Lenguaje de los jóvenes: el chino de los adultos
Publicado 2004/09/04 23:00:00
- Daschenka Chong
Todos hablamos español pero ellos tienen su propia jeringonza. Colorida, ruidosa, gestual, casi siempre soez; los jóvenes panameños tienen un lenguaje propio.
Quienes ahora nos escandalizamos o reímos con las palabras empleadas por los jóvenes en sus conversaciones casuales, hemos olvidado que también tuvimos nuestra era de modernidad lingüística.
"No recuerda el cura cuando fue sacristán" dirían nuestros padres, que se sorprendieron en su momento con la "rareza", el "pifia", el "power" o el "sólido".
Nuestros jóvenes como nosotros, remarcan su identidad y dividen su generación de la nuestra con ciertas palabras. Este particular "lenguaje" no es el mismo para todos, uno es para los "yeyes" y otro para los "meñas" (perdón esa es una palabra de mi tiempo) o "pacas".
Los primeros quieren hablar como los segundos y éstos hablan según las palabras más "prettys" que se estén usando. Un "qué sopa blo" (cómo estás amigo/a) se oye muy diferente en uno y otro bando. Todo está en el acento, la musicalidad de la frase y por supuesto, en quién lo diga. Así "chilling" (todo está bien, muy bueno o tranquilo); "friend" (amigo/a), "whats up" (cómo estás, equivalente de "qué sopá"); el "cool", entre otros términos es usado por ambos grupos.
En ocasiones sus palabras son antónimas. Cuando los "yeyes" hablan de "levantar" (conquistar), los "pacas" utilizan "recoger" o "tumbar" para expresar la misma idea. Las chicas son llamadas "riris", "jevas" o "#%&*" (una palabrita muy usada en la Madre Patria para nombrar a la parte donde la espalda pierde su nombre).
Cifras del MINJUNFA señalan que el 28.7% de la población panameña es joven, es decir que 780,263 de los ciudadanos tienen entre 15 a 29 años.
El 51.1% de ellos son hombres, el resto, 48.9% son mujeres. En las áreas urbanas vive el 56.1% de los jóvenes panameños y en las rurales el 43.9 %.
El 56% de la población indígena nacional está compuesta por niños y jóvenes.
Lo último entre los jóvenes es llamar a las damas "maderas". Las califican según su aspecto, una muy guapa puede ser roble o teca, mientras que quienes obtienen menor calificación se ganan el apelativo de "madera de construcción". Si la chica tiene otro pretendiente o un novio, simplemente "tiene polilla".
Para definir sus avances con las féminas usan también términos "carpinterísticos". Por ejemplo, cuando la están enamorando sólo la han lijado, pero si hay algo jugoso que contar se inicia el relato diciendo que ya la "barnizaron" o la "trabajaron".
Antes, después o simultánemente con las labores madereras, los chicos están "arrancándose" (participando en una juerga donde no puede faltar el alcohol), "tomándose un par de tragos" (nunca son sólo dos) o "bajando unas botellitas" (traducción: varias botellas).
Y, ¿por qué no?... Cada una de sus frases son antecedidas o precedidas por una palabra obscena.
El propósito de éstas es darle impacto a lo que quieren decir. No se oye igual: "acabo de ver un terrible accidente, que "aya la %&#*+, vi un accidente, se sacaron la +*&%$$#".
Nuestros jóvenes, una generación que creció con la palabrita globalización, incorporan a su léxico muchas palabras en inglés. Buenas y malas palabras.
Son jóvenes y lo disfrutan, ya les llegará el tiempo de moderar o cambiar lenguaje. O como muchos de nosotros, sólo lo usarán con gente de confianza.
Rómulo Marín: "El lenguaje de los jóvenes expresa una falta de cultura, pero tienes que emplearlo para comunicarte con los demás. En todas partes del mundo los jóvenes hablan diferente a los adultos".
Indira Quibilán: "La manera como se expresan es malísima. Yo soy una que habla de esa forma pero tienes que hablar así, si no, no te entienden y no entiendes a nadie. Si no estás en esa onda quedas perdido".
Alberto Oriol: "Hay algunos jóvenes que saben expresarse y otros que hablan de forma extraña, invirtiendo el orden normal de las palabras. Tienen que mejorar su forma de hablar".
"No recuerda el cura cuando fue sacristán" dirían nuestros padres, que se sorprendieron en su momento con la "rareza", el "pifia", el "power" o el "sólido".
Nuestros jóvenes como nosotros, remarcan su identidad y dividen su generación de la nuestra con ciertas palabras. Este particular "lenguaje" no es el mismo para todos, uno es para los "yeyes" y otro para los "meñas" (perdón esa es una palabra de mi tiempo) o "pacas".
Los primeros quieren hablar como los segundos y éstos hablan según las palabras más "prettys" que se estén usando. Un "qué sopa blo" (cómo estás amigo/a) se oye muy diferente en uno y otro bando. Todo está en el acento, la musicalidad de la frase y por supuesto, en quién lo diga. Así "chilling" (todo está bien, muy bueno o tranquilo); "friend" (amigo/a), "whats up" (cómo estás, equivalente de "qué sopá"); el "cool", entre otros términos es usado por ambos grupos.
En ocasiones sus palabras son antónimas. Cuando los "yeyes" hablan de "levantar" (conquistar), los "pacas" utilizan "recoger" o "tumbar" para expresar la misma idea. Las chicas son llamadas "riris", "jevas" o "#%&*" (una palabrita muy usada en la Madre Patria para nombrar a la parte donde la espalda pierde su nombre).
Cifras del MINJUNFA señalan que el 28.7% de la población panameña es joven, es decir que 780,263 de los ciudadanos tienen entre 15 a 29 años.
El 51.1% de ellos son hombres, el resto, 48.9% son mujeres. En las áreas urbanas vive el 56.1% de los jóvenes panameños y en las rurales el 43.9 %.
El 56% de la población indígena nacional está compuesta por niños y jóvenes.
Lo último entre los jóvenes es llamar a las damas "maderas". Las califican según su aspecto, una muy guapa puede ser roble o teca, mientras que quienes obtienen menor calificación se ganan el apelativo de "madera de construcción". Si la chica tiene otro pretendiente o un novio, simplemente "tiene polilla".
Para definir sus avances con las féminas usan también términos "carpinterísticos". Por ejemplo, cuando la están enamorando sólo la han lijado, pero si hay algo jugoso que contar se inicia el relato diciendo que ya la "barnizaron" o la "trabajaron".
Antes, después o simultánemente con las labores madereras, los chicos están "arrancándose" (participando en una juerga donde no puede faltar el alcohol), "tomándose un par de tragos" (nunca son sólo dos) o "bajando unas botellitas" (traducción: varias botellas).
Y, ¿por qué no?... Cada una de sus frases son antecedidas o precedidas por una palabra obscena.
El propósito de éstas es darle impacto a lo que quieren decir. No se oye igual: "acabo de ver un terrible accidente, que "aya la %&#*+, vi un accidente, se sacaron la +*&%$$#".
Nuestros jóvenes, una generación que creció con la palabrita globalización, incorporan a su léxico muchas palabras en inglés. Buenas y malas palabras.
Son jóvenes y lo disfrutan, ya les llegará el tiempo de moderar o cambiar lenguaje. O como muchos de nosotros, sólo lo usarán con gente de confianza.
Rómulo Marín: "El lenguaje de los jóvenes expresa una falta de cultura, pero tienes que emplearlo para comunicarte con los demás. En todas partes del mundo los jóvenes hablan diferente a los adultos".
Indira Quibilán: "La manera como se expresan es malísima. Yo soy una que habla de esa forma pero tienes que hablar así, si no, no te entienden y no entiendes a nadie. Si no estás en esa onda quedas perdido".
Alberto Oriol: "Hay algunos jóvenes que saben expresarse y otros que hablan de forma extraña, invirtiendo el orden normal de las palabras. Tienen que mejorar su forma de hablar".
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