La revolución cubana, vista a través de sus vallas propagandísticas

La evolución de Cuba desde el triunfo de la revolución se puede ver a través de vallas propagandísticas con lemas como "La patria ante todo" o "Fidel es un país", que ahora se exponen por primera vez fuera de la isla, en la ciudad de Lérida (noreste de España).

El sitio dejado por la publicidad, inexistente en Cuba, está ocupado en ese país por enormes vallas que comenzaron a instalarse en 1959 y que han ido evolucionando desde un inicio de conciencia social y apoyo al tercer mundo a una denuncia de problemas medioambientales, pasando por las omnipresentes críticas a EEUU.

Bajo el título de "Vaya Valla", la Casa América Cataluña ha organizado una exposición que ha reducido el tamaño de esas vallas, que se han convertido en 87 fotografías que muestran la evolución de la propaganda castrista, y que puede verse hasta el día 17 en la Mostra de cine latinoamericano de Cataluña que se celebra en Lérida.

Reproducciones sacadas del archivo de más de 400 imágenes del profesor Alfons González, de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), con la colaboración de la Editora Nacional del Partido Comunista de Cuba.

Según los organizadores, "la revolución cubana encontró en el diseño gráfico una herramienta eficaz para representar y comunicar el nuevo orden que quería construir, y en las vallas políticas un medio singular que ha contribuido a consolidar su imaginario".

Las primeras vallas se centraban en la llegada al poder de Fidel Castro y en las imágenes de Camilo Cienfuegos y Che Guevara, con lemas como "Patria es humanidad", "Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo" o "No dejaremos que nada ni nadie cambie la línea pura y recta de la revolución".

Unos enormes paneles con una grafía claramente soviética y con colores oscuros sólo interrumpidos por el rojo.

Se subrayaba entonces la idea de unidad -"Peleamos por el decoro y la felicidad de los hombres"- y de orden, como muestran algunas imágenes en las que los protagonistas son niños -"Todos pueden ser pioneros"-.

Y la solidaridad con el tercer mundo: "África no está sola en su lucha"; "Por la reunificación pacífica de Corea"; "Por una Guatemala libre y soberana" o "El pueblo chileno cumplirá tu mandato", sobre una imagen de Salvador Allende. Unos carteles de una simplicidad aplastante tanto en su concepto como en su diseño.

Hacia 1961, tras la fallida invasión estadounidense en Playa Girón (Bahía de Cochinos), los carteles se vuelven críticos, irónicos y hasta cómicos.

Uno de los más grandes que se pueden ver en la exposición es uno similar a una viñeta de cómic, en el que aparecen en los extremos dos territorios separados por el mar. A la izquierda, una caricatura de la clásica imagen del tío Sam y a la izquierda un revolucionario con metralleta que grita: "Señores imperialistas. ¡No les tenemos absolutamente ningún miedo!".

"Girón, primera gran derrota del imperialismo en América Latina", un tema recurrente a lo largo de los años -"Yanquis, lumpens, delincuentes, flojos: recuerden Girón"- hasta que el centro de atención pasó a ser el entonces presidente de Estados Unidos George W. Bush, a quien se compara incluso con Adolf Hitler.

Críticas que no cesan pero a las que a partir de 2002 se unen vallas en las que se defiende que "el carácter socialista del sistema económico y político cubano es inalterable".

"200 millones de niños en el mundo duermen hoy en las calles. Ninguno es cubano" o "El socialismo ha transformado nuestra patria", son los mensajes de carteles en los que ya no hay imágenes y los espacios los ocupan sólo las palabras.

Las vallas más recientes han incorporado asuntos como la globalización de la solidaridad, mostrando su apoyo a modelos económicos alternativos al neoliberal o cuestiones medioambientales, eso sí, sin desaprovechar cualquier oportunidad para ir contra occidente.

"Ese absurdo primer mundo consume las tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo", señala una de las más nuevas propagandas que aparecen en la exposición.

Alicia García de Francisco