Escritor con un ego grande, pero no egoísta

Hace dos semanas tuvo lugar en Panamá, en el Teatro Anita Villalaz, un congreso literario dedicado a resaltar la trayectoria del autor panameño Enrique Jaramillo Levi y se analizó sus múltiples facetas.

Fueron cerca de 20 ponencias en Mesas Redondas, de escritores y críticos literarios locales y de México, Guatemala, España y Estados Unidos, quienes durante tres días -del 6 al 8 de julio- hicieron foco de su atención a este panameño tan particular, incansable promotor cultural y docente universitario, oriundo de Colón, que muchos quieren, otro buen número envidia, otros no lo soportan, pero, NADIE puede negar sus aportes ni pretender "tapar el sol con la mano".

Nos consta que es perseverante, polifacético, creativo y no le prometas algo, porque se vuelve tu sombra y te hace mil recorderis de ello. En fin, así es él y así se le aprecia. A la gente se la acepta como es y listo.

Del congreso sobre su obra de 50 años tuvimos la oportunidad de cubrir algunas ponencias y otras no. Entre las que nos perdimos y nos hubiese encantado escuchar, pero nos resultó imposible está la de Beatriz Valdés y como sabíamos que la intervención de "Tichi" tenía que haber sido tremendo aporte como crítica literaria, máxime que toca un aspecto tan importante como lo es la personalidad de Enrique Jaramillo Levi, que ha sido clave para sus logros, les presentamos a continuación parte de la ponencia y posteriormente esta completa.

¿Cómo es él? El sexagenario autor de más de 50 libros, de antologías, el que comparte sus "tips" para bien escribir?

Beatriz Valdés lo describe así: "Enrique Jaramillo Levi tiene un ego arrollador , visible en el insistente afán por dar a conocer su propia obra, con rasgos obsesivos detectables en la sostenida tenacidad con que persigue sus metas.

"Creo que asoman en sus escritos ansiedades y angustias, como cuando orada en lo más profundo del subconsciente de sus personajes, y que también se manifiesta, creo yo, en una complejidad intelectual que a veces raya en lo surrealista. 

"Si Enrique Jaramillo Levi es dueño del ego grande, obsesivo y ansioso que le achaco, llama la atención, no el hecho de que se haya afanado en tallar y abanicar su propio artefacto literario, sino que invirtiera iguales energías en una labor altruista: su impresionante obra de maestro y propulsor cultural.

"¿Cuántos de nosotros hemos dedicado siquiera un 10% de lo que Jaramillo Levi ha compartido de su potente ego, a mostrar el camino a otros enamorados de las letras, y a enriquecer el acervo literario de nuestra patria? 

"Y no sólo los panameños quedamos cortos ante la entrega de Jaramillo Levi, también escasea tal altruismo entre los escritores mundialmente famosos. 

"Hay un García Márquez que se interesa por la industria del cine cubano, Ortega y Gassett, Borges, Octavio Paz, Edmundo Valadés dedicaron su talento y tiempo a importantes revistas culturales... pero no creo que fundaron Diplomados en universidades, ni dictaron talleres de creación literaria, ni pusieron en marcha tantos concursos para incentivar a los colegas escritores, ni publicaron antologías y libros de otros escritores, como viene haciendo nuestro amigo y compatriota, Enrique Jaramillo Levi". 

Y, aunque quienes lo conocemos ahora no creamos que alguna vez el escritor Enrique Jaramillo Levi fue alguien de "pocas palabras", como verán más adelante, así nos lo dice esta gran periodista que es "Tichi" Valdés --la que por años editó El Heraldo- en una serie de entrevistas que hizo para enriquecer su ponencia/semblanza acerca del autor de "En un instante y otras eternidades", que le valió el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró en la Sección Cuento en 2005.

Bueno, me digo ¡basta de palabrerías! y a continuación, disfruten de "Enrique Jaramillo Levi-Un Ego compartido, ponencia de Beatriz Valdés Escóffery.

En este congreso se han dedicado muchos y buenos cerebros a la evaluación, la interpretación y el disfrute de la abundante obra literaria de Enrique Jaramillo Levi, sin lugar a dudas uno de los más talentosos escritores de las últimas décadas panameñas.

Por mi parte, quiero aludir a una tarea paralela que él ha venido cumpliendo y que lo honra, la de extraordinario promotor cultural. 

Si tratara de detallar todas las actividades en que se ha empeñado Jaramillo Levi para estimular las letras de nuestro país, tomaría más del tiempo que se me ha asignado: porque fundó varias casas editoras, creó múltiples concursos literarios, publicó revistas culturales, numerosos libros y hasta antologías de autores panameños, dictó talleres, instituyó un Diplomado de Creación Literaria; formó círculos de escritores para compartir su efervescente entusiasmo y sus experiencias, más las ediciones económicas con que se dio a conocer la primera obra de escritores jóvenes, además de una importante labor de investigación sobre autores panameños de años pasados.

Los "accomplishments" de Jaramillo Levi en estos quehaceres, además de sorprender, nos hacen preguntarnos qué talante, qué personalidad, se dedica en forma casi obcecada a un propósito que, al menos en nuestro Panamá, significa una lucha dura y un reconocimiento exiguo. 

Cuando divagamos sobre la personalidad de un individuo, qué mejor maestro que Sigmund Freud, quien dedicó su vida a descubrir de qué estamos hechos en lo profundo de la psique, que en su época se identificaba con el alma o el espíritu. Descubrió que nuestra psiquis está compuesta de varios estratos. Uno de esos, el ego, que, según el fundador del psicoanálisis, es el asiento ejecutivo de la personalidad; es decir, es desde el ego de donde surgen nuestras acciones. 

Llegamos al mundo virtualmente indefensos, apenas con un ente portador de los instintos, que Freud denominó "id". El ego, el terreno donde la personalidad se construye, se conforma a medida que interactuamos con el entorno y respondemos a las diversas experiencias.

Podemos llegar a tener un ego tan poderoso que exige mucho espacio y mucha atención, o un ego débil e incoloro, fácilmente dominado. Imagino que entre ambos extremos, hay egos de diversas magnitudes. 

Los artistas suelen tener egos tan grandes que resultan apabullantes. Ejemplo de ello son algunos cantantes de ópera, directores de orquesta, hasta grandes chefs!... Y también, muchas veces, nosotros... los escritores... Prueba de que poseemos egos fuertes es que nos desbordamos de nuestros propios límites vitales para inventar seres que serán portavoces de nuestras ideas, y que tendrán que vivir situaciones urdidas en nuestra mente. 

El título de mi charla ya habrá delatado mi interés en auscultar un poco el ego del escritor Jaramillo Levi. 

A mis ojos laicos, aunque no inocentes, en asuntos psicológicos, Enrique Jaramillo Levi tiene un ego arrollador , visible en el insistente afán por dar a conocer su propia obra, con rasgos obsesivos detectables en la sostenida tenacidad con que persigue sus metas.

Creo que asoman en sus escritos ansiedades y angustias, como cuando orada en lo más profundo del subconsciente de sus personajes, y que también se manifiesta, creo yo, en una complejidad intelectual que a veces raya en lo surrealista. 

Si Enrique Jaramillo Levi es dueño del ego grande, obsesivo y ansioso que le achaco, llama la atención, no el hecho de que se haya afanado en tallar y abanicar su propio artefacto literario, sino que invirtiera iguales energías en una labor altruista: su impresionante obra de maestro y propulsor cultural.

¿Cuántos de nosotros hemos dedicado siquiera un 10% de lo que Jaramillo Levi ha compartido de su potente ego, a mostrar el camino a otros enamorados de las letras, y a enriquecer el acervo literario de nuestra patria? 

Y no sólo los panameños quedamos cortos ante la entrega de Jaramillo Levi, también escasea tal altruismo entre los escritores mundialmente famosos. 

Hay un García Márquez que se interesa por la industria del cine cubano, Ortega y Gassett, Borges, Octavio Paz, Edmundo Valadés dedicaron su talento y tiempo a importantes revistas culturales... pero no creo que fundaron Diplomados en universidades, ni dictaron talleres de creación literaria, ni pusieron en marcha tantos concursos para incentivar a los colegas escritores, ni publicaron antologías y libros de otros escritores, como viene haciendo nuestro amigo y compatriota, Enrique Jaramillo Levi. 

Dado que lo que he dicho hasta ahora son sólo mis propias, subjetivas especulaciones, pregunté al mismo escritor -objeto de este congreso y homenaje-, a qué debemos su incansable faena cultural. He aquí su respuesta: 

"Nunca lo había racionalizado. Creo que hay una fuerte vocación docente en mí, que nace, paradójicamente, de una gran timidez que de joven sufrí y que superé poco a poco, forzándome a tomar clases de teatro y actuando en un par de obras, y también me forcé a estar frente a públicos en las aulas al enseñar. Ese contacto constante con la gente joven (fui profesor de inglés y español en varios colegios antes de serlo en diversas universidades), me hizo interesarme en ayudar y promover a los especialmente talentosos. 

Por otra parte, me encanta organizar cosas, coordinarlas, investigar (haciendo recopilaciones de textos y autores destacados o poco conocidos) referencias culturales necesarias que antes no existían. La Revista Maga es uno de mis mejores logros: en ella han publicado más de 500 escritores de Panamá y otros países desde 1984. El profesor, el promotor cultural, el antologista y editor, han trabajado hombro a hombro con el escritor. Y no por eso he dejado nunca de escribir. He publicado una gran cantidad de libros en varios géneros, independientemente de su calidad. Gracias a Dios, siempre he tenido la salud y la energía y el entusiasmo para todo esto casi al mismo tiempo, o alternadamente."

Jaramillo Levi superó con disciplina la limitación que significaba su timidez y, reforzando su ego, le abrió el camino a su talento. Demostró lo que en el campo del psicoanálisis se sabe bien; que cuando una persona necesita superar obstáculos, si se lo propone no sólo lo logra, sino que se crece hasta alcanzar éxitos extraordinarios. 

En cuanto al temperamento ansioso que le achaco, ¿se habrá dado cuenta Enrique de que organizando eventos, publicando revistas, estableciendo concursos, actividades en las que la tensión y la incertidumbre son ineludibles, alimenta sus angustias? Un sacrificio que, todo indica, hace gustoso. 

Me faltaba escuchar a aquellos que asistieron a sus talleres, que vieron su obra publicada en una de sus revistas, que ganaron alguno de los concursos creados por Jaramillo Levi, en fin, la voz viva de algunos de los que recibieron su espaldarazo:

Con ese fin, me acerqué a Carlos Wynter y a Ramón Fonseca. Le pregunté a Carlos Wynter qué recordaba de los talleres literarios de Jaramillo Levi, y me respondió ésto: "Jaramillo Levi inspira, transmite una convicción invulnerable. Siempre tengo presente un consejo suyo, que es en el camino más que en la meta donde se aprende."

Y Ramón Fonseca, a quien Jaramillo Levi conoció como un abogado de éxito con ganas de escribir, me confió sus experiencias de pupilo:

"El fue un apoyo muy importante al principio de mi carrera de escritor. Sus revistas publicaron mis primeros cuentos. Sus talleres literarios encauzaron mi creatividad explosiva, y sus consejos de técnica literaria aún los sigo utilizando."

Creo que con el paso de los años se reconocerá cada vez más la extraordinaria, la obsesiva, la tozuda, la maravillosamente fecunda obra que gracias a su enorme y compartido ego, ha regalado Enrique Jaramillo Levi a Panamá y a sus letras.