Traductores españoles y argentinos buscan un español neutro que les una
- REDACCION
Si es posible funcionar mediante un español neutro que les una, o si por el contrario los traductores deben reflejar en sus textos las variantes locales de su idioma, fueron cuestiones que los profesionales de este gremio debatieron estos días en Buenos Aires, junto a otros temas de carácter laboral.
"La utopía del castellano neutro", un encuentro entre traductores de ambos países que se ha llevado a cabo en el Centro Cultural de España en Buenos Aires, pretende "discutir si es posible encontrar un lenguaje neutral", según Jorge Fondebrider, uno de los organizadores.
El español Miguel Sáenz, reconocido internacionalmente por sus traducciones de grandes autores alemanes -desde Goethe hasta Bernard pasando por Kafka, Brecht o Günter Grass-, aseguró a Efe que, en realidad, "el castellano neutro ya existe, y es el lenguaje culto a través del cual nos entendemos todos".
Sobre la búsqueda de un lenguaje aún más democrático, el conferenciante opinó que "el traductor, sea argentino o español, tiene que mantener su personalidad".
La crítica literaria e investigadora argentina Marietta Gargatagli afirmó, por su lado, que en la actualidad el término "neutro" tiene una connotación negativa debido al uso estandarizado de las palabras que hacen algunos medios de comunicación basándose en el número de países que las utilizan.
"Se ha establecido un pacto de no agresión lingüística que tiene un lado bueno y otro malo que afecta a los países minoritarios que no usan determinadas palabras como la mayoría", explicó en entrevista con Efe Gargatagli, autora de numerosos ensayos en torno a la traducción.
La globalización y la presencia de editoriales de carácter multinacional en los países de habla hispana han provocado que el mayor problema que se les plantea a los traductores, y el que ha protagonizado las charlas de este encuentro, sea, en efecto, si se deben usar las variantes locales de la lengua.
Juan Gabriel López Guix, profesor de Traducción en la Universidad Autónoma de Barcelona, recordó que, independientemente de la creatividad del traductor, éste debe atenerse a unas normas de rigor y objetividad con el texto original.
"Hay que tener en cuenta que el traductor no puede dar rienda suelta a su creatividad y que debe seguir unos criterios firmes y precisos", explicó.
López Guix, encargado de abrir el encuentro con la conferencia "La traducción de los lenguajes rotos", sobre la "imposibilidad de la transparencia" a la hora de traducir textos con rasgos lingüísticos cargados culturalmente, recordó otros problemas de la profesión.
"Una de las mayores críticas de una traducción es el título, sea de un libro o de una película, y muchas veces deriva de decisiones que escapan del control del traductor", analizó.
El hecho de que el cine y la literatura no dejen de ser una industria hace que el director de la editorial y cada uno de los departamentos que la configuran intervengan en decisiones tan esenciales como el título para asegurar las ventas del producto.
"El director literario, el de marketing o los comerciales opinan que hay nombres con los que no se vende y, al final, lo que le llega al público es su decisión, con el nombre del propio traductor", explicó López Guix.
Miguel Sáenz, que protagonizó la segunda jornada del encuentro, añadió que, aunque la legislación española en materia de traducción es muy avanzada y prohíbe los cambios en los textos de estos profesionales sin su consentimiento, no se suele cumplir.
"El traductor tiene derecho a que no le toquen ni una coma de su traducción, pero vivimos en un mundo capitalista donde él tiene que vender su fuente de trabajo" opinó.
"Esto hace que sea el responsable de la editorial el que hace lo que quiere con nuestro trabajo", añadió.
Gargatagli, por su lado, rescató en la conversación con Efe otro de los principales problemas que acompañan al gremio, del cual se ha debatido "con intensidad" en estos días.
"Estamos sufriendo (en Argentina) una humillación intelectual muy importante, porque las editoriales contratan a traductores argentinos porque la mano de obra es más barata y luego se corrige en España".
Según la especialista, que clausura hoy, miércoles, el encuentro con la conferencia "España y Argentina: todo nos une, excepto el idioma", "el trabajo lo hace el traductor argentino y el decorado final lo pone el español".
"Esto es algo que no debería pasar en un país culto como la Argentina", añadió.
En esta reunión, de la que sus organizadores se han sentido muy satisfechos por el interés suscitado entre los porteños, también han participado autores como Jorge Aulicino, Albert Freixa, Gerardo Gambolini, Carlos Gamerro, Guillermo Piro y Patricia Willson.
La idea, que nació hace tres años de la mano del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, pretende ser un nexo entre los dos países en materia de traducción.
Por Noelia Vera
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