Significado y sentido de los vestidos litúrgicos
Publicado 2005/09/29 23:00:00
- Lidia E. Otero A.
Estos atuendos son confeccionados con materiales tradicionales, fibras naturales, propios de cada lugar.
LOS VESTIDOS que utilizan los laicos, diáconos, seminaristas y sacerdotes para un determinado acto religioso tienen un significado.
Estas vestiduras sagradas constituyen un signo de la función de cada ministro y contribuyen al decoro de la acción sagrada de los servidores de Dios.
La indumentaria común para los religiosos instituídos de cualquier orden es el Alba, ceñida a la cintura con el cíngulo.
La misma no puede ser remplazada por la sobrepelliz ni sobre el vestido talar, sino por la estola sin la casulla o la dalmática.
El cura, en celebración eucarística y acciones sagradas, utiliza la casulla revestida sobre el alba y la estola. La capa pluvial es usada en procesiones, pereginaciones y para cada momento ritual.
En el caso de los diáconos, al ser ordenados, se les coloca la dalmática en el hombro izquierdo, atravezada por el pecho hacia el lado derecho donde se sujeta en forma cruzada. Puede omitirse por necesidad o en un grado menor de solemnidad.
En cuanto a la forma de los ornamentos, la Conferencia Episcopal Panameña, determina y propone a la Sede Apostólica, las adaptaciones que corresponden a las necesidades y costumbres de cada región.
En este caso, los acólitos, lectores y los otros ministros laicos pueden utilizar el alba u otra investidura del lugar, según explicó Elías Osorio, encargado de la Liturgia en la Curia Metropolitana.
Son confeccionadas con materiales tradicionales y fibras naturales, propias de cada lugar. También pueden hacerse de fibras artificiales que respondan a la dignidad de la acción sagrada y de la persona.
La ornamentación de imágenes o símbolos que indiquen el uso sagrado contemplado en el hábito, quedan a juicio de la Conferencia Espicopal.
La diversidad de colores en las vestiduras tienen como objetivo expresar con eficacia el misterio de la fe y opta por el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del año litúrgico.
El blanco se usa en los oficios y misas del tiempo pascual, navidad y celebraciones.
El rojo se utiliza para la Fiesta de Pentecostés, la memoria de los Mártires, el Viernes Santo y celebraciones de Confirmación.
Las sotanas verdes son utilizadas en tiempo ordinario, despúés de Navidad y después de Pascua.
En el tiempo de Adviento, Cuaresma y para las misas de difuntos, el cura se reviste de morado o violeta, mientras que en días de mayor solemnidad se colocan el hábito rosado, confeccionado con materiales delicados de la costumbre de Gaudete y Laetare. Al adorar el Santísimo sacramento, el sacerdote lleva en su hombro el Velo Humbral.
Estas vestiduras sagradas constituyen un signo de la función de cada ministro y contribuyen al decoro de la acción sagrada de los servidores de Dios.
La indumentaria común para los religiosos instituídos de cualquier orden es el Alba, ceñida a la cintura con el cíngulo.
La misma no puede ser remplazada por la sobrepelliz ni sobre el vestido talar, sino por la estola sin la casulla o la dalmática.
El cura, en celebración eucarística y acciones sagradas, utiliza la casulla revestida sobre el alba y la estola. La capa pluvial es usada en procesiones, pereginaciones y para cada momento ritual.
En el caso de los diáconos, al ser ordenados, se les coloca la dalmática en el hombro izquierdo, atravezada por el pecho hacia el lado derecho donde se sujeta en forma cruzada. Puede omitirse por necesidad o en un grado menor de solemnidad.
En cuanto a la forma de los ornamentos, la Conferencia Episcopal Panameña, determina y propone a la Sede Apostólica, las adaptaciones que corresponden a las necesidades y costumbres de cada región.
En este caso, los acólitos, lectores y los otros ministros laicos pueden utilizar el alba u otra investidura del lugar, según explicó Elías Osorio, encargado de la Liturgia en la Curia Metropolitana.
Son confeccionadas con materiales tradicionales y fibras naturales, propias de cada lugar. También pueden hacerse de fibras artificiales que respondan a la dignidad de la acción sagrada y de la persona.
La ornamentación de imágenes o símbolos que indiquen el uso sagrado contemplado en el hábito, quedan a juicio de la Conferencia Espicopal.
La diversidad de colores en las vestiduras tienen como objetivo expresar con eficacia el misterio de la fe y opta por el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del año litúrgico.
El blanco se usa en los oficios y misas del tiempo pascual, navidad y celebraciones.
El rojo se utiliza para la Fiesta de Pentecostés, la memoria de los Mártires, el Viernes Santo y celebraciones de Confirmación.
Las sotanas verdes son utilizadas en tiempo ordinario, despúés de Navidad y después de Pascua.
En el tiempo de Adviento, Cuaresma y para las misas de difuntos, el cura se reviste de morado o violeta, mientras que en días de mayor solemnidad se colocan el hábito rosado, confeccionado con materiales delicados de la costumbre de Gaudete y Laetare. Al adorar el Santísimo sacramento, el sacerdote lleva en su hombro el Velo Humbral.
Los actuales vestidos litúrgicos son herencia de los trajes normales de los primeros siglos.
Ultimamente diversos Episcopados del mundo, ateniéndose a la flexibilidad que el mismo Misal sugiere, han pedido y obtenido de Roma un reajuste en el vestido litúrgico del que preside la Eucaristía, con una solución que tiende a unificar la casulla, el alba y la estola.
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