La vida en el Hogar Bolívar
Publicado 2006/09/26 23:00:00
- Maritza Bonilla
Este sitio está ubicado al lado del Instituto Nacional de Salud Mental, en Río Abajo.
SON 300 los adultos mayores que están pasando sus últimos años de vida en el Hogar Bolívar de Ancianos, fundado en 1883.
Entre risas y llantos, algunos caminan por los frondosos árboles que rodean el sitio y los que aún disponen del sentido de la visión, observan las numerosas aves que cantan a su alrededor.
A simple vista el lugar es un sitio tranquilo que guarda un sinnúmero de historias. Allí la esperanza por volver a ver a los hijos y familiares es lo último que se pierde.
Con un vestido celeste, de igual color que sus ojos, encontramos a Beatriz Sánchez, una señora que no recuerda su edad, pero que extraña los tiempos de juventud cuando se desempeñó como maestra en una escuela en Santiago de Veraguas.
"Quiero irme para Santiago, quiero ver a mis hijos", repite una y otra vez, mientras mira detenidamente a otras compañeras que están sentadas en sillas de ruedas.
Algunos de los pacientes padecen Alzheimer, por esto dan vueltas en el parque ubicado a la entrada del asilo, donde una imagen de la virgen de la Medalla Milagrosa da tranquilidad y sosiego al sitio.
"Soy pobre, pero conforme", expresa otra de las señoras, quien no quiso revelar su nombre.
Ella narró que vivía en Santa Ana y que con sacrificio y estudio salió adelante. Es una amante de la música clásica y de la buena literatura.
Manifestó que actualmente sólo recibe la visita de un sobrino, debido a que su única hija se fue a vivir a Estados Unidos.
Esta señora lamenta que las demás personas estén contagiadas por la avaricia y que predomine la corrupción, por lo que aconseja mantener la oración para que prevalezca la paz.
"Por el momento, a lo único que temo es a la muerte y por eso quiero que recen por mí", nos dijo antes de que nos despidiéramos.
El Hogar Bolívar de Ancianos es administrado por sor Miriam Romero, desde hace siete años.
Aunque el Hogar Bolívar recibe ayuda de algunas instituciones como el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), la Lotería Nacional de Beneficiencia (LNB), todavía se necesita más para cubrir dar abasto a los requerimientos de artículos higiénicos, leche en polvo, porotos, lentejas, cremas, pañales.
La alegría contagió a los adultos mayores el pasado 23 de septiembre. La Fundación Pan, administrada por Gabriel Ortega, llevó un rato de esparcimiento a estas personas. Los ancianos pudieron bailar y cantar al ritmo del grupo musical d40, que mezcla varios idiomas en sus letras.
Entre risas y llantos, algunos caminan por los frondosos árboles que rodean el sitio y los que aún disponen del sentido de la visión, observan las numerosas aves que cantan a su alrededor.
A simple vista el lugar es un sitio tranquilo que guarda un sinnúmero de historias. Allí la esperanza por volver a ver a los hijos y familiares es lo último que se pierde.
Con un vestido celeste, de igual color que sus ojos, encontramos a Beatriz Sánchez, una señora que no recuerda su edad, pero que extraña los tiempos de juventud cuando se desempeñó como maestra en una escuela en Santiago de Veraguas.
"Quiero irme para Santiago, quiero ver a mis hijos", repite una y otra vez, mientras mira detenidamente a otras compañeras que están sentadas en sillas de ruedas.
Algunos de los pacientes padecen Alzheimer, por esto dan vueltas en el parque ubicado a la entrada del asilo, donde una imagen de la virgen de la Medalla Milagrosa da tranquilidad y sosiego al sitio.
"Soy pobre, pero conforme", expresa otra de las señoras, quien no quiso revelar su nombre.
Ella narró que vivía en Santa Ana y que con sacrificio y estudio salió adelante. Es una amante de la música clásica y de la buena literatura.
Manifestó que actualmente sólo recibe la visita de un sobrino, debido a que su única hija se fue a vivir a Estados Unidos.
Esta señora lamenta que las demás personas estén contagiadas por la avaricia y que predomine la corrupción, por lo que aconseja mantener la oración para que prevalezca la paz.
"Por el momento, a lo único que temo es a la muerte y por eso quiero que recen por mí", nos dijo antes de que nos despidiéramos.
El Hogar Bolívar de Ancianos es administrado por sor Miriam Romero, desde hace siete años.
Aunque el Hogar Bolívar recibe ayuda de algunas instituciones como el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), la Lotería Nacional de Beneficiencia (LNB), todavía se necesita más para cubrir dar abasto a los requerimientos de artículos higiénicos, leche en polvo, porotos, lentejas, cremas, pañales.
La alegría contagió a los adultos mayores el pasado 23 de septiembre. La Fundación Pan, administrada por Gabriel Ortega, llevó un rato de esparcimiento a estas personas. Los ancianos pudieron bailar y cantar al ritmo del grupo musical d40, que mezcla varios idiomas en sus letras.
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