Musulmanes en el mundo inician el Ramadán
Publicado 2003/10/25 23:00:00
- Massachusetts
Los musulmanes del mundo iniciaron el mes sagrado del ayuno islámico o Ramadán, un año más afectados por la violencia en Oriente Medio, la precariedad de algunas de sus economías y la crisis ideológica que divide a la sociedad.
Astrónomos islámicos abrieron anoche sus ventanas en busca del creciente de la luna, signo que marca el comienzo del mes más respetado del calendario musulmán, y dedicado a la abstinencia, devoción y solidaridad con los desposeídos.
Egipto, Siria y el Líbano ya han anunciado que el primer día de ayuno será hoy, mientras que los estrictos jeques de Arabia Saudí, ayudados por la población, escrutaron anoche el cielo en busca de la señal divina.
El gesto se repite a lo largo de estos días como un eco místico en todo el mundo, desde Indonesia a Marruecos y desde Kazajistán a Nigeria.
La comunidad musulmana está formada por más de 1,200 millones de fieles, repartidos por todo el planeta. Una vez alumbrada la novena luna del almanaque mahometano, los fieles se abstendrán de comer, beber, fumar y practicar el sexo desde el alba hasta la puesta del sol.
Las únicos a los que se concede bula son las mujeres embarazadas, los enfermos, los viajeros y los niños menores de 10 años.
Entonces, la mayoría de los bares, restaurantes y otros centros de diversión mantendrán sus puertas cerradas, mientras que algunos limitarán sus horarios a la vigilia o cubrirán las ventanas con cortinas por deferencia hacia los ayunantes.
El Ramadán este año se caracteriza por el creciente sentimiento de rabia y contrición que se respira en las mezquitas, donde mezclan sus plegarias quienes culpan a Occidente de los males del Islam y aquellos que defienden blandir la espada para vengar afrentas como la guerra de Irak y la situación en los territorios palestinos.
La crisis económica -emanada en parte por estos conflictos- es otro de los catalizadores de la polémica un mes en el que, paradójicamente, el gasto alimenticio suele dispararse.
Después de la abstinencia, muchos son los que rompen el ayuno con un "iftar" que se convierte en pantagruélicos banquetes aderezados con lo mejor de la cocina tradicional de cada país, y repetidos durante 28 días en restaurantes y casas familiares.
Al inicio del nuevo mes de Ramadán, los tunecinos vuelven a verse dominados por la pasión consumista, sin pararse a considerar que el gasto excesivo pesará sobre sus economías familiares el resto del año.
En estos días previos al mes sagrado de los musulmanes, la mayoría de los trabajadores desertan de oficinas y fábricas para dedicarse a su ocupación predilecta, recorrer los mercados populares con el fin de abastecerse de los alimentos tradicionales.
No puede haber mesa, durante esas noches, en las que falten los diversos manjares tradicionales, seguidos por una variada colección de golosinas en las que la pasta de almendra campa por sus fueros.
Durante el Ramadán, los tunecinos, al igual que el resto de los árabes, consume sin reparar en el gasto ni en detenerse a reflexionar sobre la sobrecarga de sus estómagos.
Astrónomos islámicos abrieron anoche sus ventanas en busca del creciente de la luna, signo que marca el comienzo del mes más respetado del calendario musulmán, y dedicado a la abstinencia, devoción y solidaridad con los desposeídos.
Egipto, Siria y el Líbano ya han anunciado que el primer día de ayuno será hoy, mientras que los estrictos jeques de Arabia Saudí, ayudados por la población, escrutaron anoche el cielo en busca de la señal divina.
El gesto se repite a lo largo de estos días como un eco místico en todo el mundo, desde Indonesia a Marruecos y desde Kazajistán a Nigeria.
La comunidad musulmana está formada por más de 1,200 millones de fieles, repartidos por todo el planeta. Una vez alumbrada la novena luna del almanaque mahometano, los fieles se abstendrán de comer, beber, fumar y practicar el sexo desde el alba hasta la puesta del sol.
Las únicos a los que se concede bula son las mujeres embarazadas, los enfermos, los viajeros y los niños menores de 10 años.
Entonces, la mayoría de los bares, restaurantes y otros centros de diversión mantendrán sus puertas cerradas, mientras que algunos limitarán sus horarios a la vigilia o cubrirán las ventanas con cortinas por deferencia hacia los ayunantes.
El Ramadán este año se caracteriza por el creciente sentimiento de rabia y contrición que se respira en las mezquitas, donde mezclan sus plegarias quienes culpan a Occidente de los males del Islam y aquellos que defienden blandir la espada para vengar afrentas como la guerra de Irak y la situación en los territorios palestinos.
La crisis económica -emanada en parte por estos conflictos- es otro de los catalizadores de la polémica un mes en el que, paradójicamente, el gasto alimenticio suele dispararse.
Después de la abstinencia, muchos son los que rompen el ayuno con un "iftar" que se convierte en pantagruélicos banquetes aderezados con lo mejor de la cocina tradicional de cada país, y repetidos durante 28 días en restaurantes y casas familiares.
Al inicio del nuevo mes de Ramadán, los tunecinos vuelven a verse dominados por la pasión consumista, sin pararse a considerar que el gasto excesivo pesará sobre sus economías familiares el resto del año.
En estos días previos al mes sagrado de los musulmanes, la mayoría de los trabajadores desertan de oficinas y fábricas para dedicarse a su ocupación predilecta, recorrer los mercados populares con el fin de abastecerse de los alimentos tradicionales.
No puede haber mesa, durante esas noches, en las que falten los diversos manjares tradicionales, seguidos por una variada colección de golosinas en las que la pasta de almendra campa por sus fueros.
Durante el Ramadán, los tunecinos, al igual que el resto de los árabes, consume sin reparar en el gasto ni en detenerse a reflexionar sobre la sobrecarga de sus estómagos.
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