Tras 15 años de su muerte, el capo colombiano Pablo Escobar sigue recibiendo visitas en su tumba
- Manila
Decenas de personas visitan a diario la tumba del famoso capo colombiano Pablo Escobar Gaviria, jefe del desarticulado cartel de la cocaína de Medellín, quien fue muerto hoy hace quince años por la policía en esa ciudad de Colombia.
Quizá la historia colombiana no registra a un criminal de las características de quien posó y que desde más allá de la vida aún lo hace como un "Robin Hood" que "todavía ayuda a los pobres", señaló hoy uno de los visitantes a su tumba en el cementerio Montesacro de Medellín.
Algunas crónicas recuerdan que Pablo Escobar, alias "El Patrón" o "El Doctor", tuvo sus inicios en la delincuencia como ladrón de lápidas en cementerios de Medellín, Envigado y otras localidades.
De esa actividad pasó a la de ladrón de vehículos, aún cuando era menor de edad.
Paulatinamente "estableció relaciones" con "distinguidos criminales" y "comerciantes" de distintas organizaciones al margen de la ley.
Muy joven llegó a la cima y fue capo de una de las organizaciones criminales más famosas y más temidas no solo de Colombia: el Cartel de Medellín, que con su mortífera maquinaria de guerra sembró el dolor, empapó de sangre y afectó de alguna manera a más de una generación de colombianos.
Su vida coincidió en sus mejores años con la "época dorada" de la cocaína y con ella amasó una cuantiosa fortuna a punto que antes de llegar a los 40 años de vida, fue considerado uno de los hombres más ricos del mundo.
Además, Escobar logró gracias a su ambición política, tender lazos con reconocidos dirigentes populares y alcanzó un escaño como representante suplente a la Cámara en 1982.
En 1980, este narcotraficante crea Civismo en Marcha y después Medellín sin Tugurios. Así, incursionó en la política mediante la construcción de centros deportivos y el apoyo a obras de beneficio en favor de las clases marginadas de Envigado y la capital de Antioquia.
Poco después, la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) le retiró el visado de ingreso a ese país y lo consideró como el jefe de una de las más grandes empresas criminales del narcotráfico.
En la clandestinidad y acosado por la persecución oficial, Escobar fue el principal protagonista de un nefasto período de atentados con coches-bomba, asesinatos selectivos y otras acciones criminales, el "narcoterrorismo", en la segunda mitad de los años ochenta.
Se acogió a una política de sometimiento y con la mediación de un sacerdote fue el más famoso inquilino de la cárcel "La Catedral", en la que fue recluido junto a sus principales lugartenientes y de la que se evadió en una fuga increíble, casi un año más tarde.
El entonces Gobierno del presidente colombiano César Gaviria (1990-1994), puso precio a su cabeza y detrás suyo a las más importantes instituciones armadas y de inteligencia, con la cooperación de agencias similares de Estados Unidos.
Permaneció prófugo hasta el 2 de diciembre de 1993 cuando el llamado "Bloque de Búsqueda", el cuerpo elite de las autoridades para su localización, lo detectó en una casa del oeste de Medellín.
Las autoridades rodearon la casa, Escobar alcanzó a percibir movimientos en los alrededores e intentó escapar por una ventana pero algunos disparos lo alcanzaron y quedó tendido en un tejado.
El periodista Enrique Santos Calderón, hoy codirector del diario El Tiempo, escribió hace diez años, cuando se celebraron cinco del fallecimiento del capo, que éste "murió en su ley".
Y puntualizaba que: "el fenómeno de Pablo Escobar había sido tal vez el capítulo más tenebroso de nuestra historia".
Este 2008, quince años después, sigue la romería de personas en el Cementerio Montesacro frente a su tumba. La gente deja mensajes con peticiones, coloca flores y reza arrodillada.
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