de observación de un lince.
Aunque parezca de fábula, el universo que evocó el escritor colombiano era real. Cada historia y cada vivencia pasaban por el tamiz de su ojo de periodista porque estaba convencido de que “la crónica es la novela de la realidad”.
El idilio del genio colombiano con la literatura y el periodismo nació casi al mismo tiempo, cuando apenas iniciaba su formación en Bogotá, lejos de su tierra caribeña y en una ciudad gris que marcó sus primeros pasos con el “Bogotazo”, como se conocen los disturbios que derivaron del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán.
Alrededor de ese hecho histórico, comenzó su carrera con los primeros cuentos publicados en prensa. “La tercera resignación” abrió la veda en El Espectador en 1948, y luego como reportero siguió buscando la comunión entre la literatura y el periodismo en dos ciudades de su Caribe natal: Cartagena y Barranquilla.
En el mismo diario bogotano publicaría en 1955 en 14 entregas un reportaje emblemático: “Relato de un náufrago”.
En ese entonces el futuro premio Nobel de literatura de 1982 era apodado “Trapo loco”, vestía coloridas camisas y dormía en pensiones de mala muerte con los bajos salarios que recibía en El Universalde Cartagena y El Heraldode Barranquilla, pero nunca faltaron libros que leer ni botellas de ron blanco que apurar con sus amigos intelectuales.
En esos prolíficos años devoró a William Faulkner, Ernest Hemingway, Virginia Woolf y a John Dos Passos, forjó una afición enfermiza por el cine, conoció a su íntimo amigo y compatriota Álvaro Mutis, y además formó parte del “Grupo de Barranquilla”, que por poco no llegó a ser generación literaria.
No sería esa primera vez en que el “hijo del telegrafista” se sacrificaba por el periodismo, pues la penuria marcó su etapa como corresponsal en Europa, cuando con una libreta recorrió el continente en plena Guerra Fría y en una buhardilla de París aromatizada por coliflor cocida trataba de vender sus reportajes.
Su manejo de ese “género estrella” fue reconocido por su colega polaco Ryszard Kapucinski, toda una autoridad, quien afirmó que “su gran mérito (de García Márquez) consiste en demostrar que el gran reportaje es también gran literatura”.
Después de desmontar el socialismo real en la serie de reportajes “Noventa días en la cortina de hierro”, que publicó la revista colombiana Cromos, uno de sus amigos de la época parisina, su compatriota Plinio Apuleyo Mendoza, le rescató y se lo llevó a escribir a Caracas para las revistas venezolanas Momento, Elitey Venezuela Gráfica.
En los últimos años han surgido homenajes a la figura de periodista del Nobel, como la antología de textos “Gabo, periodista” o la creación en 2013 de los “Premios Gabriel García Márquez” otorgados por la FNPI en un intento por rescatar a la profesión.
García Márquez nunca se trepó a la cima de la fama ni se quitó la camisa de reportero.
Lo demostró en uno de sus últimos ingresos a un hospital en México cuando, al ver un tumulto de medios a las puertas de la clínica, exclamó: “Están locos, qué hacen allá afuera (los periodistas). Que se vayan a trabajar, a hacer algo de provecho”, reivindicando una vez más su filosofía: “el periodismo es el mejor oficio del mundo”.
|1397707200|importacion Muere el genio de la literatura Gabriel García Márquez |Mundo|Redacción (EFE)|http://162.242.239.26/sites/default/files/feeds/img/041814-PA-20-21-1-05.jpg|Un grupo de periodistas toma imágenes de la carroza fúnebre que salía de la casa del escritor Gabriel García Márquez en Ciudad de México. Decenas de periodistas esperan detalles sobre las honras fúnebres.(EFE)| |El colombiano Gabriel García Márquez, fallecido ayer en México a los 87 años, era uno de los escritores más relevantes del siglo XX, ganador del Premio Nobel|
El colombiano Gabriel García Márquez, fallecido ayer en México a los 87 años, era uno de los escritores más relevantes del siglo XX, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982 y autor de obras tan emblemáticas como “Cien años de soledad”.
Nacido el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, un municipio del norte de Colombia, García Márquez, conocido como Gabo, fue escritor, periodista y guionista de cine, además de agitador cultural por convencimiento y padre del “realismo mágico” en literatura.
De entre toda su obra destaca “Cien años de soledad (1967), una de las cimas de la literatura universal, traducida a 35 idiomas y de la que se han vendido más de 30 millones de ejemplares.
Escritor de cuentos, novelas, guiones y hasta boleros frustrados, Gabriel García Márquez viajó siempre acompañado por su instinto de periodista de raza, con el lapicero a mano y la capacidad de observación de un lince.
Aunque parezca de fábula, el universo que evocó el escritor colombiano era real. Cada historia y cada vivencia pasaban por el tamiz de su ojo de periodista porque estaba convencido de que “la crónica es la novela de la realidad”.
El idilio del genio colombiano con la literatura y el periodismo nació casi al mismo tiempo, cuando apenas iniciaba su formación en Bogotá, lejos de su tierra caribeña y en una ciudad gris que marcó sus primeros pasos con el “Bogotazo”, como se conocen los disturbios que derivaron del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán.
Alrededor de ese hecho histórico, comenzó su carrera con los primeros cuentos publicados en prensa. “La tercera resignación” abrió la veda en El Espectador en 1948, y luego como reportero siguió buscando la comunión entre la literatura y el periodismo en dos ciudades de su Caribe natal: Cartagena y Barranquilla.
En el mismo diario bogotano publicaría en 1955 en 14 entregas un reportaje emblemático: “Relato de un náufrago”.
En ese entonces el futuro premio Nobel de literatura de 1982 era apodado “Trapo loco”, vestía coloridas camisas y dormía en pensiones de mala muerte con los bajos salarios que recibía en El Universalde Cartagena y El Heraldode Barranquilla, pero nunca faltaron libros que leer ni botellas de ron blanco que apurar con sus amigos intelectuales.
En esos prolíficos años devoró a William Faulkner, Ernest Hemingway, Virginia Woolf y a John Dos Passos, forjó una afición enfermiza por el cine, conoció a su íntimo amigo y compatriota Álvaro Mutis, y además formó parte del “Grupo de Barranquilla”, que por poco no llegó a ser generación literaria.
No sería esa primera vez en que el “hijo del telegrafista” se sacrificaba por el periodismo, pues la penuria marcó su etapa como corresponsal en Europa, cuando con una libreta recorrió el continente en plena Guerra Fría y en una buhardilla de París aromatizada por coliflor cocida trataba de vender sus reportajes.
Su manejo de ese “género estrella” fue reconocido por su colega polaco Ryszard Kapucinski, toda una autoridad, quien afirmó que “su gran mérito (de García Márquez) consiste en demostrar que el gran reportaje es también gran literatura”.
Después de desmontar el socialismo real en la serie de reportajes “Noventa días en la cortina de hierro”, que publicó la revista colombiana Cromos, uno de sus amigos de la época parisina, su compatriota Plinio Apuleyo Mendoza, le rescató y se lo llevó a escribir a Caracas para las revistas venezolanas Momento, Elitey Venezuela Gráfica.
En los últimos años han surgido homenajes a la figura de periodista del Nobel, como la antología de textos “Gabo, periodista” o la creación en 2013 de los “Premios Gabriel García Márquez” otorgados por la FNPI en un intento por rescatar a la profesión.
García Márquez nunca se trepó a la cima de la fama ni se quitó la camisa de reportero.
Lo demostró en uno de sus últimos ingresos a un hospital en México cuando, al ver un tumulto de medios a las puertas de la clínica, exclamó: “Están locos, qué hacen allá afuera (los periodistas). Que se vayan a trabajar, a hacer algo de provecho”, reivindicando una vez más su filosofía: “el periodismo es el mejor oficio del mundo”.
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