Alfabetismo y nuevos analfabetas
- Ileana Gólcher
Uno de los logros más significativos de Panamá en lo que respecta a Indices de Desarrollo Humano es la disminución del porcentaje de analfabetismo, cifra que se mantuvo casi invariable por una década: 10% y que en el Censo del 2000 reporta un 7.6% para la población mayor de 10 años.
Según el Censo del 2000, se define como analfabeta a "la persona que no sabe leer ni escribir", la que sólo sabe leer, la que sólo sabe leer y/o escribir cifras y firmar su nombre". Cabe destacar, que esta definición se ha mantenido en forma similar en los censos anteriores.
Esta definición es por naturaleza incompleta y no se ubica en las nuevas demandas que el conocimiento reclama a las personas que viven tanto en naciones industrializadas como en países del denominado Tercer Mundo.
El fenómeno del analfabetismo puede ser interpretado a través de distintas y contradictorias corrientes ideológicas. En la gama de variedades de definiciones que surgen de las sociedades son particularmente relevantes:
Analfabeta absoluto: es la persona que no sabe leer o escribir o si lo hace su manejo es precario y además tiene carencias fundamentales que le obstaculizan considerablemente su vida, trabajo y desarrollo educativo y cultural en la perspectiva de su pertenencia y participación en una sociedad nacional letrada.
Analfabeta funcional: es la persona que incluso puede tener las habilidades elementales de lecto- escritura y de otros conocimientos necesarios, pero no plenamente suficientes para encarar los desafíos de su vida, en la perspectiva de la modernización de la sociedad nacional.
Analfabetas tecnológicos: Se refiere a las personas que aunque posean un título de formación técnica y/o universitario, se mantienen fuera de los beneficios del avance científico y tecnológico y no dominan los lenguajes básicos tanto de los sistemas informáticos, linguísticos y de enriquecimiento profesional.
En una visión integral del problema del analfabetismo, se le debe considerar como un fenómeno estructural de carácter socioeconómico, cultural y político. El analfabetismo- visto desde esta perspectiva- ya no es un estado de ignorancia. Es la consecuencia del subdesarrollo de un país y la incapacidad del mismo para resolver sus ataduras estructurales que generan un ordenamiento nacional injusto y desigual.
Desde el punto de vista del sector social, los analfabetos forman parte de los sectores populares y están ubicados en los estratos sociales más bajos. Viven la más aguda situación de marginalidad social. Sus oportunidades de desarrollo educativo son limitadas. Su aprendizaje tiene como fuente la educación informal cotidiana del medio en que viven, con una comunicación restringida a los desafíos de su precaria subsistencia. Las mujeres y los grupos indígenas son los sectores sociales más vulnerables al fenómeno de la alfabetización, toda vez que en las sociedades rurales persisten aún serios prejuicios y estereotipos hacia los derechos de esta población.
Desde el punto de vista de la pobreza, los analfabetos viven en un grado de pobreza crítica. Tienen que imaginar, en sus respectivos contextos estrategias de sobrevivencia para atender sus necesidades básicas. En tal perspectiva la alfabetización no constituye para ellos una prioridad. No disponen de los recursos básicos para destinarlos a la educación.
Para analizar la evolución del analfabetismo en Panamá se considera la población mayor de 10 años, en los últimos tres censos por provincias y en los dos grupos de edad: 10-14 años y 15 y más.
En 1970 por ejemplo, Panamá reportó un total de 20.7% de analfabetismo; en 1980 la cifra descendió a 13.2%; en 1990 se reportó en 10.7 y finalmente en el Censo del 2000 Panamá reporta un logro de alguna forma significativo: 7.6%, lo que significa que la población analfabeta es de 168,140 personas, cuyas edades corresponden a mayores de 10 años.
El analfabetismo es un problema muy agudo en las regiones indígenas; se destaca la Comarca Kuna Yala con un total de 8,821 analfabetas, (38.5), la Comarca Emberá con 1,838 analfabetas (34.5%) y la Comarca Ngöbe Buglé con un total de 31, 991 analfabetas (45.9%)
En lo que respecta a las provincias, el porcentaje de analfabetismo es mayor en Panamá con 30,828 personas, le sigue la provincia de Veraguas con 24,515 personas y la provincia de Chiriquí con 22,030 analfabetas.
Las cifras anteriores indican que 7 de cada 100 panameños son analfabetas y los mayores niveles de este agudo problema educativo se ubican en las comarcas indígenas y con relación al sexo son las mujeres las que reportan el mayor porcentaje de analfabetismo.
Según indica el profesor Luis A. Bonilla, sub director Nacional de Educación de Adultos del Ministerio de Educación, en la actualidad se llevan a cabo una serie de programas basados en una metodología de educación de jóvenes y adultos, atendiendo a los enfoques de la ciencia andragógica. Se aplica la enseñanza presencial y a distancia, en forma directa en los planteles. Se ofrece en tres niveles: la Educación Básica general, con dos etapas: la alfabetización y Educación Pre Media. Además, existe el programa de Terminación de Estudios Primarios, los cuales en la actualidad se validan a través de Centros Pilotos con el propósito de que el próximo año se desarrollen con mayor propiedad.
Históricamente los programas de alfabetización se llevaban a cabo a través de cartillas de alfabetización. Hoy día las estrategias han cambiado y se emplean el método El ABCD Español. Este método consiste en la enseñanza de la lectura y la escritura mediante módulos.
El primer nivel de enseñanza de la educación de adultos se inicia con la alfabetización de las personas. Sus objetivos son el dominio de la lectura, la escritura, expresión oral y fundamentos de aritmética. Se ofrecen además programas cortos de capacitación laboral que le permiten a la población mejorar su nivel de vida y continuar sus estudios primarios académicos correspondientes al primer nivel de Educación Básica General.
Resulta revelador los datos suministrados por el documento "Panamá Estudio sobre la Pobreza: Prioridades y Estrategias para la Reducción de la Pobreza", publicado por el Banco Mundial, que al respecto indica que Panamá ha logrado un alto nivel de alfabetización, creando así una importante base para promover un desarrollo económico con equidad, aunque hay déficit importantes en la población indígena. En comparación con los países de América Central, la alfabetización es bastante alta en Panamá, incluso entre los pobres. En las áreas indígenas, sin embargo, menos de dos tercios de personas mayores de nueve años sabe leer y escribir. Las tasas de analfabetismo son especialmente elevadas entre las mujeres que viven en áreas indígenas, lo que indica que las niñas son víctimas de una marginación a los beneficios educativos y culturales. Entre los grupos de orígen indígena, los Kuna tienen mayor nivel de alfabetización (80%), seguidos por los Emberá- Wounan ( 75%), Ngöbe Buglé (64%), quien representa el grupo indígena más pobre de Panamá.
Otro dato revelador proviene de la Encuesta Nacional de Vida (ENV) que indica que los pobres e indígenas no tienen acceso a los insumos esenciales que tienen relación directa con la calidad de la educación y más significativamente con la alfabetización. Cerca del 30% de los estudiantes pobres y el 12% de los estudiantes secundarios no tienen libros de texto, a diferencia de sólo el 5% de los no pobres (en ambos niveles), elemento clave en los procesos de alfabetización. Los pobres que no cuentan con libros citan "la falta de dinero" como el principal motivo.
Las anteriores consideraciones nos permiten identificar así que el analfabetismo es un fenómeno con grandes incidencias en el desarrollo de cada país, independientemente del nivel tecnológico que posea. Supera el concepto clásico y restringido de saber leer y escribir y dominar las operaciones básicas. Un nuevo concepto de alfabetismo ha surgido como resultado del avance científico y tecnológico, se trata de los sectores profesionales que conformes con un título universitario, se niegan a actualizarse, le cierran las puertas al avance profesional y social; le temen a la tecnología argumentando que ésta les suplantará en sus trabajos; se niegan a invertir en cualquier forma de enriquecimiento profesional, jamás acuden a un seminario de actualización; no mantienen niveles de lectura permanente, que les permita reciclar sus conocimientos y destrezas y finalmente quedan rezagados en la sociedad.
La Secretaría de Educación de Estados Unidos estima que más de 30 millones de estadounidenses tienen severas dificultades con cualquier situación que demanda de las habilidades de alfabetización y que otros 45 millones pueden considerarse alfabetizados sólo en relación con algunas importantes tareas cotidianas.
No es suficiente contar con el dominio instrumental de la lectura y de la escritura.
Según una encuesta publicada en París en 1999 y recogida en el periódico Alfabetización y Juventud de la UNESCO, el 26% de los franceses mayores de 15 años no leen. En las sociedades tecnológicas los estándares de alfabetización han cambiado drásticamente. En la Europa Occidental del siglo XVII aquellos que podían escribir sus nombres eran considerados alfabetos.
Hoy día el siglo XXI declara otros tipos de analfabetismos y que tienen una alta incidencia en las formas en que la población puede acceder a puestos de empleo y mejorar su calidad de vida. Estas formas de alfabetismo, indispensables para desempeñarse satisfactoriamente en el siglo XXI, son:
Dominar como mínimo otro idioma, además del materno. Se refiere al idioma inglés, tanto en su redacción como lectura comprensiva y expresión oral.
Poseer conocimientos en lenguaje de computación: dominar entre 3 ó 4 programas de informática.
Estar actualizado en los temas propios de la época: tener acceso a servicios de radio, televisión y prensa escrita.
Mantener comunicación permanente a través del sistema de correo electrónico con fines de intercambio profesional.
Asistir de forma periódica a actividades de capacitación profesional para ampliar el entorno laboral.
Tener acceso a los servicios de Internet.
Leer con fines de actualización profesional, de mejoramiento personal y social, por lo menos 10 obras relacionadas con su especialización en un año.
Poseer una actitud favorable hacia el cambio, hacia la búsqueda del conocimiento, hacia la innovación.
Las cifras internacionales reportadas por Panamá en el Informe Mundial de Educación 2001 y publicadas por la Unesco nos presentan ante la comunidad internacional así:
5 diarios, circulan 16 diarios por cada 1,000 habitantes
Estaciones de televisión: 6. Viviendas con televisión: 525,979 (77%)
Estaciones de radio: 123 estaciones AM; 173 estaciones FM
Librerías a nivel nacional: 37
Anfitriones en Internet: 1.9 por 1,000 habitantes.
Generalmente el agresor ha sido víctima de las mismas acciones por parte de sus familiares. O sea, es una actitud que tiene su génesis en la infancia o adolescencia de la persona.
La mayor parte de las agresiones se dan en la infancia, porque es cuando la persona es más vulnerable.
"Todavía no he encontrado ningún caso donde se les haya detectado trastorno mental, ninguno está loco", afirmó Pineda y en esto coincidió la psiquiatra del Instituto de Medicina Legal, Elaine Bressan, con respecto a los agresores.
Se ha podido determinar que aquellos agresores sancionados o que se les obliga a cumplir una condena no reinciden en el delito.
De acuerdo con la psiquiatra del Instituto de Medicina Legal, la persona que protagoniza el maltrato difícilmente es un extraño, sino que se trata de allegados que ejercen la autoridad hacia el menor.
"Es un doble maltrato, porque la persona de quien yo dependo y me cuida es quien me maltrata", sostuvo.
Consideró que hay mucha confusión entre disciplina y castigo, y prueba de ello es que muchos padres que no tienen rasgos de violencia piensan que un "chancletazo o correazo" forma parte de la crianza adecuada de los hijos.
"Muchos dicen: Yo fui criado con golpes y estoy bien y soy lo que soy gracias a eso. Es cuestión de cultura", explicó la experta.
Planteó que en el 99% de los casos de maltrato se determinó que la persona no padece ninguna enferma mental, sino que es de muy baja tolerancia a la frustración y considera que cuidar a un niño es una "gran carga".
"Son personas irritables y que fácilmente entran en ira, pero todos somos víctimas de estas situaciones, pero tenemos que aprender a controlarlas", sustentó.
Detalló que el opresor sabe controlarse, de lo contrario estaría muerto, porque se pelearía con todo el mundo cuando se enoja.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.